miércoles, 18 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (18). Póster científico

Esto sí que no lo había hecho nunca. Un poster científico. Y, además, la cosa es hacerlo no partiendo de un paper, sino de un proceso o actividad en principio no relacionado con la ciencia.

Nota: sé que no se ve muy bien. El original es un formato PPT, que blogger no deja subir, así que he tenido que ponerlo como imagen JPG para dar una pista de cómo es el poster. Realmente tiene más calidad, la tarea está entregada en PPT.





martes, 17 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (17). Hilo de Twitter sobre un paper/noticia

Nueva entrada para el máster, con un hilo de Twitter que explica, describe y contextualiza un paper/noticia científica.

Asignatura: Introducción a la comunicación científica
Tarea 8.1. Hilo de twitter sobre paper/noticia científica.

El hilo de twitter (me pareció mejor idea publicarlo directamente en abierto que hacer aquí un simulacro de hilo) se puede leer en este enlace.



Aprendiendo sobre comunicación científica (16): revisión por pares (análisis de gráficas)

Turno en las tareas del máster para trabajar un poco el peer review, la revisión por pares, en este caso de un análisis de gráficas realizado por compañeros de clase.

Asignatura: Publicaciones y congresos científicos
Tarea: 7.1. Revisión por pares


PRIMERA REVISIÓN

La revisión hace referencia a este comentario de gráficas. A continuación añado la revisión a la primera de las gráficas incluidas en este post, siguiendo la plantilla propuesta:

1. - La gráfica elegida es adecuada: SÍ

Lo es porque puede puede ser un buen ejemplo de gráfica compleja. El autor del trabajo expone correctamente el porqué de su investigación, aunque no detalla en exceso las fuentes y autores en los que se basa (autor y procedencia del gráfico analizado).

2. - El comentario recoge lo fundamental de la gráfica presentada: SÍ

El análisis del autor es extenso y prolijo. Tras analizar el porqué de la elección del gráfico, expone de forma sencilla y comprensible las razones por las que se trata de un gráfico excesivamente complejo, abigarrado y poco sencillo para una rápida interpretación, que es lo que se le debe pedir a un gráfico. Advierte de su complejidad y confusión, aunque deja la puerta abierta a admitir que una visión sosegada podría conducir a una correcta interpretación.

3. - Considera publicable el artículo: SÍ, CON ALGUNAS CORRECCIONES

4. - Comentario para los autores

Como revisor, sugeriría al autor que, para su publicación, incluyera algo más de información sobre el origen del gráfico que analiza, y algo más de contexto divulgativo sobre qué trata de explicar el estudio y el gráfico. Al más que correcto y acertado análisis del porqué no es un gráfico apropiado debido a su complejidad, añadiría algunas recomendaciones prácticas para su mejora.

SEGUNDA REVISIÓN

La revisión hace referencia a este comentario de gráficas. A continuación añado la revisión a la primera de las gráficas incluidas en este post, siguiendo la plantilla propuesta:

1. - La gráfica elegida es adecuada: SÍ

Lo es porque analiza una gráfica sencilla que precisa de alguna mejora para ser del todo comprensible. Es un ejemplo de gráfica complementaria al texto, con ciertos defectos.

2. - El comentario recoge lo fundamental de la gráfica presentada: SÍ (con matices)

El autor del análisis, al referirse a la gráfica de la que habla, omite el link al artículo original (aunque cita correctamente la referencia), algo recomendable para valorar correctamente la gráfica que incluye. Por lo demás, explica correctamente el contenido y significado de la gráfica, incidiendo en sus posibles defectos.

3. - Considera publicable el artículo: SÍ, CON ALGUNAS CORRECCIONES

4. - Comentario para los autores

Como he citado en el punto 2 de esta revisión, el análisis recoge moderadamente bien el contenido y explicación de la gráfica, pero omite algunos pequeños detalles que serían útiles para avalar la publicación del autor. Por ejemplo, sería deseable añadir el link al artículo original, contextualizar algo más sus objetivos para comprender mejor el análisis del gráfico, y averiguar qué significa el eje Y (ya que, como bien indica el autor, el original analizado no explica a qué se refieren los porcentajes). Por lo demás, es un muy buen análisis de por qué una gráfica tan sencilla precisa de mejora para ser útil y eficaz.




lunes, 16 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (15): comentario sobre denuncia científica

Más máster, más epistemiología sobre ética y conciencia social de la ciencia. ¿Conoceis iniciativas como la Union of Concerned Scientists?

Asignatura: epistemiología de la ciencia
Tarea 8: explicación y comentario sobre una denuncia de la Union of Concerned Scientists




Igual que el hombre puede ser un lobo para el hombre (frase atribuida a Plauto y posteriormente popularizada por Hobbes), la ciencia puede ser dañina para el hombre, pero también para la propia ciencia. La comunidad científica cada vez incide más en la responsabilidad social de la ciencia, pero los actores de la ciencia pueden jugar en ambas caras de la moneda: denunciando a la ciencia socialmente dañina, o impulsándola.

Una de las últimas denuncias publicadas por la Union of Concerned Scientists (UCS) recupera la ya clásica lucha a favor del medio ambiente, centrada en la influencia negativa del uso mayoritario de combustibles fósiles como el petróleo o el carbón, que aumentan la presencia de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero, entre otros riesgos para el medio ambiente. En el artículo Climate disinformation, los autores denuncian el uso de la desinformación científica a favor de los intereses de la industria.

Es una vieja historia de la ciencia: lo bueno también puede ser malo. Los intereses económicos y políticos impregnan la ciencia una vez ésta pasa a ser parte importante de la economía (en mayor medida) y la política (en menor medida). El caso del cambio climático es paradigmático. Pese a las dudas y debates en torno a cuándo y cuánto afectará en el medio-largo plazo, el consenso científico es casi total: está parcialmente causado por el efecto del hombre y daña su entorno y su salud. A pesar de ello, y de las evidencias científicas, apenas hay acuerdo para emprender acciones reales y efectivas para mitigarlo. Sed ha visto claramente, una vez más, en la Cumbre del Clima que acaba de terminar.

La USC recuerda cómo, pese a las advertencias de hace décadas de los propios científicos implicados en el desarrollo de la industria de tecnologías fósiles, ésta no sólo ignoró sus mensajes, sino que trató de restarles valor e incluso tergiversarlos para mantener sus intereses. Ha pasado en numerosas ocasiones, como por ejemplo con la industria tabaquera. La desinformación generada por esta industria ha derivado en iniciativas como la llamada greenwashing, que trata de considerar inocuas o beneficiosas para el medio ambiente ciertas prácticas, en este caso el uso mayoritario de combustibles fósiles. 




La USC trata de unir la investigación científica en principio independiente con la acción ciudadana para combatir ciertas prácticas, en este caso la defensa del uso continuado de combustibles fósiles. Se trata de un claro ejemplo de cómo la ciencia trata de integrarse en la sociedad e implicarla, haciendo uso del tan perseguido concepto de ciencia ciudadana. Además, este tipo de iniciativas podrías encuadrarse en la búsqueda de una ciencia basada en la Investigación e Innovación responsable (RRI), que se basa en la transparencia, la ética, la buena gobernanza, la ciencia abierta, la educación científica y la participación ciudadana. 

La ciencia, según proclaman estas iniciativas, debe ser buena para el hombre y su entorno. La dicotomía entre las ventajas de los combustibles fósiles y sus riesgos se inclina hacia éstos últimos al considerar más los aspectos ambientales que los económicos, por ejemplo. Los movimientos herederos del Science for the people priorizan el bienestar de la sociedad global y su entorno a los posibles beneficios individuales, y piensan en el medio y largo plazo, no sólo en el corto plazo. 

Se trata de medir la influencia de la ciencia en el entorno humano. A veces, es necesario ponerle puertas al campo científico, ya que la ciencia tiene la capacidad de dañar al hombre. No se trata sólo de ética, que también, sino de riesgos sociales. Ámbitos como la filosofía, la comunicación y la sociología pueden colaborar en la lucha por fomentar mensajes apropiados, pero su peso y relevancia puede no ser suficiente.

Otro de los factores que entran en esta ecuación es el poco peso que tradicionalmente se le ha dado a la comunicación de la ciencia. Es precisamente su uso, en forma de desinformación, el que se arroga la industria, quizá beneficiándose de la falta de impulso de una correcta información, comunicación y divulgación científica. En este caso, finalmente se ha conseguido ganar esta batalla: al consenso científico se une un consenso social que admite los riesgos y daños que produce un uso ilimitado de combustibles fósiles. El problema es que, pese a este convencimiento, ni la sociedad ni la ciencia se imponen a la economía y la política. 

sábado, 14 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (14): análisis de plataformas online de divulgación


¡Seguimos con el máster! Vamos con un poco de comunicación y divulgación.

Asignatura: Introducción a la comunicación científica
Tarea 6.1. Análisis plataformas online

Antes de analizar tres plataformas de divulgación científica, me permito un pequeño comentario: llevamos años borrando fronteras y límites entre los términos de información, comunicación, periodismo y divulgación, algo que no tiene por qué ser malo, pero que no se está gestionando del todo bien. No todo es lo mismo, y no todo puede o debe hacerse pasar por sinónimo. Son términos complementarios, que a veces se solapan, pero que tienen componentes propios.

Un pequeño aviso. Huelga decir que, como las últimas entradas, esto es sólo un ejercicio parte de un programa formativo. Cuando opino, lo hago de forma muy personal y, además, sin ser siempre experto. Puedo estar equivocado, por supuesto, y hacer reflexiones no del todo acertadas.   


Quizá la plataforma de divulgación científica más conocida de España. No sé si está dirigida a toda la sociedad, ya que sus contenidos tienen cierto carácter técnico, de modo que su público son mayoritariamente científicos y personas ya interesadas en la ciencia. La parte más cercana a la divulgación social es la de sus eventos, y aun así tiene cierto carácter técnico, pero son más asequibles para el ciudadano de a pie que su propia web.

Naukas está a punto de cumplir 10 años y una de sus caras es su página web. Tiene una estructura bastante sencilla, que facilita la navegación, centrada en la difusión de los artículos y blogs de sus editores y colaboradores. Por un lado, los artículos nuevos están visibles en orden cronológico. Por otro, es posible acceder a los artículos más leídos, y a los artículos por categoría. Esta última posibilidad se desarrolla de forma algo compleja y confusa, ya que hay múltiples etiquetas en las que se mezclan autores, eventos, ámbitos científicos y palabras clave.

Los blogs, uno de los santos y seña de Naukas, están diferenciados, accesibles de un solo vistazo, y reunidos en un mismo espacio. Como buen espacio de divulgación, tiene una apartado de contacto con el público, que abre la puerta a la colaboración de los lectores si son profesionales en la materia y cumplen ciertos requisitos. Cabe destacar que Naukas, y así lo dice en su web, no admite meros artículos de opinión, sino análisis y divulgación científica con cierta base. Deja bien claro que no hace periodismo ni mera comunicación, sino divulgación científica.

La calidad de sus contenidos es muy alta, debido a sus editores y a la red de colaboradores. Además, los contenidos tienen bastante actualidad, ya que tanto los artículos como los blogs suelen tener un gancho relacionado con algún suceso o investigación reciente, o al menos sobre algún tema mediático en el mundo de la ciencia. Según los autores, los contenidos y la forma de divulgarlos tienen diferentes niveles de complejidad. 

Naukas ha conseguido generar una comunidad, adeptos, señas de identidad y sentimiento de pertenencia. Estoy, absolutamente positivo, puede tener otra lectura: para algunas personas de la comunidad científica, puede parecer un 'club' algo delimitado, pese a que sigue creciendo y tiende a expandirse con política de puertas abiertas. 




He elegido The conversation porque sus fronteras están algo menos definidas que en el caso de Naukas. The conversation juega con la comunicación y la divulgación, pero tendiendo puentes con el periodismo científico. De hecho, su lema es ‘rigor académico, oficio periodístico’. Me parece un paradigma de la difuminación de fronteras, o al menos de mezcla, que está ganando protagonismo en los últimos años.

Todos los artículos, como sucede en Naukas, están escritos por la comunidad investigadora. Pero, mientras Naukas opta por un perfil más puro de científicos divulgadores, en The Conversation hay contenidos desarrollados por perfiles más académicos, con colaboraciones más puntuales. Tiene un ámbito más abierto que el de Naukas, con secciones sobre cultura, educación, tecnología… Naukas tiene cierto punto mediático del que The Conversation carece. Son diferentes, sin duda.

Con licencia creative commons (como la Agencia Sinc, pensada sólo para medios de comunicación y periodistas), The Conversation busca alojar sus contenidos en medios de comunicación sin necesidad de que los periodistas los reescriban. En cierto modo, es ciencia hecha divulgación pensada para el periodismo, quizá sin serlo propiamente. Una suerte de divulgación hecha por científicos y regida por un enfoque periodístico.

Se trata de una plataforma con una web bastante accesible, con un formato muy parecido al de las web de los medios de comunicación, lo que contribuye a su intención de acercarse a los medios y el periodismo. También se acerca al concepto de ciencia ciudadana, aunque de manera algo unilateral, al ofrecer la posibilidad de que los lectores sugieran temas que tratar, y al abrir la puerta a la participación de nuevas firmas. Su propio nombre da a entender que persigue fomentar el diálogo profesional o social en torno a la ciencia (y a otros ámbitos académicos). Pese a ello, le sucede algo parecido a Naukas: el público al que llega -creo- debe tener cierto nivel educativo y cultural, y un interés ya desarrollado por la ciencia.

Se organiza incluyendo los artículos de forma cronológica, permitiendo al lector cribar por secciones o ámbitos académicos, e incluyendo una sección (igual que muchos medios) de ‘lo más leído’.

La calidad de los contenidos está garantizada por el estatus de los colaboradores, y por el filtro que los editores tienen con los artículos que se publican. Creo que su objetivo se cumple más al incluir la divulgación en el periodismo y los medios de comunicación (sin hacer periodismo), y que la relación con la sociedad aún no está plenamente lograda, quizá por el propio estilo académico que impregna a The Conversation. Si va dirigido a la sociedad, es a una sociedad formada y con cierto nivel e interés cultural y científico.  

viernes, 13 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (13): análisis de la tercera cultura de Snow y Brockman

La asignatura de Epistemiología me está resultando algo compleja, pero la historia de las dos culturas de Snow, su anuncio de una tercera cultura y el desarrollo de Brockman de esta idea me está resultando apasionante. Aquí analizo los contrastes entre la tercera cultura que bosquejaba Snow y la que observa y propone Brockman.

Asignatura: Epidemiología de la ciencia
Tarea 7. Texto comparativo (Snow y Brockman)


La dicotomía que presenta C. P. Snow entre científicos y literatos en su obra Las dos culturas puede denominarse de muchas otras maneras. Es la clásica y muchas veces equivocada división entre ciencias y letras, pero también es la falta de comprensión entre científicos y no científicos, entre investigadores y humanistas, entre ciencia y arte. Más allá de todo el debate en el que se puede insistir sobre la incomprensión entre ambas culturas, la tarea pide centrarse en la aparición del concepto tercera cultura, propuesto por el propio Snow en la revisión de la obra en la que presentaba el enfrentamiento entre ciencia y literatura y posteriormente desarrollado y concretado por Brockman.


Uno de los problemas para comparar y contrastar las caracterizaciones de tercera cultura que hacen ambos autores es que Snow apenas la bosqueja. Deja caer que en la década de los 50 y los 60 del siglo pasado ya se estaban creando y tendiendo puentes entre ambas culturas, lo que podría favorecer la aparición de una tercera que favoreciera el mutuo entendimiento, pero no define cómo sería esa tercera cultura ni quien la comandaría y representaría. Sí dejó una frase para el debate: “Sólo hay una solución para esto y es, naturalmente, el replanteamiento de nuestros planes de enseñanza”. Como él mismo admite en la revisión de su obra, dejó factores fuera de la ecuación, y además barrió mucho para la interpretación exclusivamente británica de la cuestión.

Según sugiere Snow, podrían ser humanistas, sociólogos o filósofos quienes formaran la tercera cultura, aunque también podría tratarse de un nuevo ‘tipo’ de científicos, más cercanos a la sociedad y al humanismo, con mayor foco en la trascendencia social y vital de la ciencia. Abre la puerta al científico divulgador.

Vista la indefinición de tercera cultura que deja Snow, posiblemente a Brockman le fue más sencillo desarrollar el concepto según como él lo entendía, y hasta se permitió una breve definición bastante acotada, aunque tampoco de lo más precisa: “Reúne a aquellos científicos y pensadores empíricos (1) que, a través de su obra y su producción literaria, están ocupando el lugar del intelectual clásico a la hora de poner de manifiesto el sentido más profundo de nuestra vida, replanteándose quiénes y qué somos”.

Influido por su trabajo y su concepción de la ciencia y la sociedad, Brockman considera que son los propios científicos quienes pueden y deben tender los puentes, acercándose al humanismo y valiéndose de una interpretación artística y literaria que les permite trasladar su labor a la sociedad. No sigue exactamente las sugerencias de Snow, ya que se centra en la labor de científicos ‘divulgadores’ en una concepción primaria de este término, dejando de lado la posible labor de humanistas, literatos y artistas en su concepción clásica.

La ciencia se reinventa 

Así, serían los propios científicos, reinventados, los dueños de esta tercera cultura, y no tanto una conjunción de científicos y humanistas como parecía proponer Snow. En cierta manera, se prescinde de posibles intermediarios.

Puede interpretarse que Brockman deja la advertencia de una posible ‘burbuja’ en esta tercera cultura, que también podría ser elitista y excluyente, generando un elitismo entre estos ‘nuevos’ científicos que excluya otras posibles aportaciones humanistas. La generación de una ciencia más accesible, reinventando la tradición intelectual, podría esconder de forma paradójica cierto hermetismo. De hecho, deja caer que la cultura científica podría caer en elitismo al denostar a quien comunica y transmite de forma llana y sencilla 

Para acabar, me gustaría destacar que Brockman cita de forma específica la importancia de los periodistas científicos, otro de los posibles componentes de esta tercera cultura 

jueves, 12 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (12): análisis del sistema estatal de comunicación de la ciencia

Esta entrada es larga. Aunque lo cuelgo ahora, fue el primer trabajo para Máster de Cultura Científica, en la asignatura Comunicación Institucional de la Ciencia que imparte (muy bien) Elena Lázaro, entre otras cosas coordinadora de la Unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Córdoba y presidenta de la Asociación Española de Comunicación de la Ciencia (AECC).

Ni que decir tiene que es un análisis personal, de un alumno, ligado a una tarea formativa y que no va más allá de estos ámbitos. No soy un experto en el tema, aunque algo me defiendo.




Análisis crítico sobre el sistema estatal de comunicación científica

El sistema estatal de comunicación científica sufre, en primer lugar, de un problema de base. Históricamente, y es algo que aún se arrastra, no hay un total convencimiento de la importancia de la comunicación, algo que no sólo sucede en el ámbito científico. Tanto el sector público como el privado han tardado mucho en convencerse -si es que lo han hecho del todo- de la relevancia de comunicar de forma adecuada la ciencia, sus posibilidades, implicaciones y resultados.

Este problema de base viene, en parte, del olvido de la comunicación en el desarrollo formativo tanto de los ciudadanos como de los propios profesionales de la ciencia. Partiendo de que la educación general, tanto la infantil como la juvenil y universitaria, apenas presta atención a la importancia de la comunicación, los científicos, ingenieros, tecnólogos y demás profesionales no reciben formación específica en comunicación ni divulgación, conocimientos que son, si no necesarios, sí muy recomendables en su día a día.

De esta forma, nos hemos encontrado con el clásico problema de que los científicos -asumiendo el riesgo de generalizar- no suelen tener en mente, o al menos no solían hasta hace poco, la labor de dar a conocer a la sociedad su trabajo. La clásica torre de marfil. La clásica ‘prostitución’ de la ciencia si se hace mundana.

Por ejemplo, la comunicación y la divulgación no cuentan para la carrera científica, algo que busca revertir una iniciativa de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), a través de su Red Divulga, y de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). No será sencillo, pero si este documento se utiliza como base y prospera, la valoración de la ciencia será más justa. Hay vida más allá de los factores clásicos de evaluación, que ignoran la divulgación científica.

La sociedad, poco interesada por la ciencia, tampoco reclama a quien la produce que le rinda cuentas sobre sus hallazgos y problemas. Y no ha existido un interés real político, gestor o administrativo para fomentar un interés de ambas partes para comunicar o divulgar la ciencia, pese a que la Ley de la Ciencia obliga a ello.


Imagen: Forges.


La primera lectura que nos sugiere Elena Lázaro, profesora de la asignatura Comunicación Institucional de la Ciencia, tiene un tono optimista sobre la política científica, ya que data de 2009, justo en los años finales de bonanza, antes del comienzo de los recortes. El texto ‘Ciencia, Tecnología y Sociedad en la España del siglo XXI’, escrito por Ana Cuevas y José Antonio López, reconoce que “el avance científico [de las últimas décadas] no se ha visto acompañado de un esfuerzo comparable de comunicación y formación”.

En el problema puede estar la solución. Como señala esta misma lectura, el trinomio clásico del desarrollo científico ha sido ‘ciencia-industria-empresa’. La propuesta es cambiarlo por ‘ciencia-tecnología-sociedad’, lo cual no quiere decir que se olvide la necesidad de llevar la ciencia al mercado, sino interpretar que este fin tiene otro detrás: beneficiar a las personas, además de a la economía.

Éste es uno de los objetivos de un concepto útil y tardío, la denominada Investigación e Innovación Responsable (RRI, en inglés), que además de la participación ciudadana persigue la igualdad de género en ciencia, la ética, la transparencia, el acceso abierto a la ciencia y la educación científica. De su aplicación real depende parte de la reinvención que necesita el modelo científico; ya que este concepto aún no está consolidado, trataría de añadirle a su corpus la comunicación y la divulgación.

La cierta frustración que se notó con la Ley de la Ciencia de 1986 puede repetirse en parte con la Ley de la Ciencia de 2011. Frustración por la complicada situación de la política científica, dada la falta de inversión y las dificultades administrativas, y por el hecho de que la comunicación científica continúa sin parecer algo fundamental para gestores y políticos. Y ello a pesar del gran momento que vive la divulgación científica, acompañada del buen estado –pese a la complicadísima situación de la profesión - del periodismo científico. Probablemente nunca ha habido tan buen periodismo científico como ahora, curiosamente coincidiendo con los peores momentos de la profesión.

¿Por qué los responsables de la ciencia no aprovechan este tirón de la divulgación científica para poner la ciencia en primer plano? La creación de la Agencia SINC -agencia pública estatal de noticias científicas-  ya fue un paso muy positivo, circunscrito al periodismo pero beneficioso para la comunicación científica en general. Pero se necesitan más casos de éxito. El caso de la iniciativa Naukas, por poner un ejemplo, debería ser un espejo en el que los gestores de la ciencia se miraran. ¿Por qué no algo parecido a un Naukas público?.

En los últimos años, la ciencia está más que nunca en los medios de comunicación. Internet, radio, televisión y prensa dan cabida al periodismo, la comunicación y la divulgación científica. Por poner dos ejemplos, cada día se publican más libros de divulgación científica, y aparecen más científicos y divulgadores como colaboradores en los medios. La Administración ha hecho algún movimiento positivo en forma de inclusión de programas científicos en las parrillas, un camino que se debería seguir explorando.

Pero la comunicación no sólo debe estar en los medios. Los gabinetes de comunicación de las instituciones están muchas veces infravalorados, bien por falta de personal y de recursos, bien por falta de relevancia dentro de la estructura organizativa. La comunicación, que en su día se consideró prescindible, lleva tiempo más visible, pero aún hay la sensación de que se considera un añadido, y no algo nuclear, dentro de las instituciones y empresas.

Como bien reseña otra de las lecturas recomendadas (Impacto de los museos y las ferias científicas en España), los museos son un ejemplo a seguir, quizás la joya de la corona de la comunicación institucional de la ciencia. Especialmente en los últimos años, los museos se han convertido en la punta de lanza de la divulgación y la comunicación, bien es cierto que contando con la ventaja de que está en su ADN mostrarse al mundo. Muchos de ellos han ido por delante en uso de redes sociales, por ejemplo, llegando al público joven entre otros logros.


Imagen: Forges.


Por el contrario, buena parte de las instituciones científicas españolas han dedicado años a ocultarse, prefiriendo que no se hablara de ellas por si, al hacerlo, se hablaba mal o se sembraba la duda. Craso error. Aún sucede: poco contacto con los medios de comunicación, falta de información dirigida a la sociedad, comunicación para sus adentros, y cuanta menos exposición, mejor. Aunque hay luz al final del túnel, esto sigue sucediendo en empresas, Organismos Públicos de Investigación, ministerios…

En la cola de la pescadilla están los ciudadanos. En una de las citadas lecturas recomendadas se dice bien claro: “Igual de trascendente es un cambio en las actitudes de los ciudadanos con respecto a estos temas”. Al español medio apenas le importa la ciencia. No la comprende y no quiere comprenderla. ¿Consecuencia? No lucha por ella. El clásico ejemplo de las manifestaciones y protestas por el posible deterioro de la sanidad no tienen equivalente en ciencia: no preocupa especialmente que baje la inversión, que se pierdan recursos humanos o que se cierren equipos y líneas de investigación (entre otras cosas porque ni se sabe).

Da en el clavo Xurxo Mariño en otra de las lecturas recomendadas (‘Comunicar la ciencia, menuda historia’: “Si usted quiere participar como ciudadano en esta sociedad, debe conocer algunos detalles relacionados con los productos que la ciencia vierte en ella (…). También puede usted despreocuparse del asunto, ignorar el conocimiento científico y vivir como un feliz ignorante; al fin y al cabo, es lo que ocurre con la mayoría de ciudadanos (…)”.

Una de las iniciativas más interesantes de los últimos años ha nacido precisamente de un impulso ciudadano. Es Ciencia en el Parlamento. Siendo un auténtico caso de éxito y un caso digno de estudio de cómo la comunicación ha ayudado a su crecimiento y consolidación, Ciencia en el Parlamento ha terminado siendo una iniciativa profesional. De base ciudadana, sí, pero encabezada, sustentada y formada principalmente por científicos. Si la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia preguntara a la ciudadanía si conoce Ciencia en el Parlamento, el porcentaje de negativas sería importante, sin duda. ¿Por qué? De nuevo, la capacidad para comunicar dentro del ámbito científico, cuando se da correctamente como es este caso, no siempre tiene traducción en la calle.

Por proponer una solución global de base, aunque llegarían tarde, una sugerencia personal es impregnar toda la ciencia institucional y empresarial de comunicación. Contar con comunicadores/periodistas/divulgadores en todas las ramas de una organización, y no sólo en los gabinetes de comunicación, o al menos fomentar que los profesionales de estos gabinetes estén siempre presentes en todo el escalafón del organismo para el que trabajan.

Hay que darle a la comunicación la importancia que merece, pero no de palabra, ni como una concesión, sino con hechos y con el convencimiento de que es una necesidad. Tanto la ciencia como la sociedad saldrán beneficiadas, como sugiere Xurxo Mariño al final de su texto: “La imaginación y la capacidad de trabajo que se requiere para hacer buena ciencia deben emplearse también para comunicar su filosofía y sus resultados”. Amén.

martes, 10 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (11): modelos de cultura científica

Volvemos a la asignatura de Epistemiología de la ciencia para analizar la tesis que la doctora Marila Lázaro desarrolló y defendió en la UPV/EHU: 'Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental'. La idea es interpretar los diferentes conceptos que se han ido desarrollando para traducir el término 'cultura científica'. Ahí va:

Asignatura: Epistemiología. Tarea 5

El concepto global de cultura científica engloba diferentes formas de entenderlo. Una de las primeras es su asimilación a la alfabetización científica, cuyas raíces pueden ya observarse hace siglos. Se trata de una idea bastante unidireccional, en la que es la ciencia la que se dirige a la sociedad.

El concepto se fue desarrollando a lo largo del siglo XX, hasta que con el cambio de siglo empezó a tomarse en serio una reflexión que venía forjándose de atrás: ¿está teniendo éxito el traslado de la ciencia a la sociedad? Se asume que no, o como mínimo que este éxito es muy moderado y relativo. Entre otras conclusiones, parece que se subestima la complejidad de la relación entre ciencia y sociedad (obsérvese que se sigue citando en primer lugar el término ‘ciencia’ y en segundo lugar el término ‘sociedad’).

Una pequeña evolución de la alfabetización científica puede ser el término comprensión pública de la ciencia, que trata de aportar algo de bidireccionalidad a la cultura científica, dando más peso al que casi siempre se cita como mero receptor: el ciudadano. Si la alfabetización científica se había trasladado a un plano individual, cuando se supone que al hablar de cultura científica se habla de la sociedad, la comprensión pública de la ciencia trata de recuperar una visión más generalista.

¿Llega la ciencia a la calle? (Pixabay).


Otro paso más allá se da cuando se empieza a hablar de apropiación social de la ciencia. Quienes lo propugnan tratan de forjar una idea de cultura científica aplicable tanto al ciudadano como a la sociedad global. Al fin se idean y desarrollan procesos de participación ciudadana, muchos de los cuales tratan de generarse como procesos formativos. En el fondo, no se trata de enseñar la ciencia, ni siquiera de que se comprenda: las personas deben saber interpretarla, recurrir a ella, de forma consciente pero, incluso, de manera inconsciente. La idea es más aprehender la ciencia que aprenderla.

En todos estos conceptos de cultura científica tienen relevancia dos cuestiones satélite que van progresando a la vez que las definiciones tratan de acercarse a la ciudadanía para implicarla.
Por un lado, se ha ido llegando a la conclusión de que la relación entre conocimiento y actitud no tiene excesiva validez. Según se va modulando una idea más participativa, se comprende que la ignorancia no tiene por qué generar rechazo, así como los conocimientos no tienen que traducirse en aceptación per se.


Por otro lado, las encuestas que tratan de medir la percepción social de la ciencia y el grado de alfabetización/comprensión/apropiación comprenden que hace falta gestionar bien los indicadores que utilizan, evitando que éstos tengan un carácter más científico que social. Aún hay que saber exprimir la eficacia, eficiencia y utilidad de estas encuestas. Continuamos persiguiendo la interpretación más adecuada del término cultura científica. 

 

lunes, 9 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (10): entrevista a Lluis Montoliu

Nueva tarea para el máster, ésta muy entretenida y gratificante. Entrevisto a Lluis Montoliu, más de 10 años después de hacerlo por primera vez (en Diario Médico), para la asignatura Introducción a la Comunicación Científica.
Si alguien llega al blog, seguro que esta entrada se lee más que las anteriores ;)

Aviso porsiaca: ya que se trata de un ejercicio de carácter formativo/docente, y se incluye en un blog personal, se agradece la no reproducción de esta entrevista en medios, webs, etc. Por supuesto, sí se puede difundir y citar con el enlace a esta entrada del blog, ya que su contenido es público. Tanto Lluis como yo estaremos encantados de su difusión en este sentido.

Mi consejo a los científicos jóvenes es: primero investiga, luego divulga”


Lluis Montoliu lleva 23 años trabajando en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB), centro que pertenece al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación de España. También desarrolla su labor en el CIBER de Enfermedades raras (CIBERER) y en la Universidad Autónoma de Madrid. Es biólogo, comenzó trabajando en genética de plantas y ha dedicado la mayor parte de su carrera al estudio de la genética en ratones, investigando sobre herramientas como la transgénesis y el origen biológico de diversas enfermedades raras. Experto en técnicas de edición genética como CRISPR, siempre ha estado interesado en la comunicación y la divulgación, tareas que ha potenciado en la última década hasta convertirlas en una parte fundamental de su trabajo científico actual.

La entrevista, que es más una charla distendida, tiene lugar en su pequeño despacho del CNB, en uno de los pocos días que el investigador trabaja frente a su ordenador. Congresos científicos nacionales e internacionales, clases en la universidad, charlas divulgativas en colegios y actividades con asociaciones de pacientes ocupan buena parte de su día a día. Tras muchos años formando científicos y consolidando conocimientos, Montoliu puede ahora apoyarse en su equipo, en el que tiene absoluta confianza, y dedicar más tiempo a llegar a la sociedad. Entre otros muchos ejemplos, forma parte de la iniciativa Naukas y es socio de la Asociación de Comunicadores de Biotecnología (ComunicaBiotec). Su consejo es claro: “Primero investiga, después divulga”.

Un momento de la entrevista con Lluis Montoliu.


¿Cómo y cuándo te entró el gusanillo de la divulgación científica?

Siempre me ha gustado contar las cosas. Desde que empecé a trabajar en el CNB, hace 23 años, comencé a colaborar con medios de comunicación, aunque al principio de forma anecdótica. El punto de inflexión en mis actividades de comunicación y divulgación se produjo cuando empecé a colaborar con asociaciones de pacientes y me impliqué en los programas de formación de profesores de enseñanza secundaria de la Comunidad de Madrid. Ambas cosas me abrieron la puerta a explicar con otro lenguaje lo que hacíamos en el laboratorio. Me encanta y lo considero gratificante.

¿Qué canales prefieres para divulgar?

Me siento cómodo hablando. Me gustan las charlas, pero llegas a un público limitado. Las redes sociales amplían el horizonte; Twitteres mi preferida, una herramienta esencial para mí que me ha hecho cambiar mi seguimiento de trabajos científicos, además de mi labor en divulgación. Hay más medios y, por ejemplo, considero muy relevante el uso de vídeos.

Hay un boom de la divulgación científica. ¿Crees que realmente llega a la sociedad?

En muchas de las actividades que hacemos los divulgadores hay un grupo de personas, muy interesadas en ciencia y en el movimiento divulgativo, que se repite. Estamos llegando a una parte de la sociedad a la cual no llegábamos, pero no tengo claro que vayamos más allá; nos queda mucho por hacer y explorar. Como se dice de Mahoma, hay que ir a la montaña, a sitios donde la ciencia no está, y por ejemplo los institutos de secundaria son una muy buena diana. Creo que los alumnos de 4º de ESO [14-15 años] son ideales para conectar y lograr que, no todos pero sí alguno, desarrollen más interés por la ciencia.


"Si uno tiene el privilegio de tener  
conocimientos científicos, también  
tiene el deber de compartirlos"

¿Crees que ha cambiado en los últimos años el apoyo institucional a la divulgación científica?

Definitivamente sí. Las instituciones se han dado cuenta de que para medir el impacto de lo que hacen sus investigadores, comunicarlo y llegar a la sociedad les reporta muchos beneficios. Cada vez se promociona más la ciencia desde las instituciones que la hacen. Además, la divulgación está empezando a formar parte de las actividades por las que se evalúa a un científico. En el CSIC, donde yo trabajo, se me evalúa también por mis labores de divulgación. El último sexenio tecnológico puesto en marcha por el Ministerio de Ciencia, que está ahora en evaluación, incluye como aspecto clave las actividades de divulgación.

Comunicar y divulgar ciencia ¿debe ser una obligación para un científico, o sólo una recomendación?

Para mí es una necesidad, especialmente cuando uno trabaja en un centro público de investigación. Si uno tiene el privilegio de tener conocimientos científicos, tiene el deber de compartirlos. Pero recalco que cada uno debe compartir lo que sabe, no debe divulgar de lo que no sabe por el mero hecho de ser científico. No estamos capacitados para hablar de cualquier tema.


"Hay que contar la ciencia de forma honesta, 
explicando muy claro qué podemos hacer hoy día 
y qué no podemos, o no debemos, hacer aún"


¿Cuál es la relación entre la divulgación de la ciencia y la educación científica que tiene la sociedad?

Según el informe PISA no funcionamos muy bien en ciencia. También lleva años señalándolo la FECYT en sus encuestas sobre percepción social de la ciencia. Hay gente que sigue creyendo en las pseudociencias, por ejemplo, y son los profesionales quienes debemos luchar contra estas creencias. Por ejemplo, en terapia génica, se leen titulares que llevan a pensar que ya está disponible para casi todas las enfermedades y pacientes. Ya me gustaría que fuera así, pero no lo es. Hay que contar la ciencia de forma honesta. Cada vez tengo más relación con asociaciones de pacientes y siempre les explico muy claro qué podemos hacer hoy día y qué no podemos o no debemos todavía hacer.

¿Algún consejo o recomendación para los científicos jóvenes que quieren divulgar ciencia?

Muchos investigadores jóvenes se me acercan y me dicen ‘quiero ser como tú y divulgar’, y siempre les doy el mismo consejo: primero investiga y luego divulga. Creo que hay que divulgar, pero desde el conocimiento. Llevo 23 años trabajando en el CNB, con mucha gente que ha pasado por el laboratorio, y he acumulado con mis equipos mucho conocimiento que ahora podemos llevar a la sociedad. Pero antes hay que acumular este conocimiento. Puedes divulgar sobre el trabajo de otros, pero es más informar, comunicar… Si realmente quiere trasladar un mensaje a la sociedad, tienes que divulgar sobre lo que tú haces. Hay que tener en cuenta que, para sentirte cómodo en esta labor, primero hay que desarrollar mucho trabajo. La divulgación es una actividad natural que llega en su momento, después de haber invertido tiempo y trabajo suficiente en el tema de investigación que te ocupa.



PD: aprovecho y dejo otra entrevista que le hice a Lluis a principios de año, cuando trabajaba en Diario Médico:

- "CRISPR es poderoso y peligroso, puede ser bueno y malo, y su límite es sólo la imaginación"

sábado, 7 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (9): análisis de gráficas

Turno para la asignatura de congresos y publicaciones científicas. Vamos a hablar un poco de gráficas.

Asignatura: Publicaciones y congresos científicos
Tarea 4.1: Análisis de gráficas

1.- 

Estudio (pinchar en el enlace): Mortalidad por complicaciones médicas y quirúrgicas, impacto de la crisis y gasto sanitario en España 2002-2013. Andreu Nolasco, Eva M. Vicent-Castelló, Pamela Pereyra-Zamora, Pablo Caballero-Pérez, Joaquín Moncho Gac. Sanit. 2019;33:504-10.

Gráfica (pinchar en el enlace). Figura 1Tasas estandarizadas de mortalidad (TEM) por edad por el método directo (por 100.000 habitantes), para los periodos 2002-2004, 2005-2007, 2008-2010 y 2011-2013, para España y agrupaciones de las comunidades autónomas según tercil de índice sintético de vulnerabilidad (ISV). IC95%: intervalo de confianza del 95%.

Gráfica en una revista especializada en salud pública, epidemiología y gestión sanitaria, órgano de expresión de una sociedad científica (Sociedad Española de Salud Pública y Administraciones Sanitarias, SESPAS).








He elegido una gráfica de líneas, que suelen utilizarse para reflejar una evolución de datos, en este caso tasas de mortalidad. En el eje X aparecen 4 periodos de años, y en el eje Y tasas de mortalidad por 100.000 habitantes. La información que el cruce de ambas ofrece incluye 4 grupos de personas, según su tercil de índice sintético de vulnerabilidad, por lo que se añade cierta complejidad a la gráfica (ya de por sí compleja debido a su contenido técnico). Estos 4 terciles se muestran con 4 líneas diferenciadas: una formada por puntos, otra por rayas, otra continua negra y una última continua gris.

El eje Y incluye información sobre tasas de mortalidad por habitante entre las cifras 0,35 (la menor, situada en el extremo inferior del eje) y 0,80 (la mayor, situada en el extremo superior). Al no tratarse de números enteros, y no incluir cifras 'sencillas' (de 0 a 1 ó de 1 a 10, por ejemplo), la interpretación de los datos puede no ser sencilla para el lector. En cuanto al eje X, divide 11 años en 4 periodos (2002-04, 2005-07, 2008-10 y 2011-13), por lo que el lector deberá comprender que no hay datos de años concretos, sino de trienios, una opción que de nuevo puede restar sencillez al gráfico.

La gráfica incorpora información explicativa en forma de texto numérico, añadiendo los intervalos de confianza en el cálculo de las tasas estandarizadas de mortalidad (eje Y), sumando un nuevo contenido a la gráfica y sumando complejidad a su interpretación. 

En definitiva, una gráfica poco sencilla, poco intuitiva a primera vista, que precisa de cierta formación y de lectura previa del texto, pero bien desarrollada para los expertos en la materia (se trata de una revista especializada, dirigida a profesionales, no en principio al público general).


2.- 


Información: Nota de prensa del Instituto Nacional de estadística (INE) sobre el último informe de Gastos y personal en actividades de I+D interna en España, año 2018.

Gráfica: gasto en I+D interna sobre el Producto Interior Bruto a precios de mercado (PIBpm) en las diferentes comunidades autónomas españolas. 



En este caso, se muestra una gráfica de barras/columnas (incluye también una línea), que suelen utilizarse para comparar datos entre diferentes segmentos. Aquí, gasto entre comunidades autónomas. Es una gráfica más sencilla que la anterior, tanto por la información en sí que ofrece, como por la inclusión de menos información.

Cada barra corresponde a una comunidad autónoma y a su inversión, en forma de porcentaje, en investigación como parte del total de su PIB. El orden, de izquierda a derecha como rige nuestro modo de lectura, viene definido por el porcentaje de inversión, de mayor a menor, de modo que a la izquierda se sitúa la barra de la comunidad autónoma con mayor porcentaje de inversión (País Vasco), y a la derecha la que menos (Islas Baleares). El orden de las barras es, de esta manera, decreciente, fácilmente comprensible para el lector. 

Hay que destacar un elemento extra en la gráfica, una línea que la recorre en horizontal (X) y que cruza todas las barras, para aportar el dato nacional de inversión. De esta manera, el lector puede observar de un solo golpe de vista si una comunidad autónoma invierte en investigación más o menos que la media de España. ¿El fallo? La gráfica no incluye el dato de qué significa esa línea horizontal con valor constante de 1,24. El lector que no esté familiarizado con este tipo de información puede no saber qué es esa línea que cruza toda la gráfica (ni el título incluye esta información, ni hay leyenda que la explique). Hay que ir al texto de la nota de prensa para entender que ese 1,24 es el porcentaje de inversión media en España.

Quitando esta falta, se trata de una gráfica bastante sencilla, ya que no incluye evolución de años (sólo se refiere el 2018), está claro qué barra corresponde a qué comunidad autónoma, y qué porcentaje va asociado a cada una de ellas (situado justo encima de cada barra). 

PD: Aunque no es objeto de esta tarea, no me resisto a señalar la baja inversión en investigación en España. Ese objetivo imposible del 2% del PIB para I+D+i no lo alcanza ni una sola comunidad autónoma (sólo País Vasco está siempre rondándolo). El dato nacional, ese 1,24%, apenas ha variado en los últimos años. Hace poco hablé en esta entrada sobre inversión pública. Mal seguimos, mal vamos

viernes, 6 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (8): sobre la alfabetización científica

Vamos con otra entrada sobre alfabetización y cultura científica. Ésta es más entretenida que la anterior; no es una mera exposición, sino una reflexión sobre la relevancia de que la ciudadanía conozca, comprenda y sepa aplicar la ciencia. En el horizonte, la posibilidad de consolidar la ciencia ciudadana.

Este post se basa en el análisis de una parte de la tesis doctoral de Marila Lázaro en la UPV/EHU, 'Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental', que no puedo enlazar aquí al no haberla podido encontrar en la web.

Epistemología y cultura científica
Tarea 4b.- Redacción de opinión


Partimos del análisis de dos equiparaciones entrelazadas:

-         - Incremento de la cultura científica entendida como alfabetización = incremento de la actitud positiva hacia la ciencia.

-         - Actitud negativa hacia la ciencia = falta de cultura científica entendida como ignorancia.

Estoy absolutamente de acuerdo con que la cultura científica no debe restringirse a un mero conocimiento formal o teórico de conceptos, sino añadir la capacidad de comprenderlos y utilizarlos en el día a día. Ya hace más de un siglo, Dewey señalaba que ser científicamente culto “no sólo es saber más ciencia, sino también ‘practicar la ciencia’, llevarla a la vida diaria a través de la potenciación de las capacidades de los individuos para tomar decisiones y elegir cursos de acción”. 

Y, sin saberlo, ya jugaba con el concepto de ‘ciencia ciudadana’ que hoy manejamos, al defender “la alfabetización científica por medio de la incorporación de la ciencia a la experiencia humana mediante la educación y la política”, tal y como señala Marila Lázaro.

Sesgos, bulos, infoxicación...

Estoy más de acuerdo, o más seguro de estarlo, con la primera de las equiparaciones que propone la tarea: una ciudadanía con alfabetización y cultura científica será más proclive a tener una actitud positiva hacia la ciencia. Veo esto cierto, al menos, de forma teórica, sin incluir la interferencia de factores prácticos como los sesgos ideológicos, la infoxicación informativa, los bulos y la situación socioeconómica, por ejemplo. Por lo general, si una persona conoce la ciencia, la entiende y la aplica en su vida, se dará cuenta de que les es útil, por lo que tendrá una actitud positiva hacia ella.

La segunda equivalencia me genera alguna duda más, porque de entrada yo le daría la vuelta. La equivalencia no es tanto la propuesta (‘actitud negativa=falta de cultura científica e ignorancia’), sino la contraria (‘falta de cultura científica e ignorancia = actitud negativa’), ya que con este orden de factores tiene más sentido, por correspondencia, el análisis junto a la primera de las equivalencias propuestas. Siguiendo el razonamiento de esa primera equivalencia, una ciudadanía no alfabetizada e inculta científicamente tiene más papeletas para acercarse a una actitud negativa, aunque sólo sea por el miedo y reticencia al cambio y a lo nuevo que solemos tener los seres humanos.

En todo caso, veo más fácil de demostrar la equivalencia positiva (cultura y alfabetización=visión positiva) que la negativa (no alfabetización e incultura=visión negativa). ¿Por qué? Porque creo que la falta de cultura puede conducir también a no implicarse, a no formarse una idea propia, a ‘pasar’ de la ciencia sin plantearse si es buena o mala. Incluso alguien formado y educado puede interpretar que la ciencia no es puntualmente buena, como por ejemplo sucede con cuestiones polémicas como la energía nuclear o la inteligencia artificial.

"A mayor cultura científica, mayor desenvoltura social"

Algo similar a lo que pienso señalaba J. Miller en el texto de Lázaro: “La alfabetización científica cívica (civic scientific literacy) se puede conceptualizar como el nivel de comprensión de CyT necesario para funcionar como ciudadano en la sociedad actual, moderna e industrial”. A mayor cultura, mejor desenvoltura social, lo cual no puede interpretarse sino algo positivo. Si a ello se añade, como hizo el propio Miller años más tarde, “la capacidad de distinguir a la ciencia de la pseudociencia”, la cultura y la alfabetización suman puntos, acercando esa búsqueda de una ciencia con mayor interés y participación ciudadana.

Lázaro incide en estas ideas al señalar que los teóricos se fueron dando cuenta, al investigar sobre la divulgación y la cultura científica, de que el argumento cultural ganaba peso: aparecen “beneficios intelectuales, estéticos y morales”, por lo que “un mayor conocimiento científico redundará en un mayor estímulo para el goce intelectual y el bienestar social”.

Al leer a Lázaro, desde las primeras líneas uno piensa en las encuestas de percepción social de la Fecyt, que lógicamente aparecen citadas en las últimas páginas de su texto. La Fecyt es heredera de aquellos primeros “trabajos sobre conceptualización y medida del conocimiento científico del público”, que arrancaron y se consolidaron a partir de los años 80 del pasado siglo. Frente a lo positivo de estas iniciativas, nos sigue quedando la duda de si realmente avanzamos en alfabetización social y cultura científica. 

Uno de los gráficos de la última encuesta de percepción social de la ciencia de la Fecyt.


Miller, en 2002, ya decía que “el diagnóstico de todas formas estaba claro, aunque en crecimiento, estos niveles eran demasiado bajos para los requerimientos de una sociedad democrática marcada por los desarrollos de la CyT”. ¿Hemos avanzado desde entonces? Las encuestas de la Fecyt ofrecen una leve tendencia a mejor, pero poco significativa quizás.

Con el cambio de siglo, ganó peso un concepto importante: el problema de la falta de alfabetización, cultura e interés científico no es sólo del público. Aunque es una teoría que ya se había dejado caer antes, en las dos últimas décadas está quedando claro que es un proceso a cuatro bandas “ciencia/instituciones/expertos/diferentes públicos”.

Tener la ciencia a mano

Para manejar ambas equivalencias propuestas, me han parecido muy interesantes varios conceptos que cita Lázaro en su texto, especialmente dos: el término cultura científica significativa y apropiación social de la ciencia. Ambos parecen relacionados y ponen nombre a la idea ya antes comentada: el cuidado tiene que saber valerse de la ciencia, hacerla suya, llevarla en el bolso y la cartera, para entendernos, y poder echar mano de ella cuando la vida lo requiera. 

Lo resume bien Lázaro: “La adquisición de cultura científica por los individuos debe tener una incidencia en la vida de las personas, generando pautas y disposiciones comportamentales en el desempeño de éstas como consumidores, profesionales, usuarios de sistemas de salud, o en su relación con el ambiente”.

Para terminar, una última reflexión de Lázaro que considera interesante para discutir las dos equivalencias: “Una persona sin un saber enciclopédico puede sin embargo integrar y explotar críticamente la información que recibe sobre CyT”. No consiste en aplicar literalmente ese clásico ‘el saber no ocupa lugar’ para llenarse la cabeza de conceptos teóricos, sino en tener la capacidad de extraer de la ciencia lo que más necesitemos y nos interese. Para ello hay que conocerla y comprenderla, y esto nos llevará a la idea de ‘significativa’, sabiendo aplicar la ciencia en su justa medida, según nuestro entorno nos lo reclame.

jueves, 5 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (7): búsqueda web de definiciones de cultura científica

Otro post para @Culturacienti: a vueltas con las cultura científica, la alfabetización y la ciencia ciudadana.

Epistemología y cultura científica
Tarea 4a.- Búsqueda en Webs

Tras realizar varias búsquedas e indagar bastante (al buscar 'cultura científica', incluso al añadirle 'definición' o 'concepto', no aparecen muchas entradas que incluyan una definición), he seleccionado estas tres (he omitido documentos en inglés):

1.- Estudios de cultura científica en América Latina. Publicado por Leonardo Silvio Vaccarezza  en la Revista Redes, vol. 30, nº 30, Buenos Aires, pp 75-103, en diciembre de 2009.

http://www.unq.edu.ar/advf/documentos/58c2fbf16a174.pdf

"El significado más institucionalizado, especialmente en el campo de la política y gestión de la ciencia y la tecnología, hace referencia a la percepción pública como la combinación entre comprensión de hechos científicos y actitudes hacia la ciencia y la tecnología, dando lugar a una tradición de estudios empíricos basados en técnicas cuantitativas".


2.- Publicación 'Cultura científica, participación social y desarrollo', publicado por el Centro de Formación de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) y el Servicio de Documentación y Biblioteca del Centro Iberoamericano de Formación, en colaboración con la Embajada de Guatemala en España ('Cultura científica, participación social y desarrollo: del 30 de mayo al 3 de junio de 2005 / AECID- , OEI- La Antigua: Centro da Formación, 2005').

http://lanic.utexas.edu/project/laoap/cif/cif000035.pdf

"Entendemos por cultura científica el conjunto de prácticas, metodologías, información y conocimientos, percepciones y vinculaciones aplicativas que se asimilan y cultivan en la generación de conocimientos y en la interacción con los distintos actores sociales".
(No está referenciado el autor u origen de la definición, pero entiendo que nos vale para la tarea)


3.- Sociedad Española de Bioquímica y Biología Molecular (SEBBM). 'Las tres ramas de la divulgación científica', publicado en abril de 2011 por José Antonio López. DOI: http://dx.doi.org/10.18567/sebbmdiv_RPC.2011.04.1

https://www.sebbm.es/web/es/divulgacion/rincon-profesor-ciencias/articulos-divulgacion-cientifica/300-las-tres-ramas-de-la-cultura-cientifica

"Conjunto de conocimientos no especializados de las diversas ramas del saber científico que permiten desarrollar un juicio crítico sobre las mismas y que idealmente poseería cualquier persona educada". 











martes, 3 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (6): análisis de citas en dos papers

Seguimos con el máster, y volvemos a la asignatura sobre congresos y publicaciones científicas. Pues no me he 'comido' yo papers... ;)

Asignatura: Publicaciones y congresos científicos
Tarea 3.1. Citas

Tras consultar diversos estudios (Gaceta Sanitaria, Nature, NEJM) y estar a punto de quedarme con un BMJ sobre crisis y salud pública, al final elijo un 'viejo conocido' para esta tarea sobre citas. El artículo que escojo es uno de los que ya comenté en la tarea del análisis de IMRAD. No es comodidad (como digo, he consultado varios), pero es el que más juego me da para el comentario sobre las citas.

PD: Perdón por la extensión, Joaquín: demasiado larga. En vez de 300 palabras, me he ido al doble, pero se me quedaban fuera muchas ideas. Si crees que no ser conciso en esta tarea resta puntos, por favor permíteme recortarlo ;)

Artículo:  Novel association of five HLA alleles with HIV-1 progression in spanish long-term non progressor patients. PLoS One. 2019; 14(8): e0220456.


Las referencias en el artículo están estructuradas según el sistema de orden de mención. Son numerosas las referencias (un total de 51) y las citas están distribuidas a lo largo de todo el texto. Dividiéndolas según su aparición en las 4 partes de la estructura IMRAD, en la Introducción aparecen citadas las referencias de la 1 a la 25; en Materiales y Métodos, de la 25 a la 30; en Resultados hay 5 citas, y las 5 son repetidas al haberse citado ya antes en la introducción y/o en los métodos; y, finalmente, en Discusión aparecen las citas de la 30 a la 51, aunque de nuevo se repiten muchas ya citadas en los 3 apartados previos del IMRAD. ¿Es normal repetir las mismas citas a lo largo de un paper?

Tiene sentido que las primeras 25 referencias se citen en la introducción, llevando al lector a un histórico de trabajos que contextualicen el actual. En Métodos y Discusión aparecen pocas citas (teniendo en cuenta las muchas que tiene el paper), y en la Discusión vuelve a haber un gran número. No sé si es común que la Introducción y la Discusión se lleven la gran parte del total de citas...

Una reflexión en este sentido: todo el paper está salpicado de citas, lo que, como dice Robert Day, puede ser algo farragoso y complicar la lectura. No lo tengo claro, pero William Roberts dice en el prefacio del capítulo de Day lo siguiente: "los textos que incluyen innumerables referencias revelan más inseguridad que erudición"....

Se me ocurren muchas cosas que comentar, partiendo de lo leído en el texto de Day (que, por cierto, está escrito muy claro y sencillo, con ejemplos prácticos: muy útil). Primero, que son muchísimas referencias/citas. Cabe destacar que, en el artículo online, cada cita tiene un enlace que informa sobre la referencia completa, con la posibilidad de pinchar para trasladar al lector al final del paper donde están esta referencia citada junto a las demás. Al pasar el cursor del ratón sobre la cita (un número entre paréntesis, por cierto), aparece la referencia completa, con todos los autores y los datos del trabajo: nombre abreviado de la revista, fecha, número, volumen y paginación y, además, un link a PubMed y a la enumeración final con todas las referencias.

Otro detalle. En la enumeración de referencias al final del paper, ordenadas cronológicamente según aparecen en el artículo, aparecen citados los autores hasta un total de 3, y a partir del tercero se añade 'et alter -et al-' para señalar que hay más. Eso sí, en las citas situadas a lo largo del paper, que enlazan a la referencia y pueden verse situando el cursor del ratón encima, aparece en la versión online el listado completo de autores. Si el artículo no se consulta online, al no haber posibilidad de pinchar o clicar, no veo la posibilidad de localizar el listado completo de autores referenciados si son más de 3, ya que sólo se puede recurrir a la enumeración final de referencias, en la que, como he dicho, sólo aparecen los 3 primeros más 'et al'. ¿Puede ser esto un fallo o déficit por parte de los autores de este paper?

En numerosas ocasiones, tras un comentario aparecen citas señaladas de esta manera: 1-9, 1-25, 14-19, lo que da a entender que se lleva al lector a todas las citas incluidas entre los dos números utilizados. El problema es que en la versión online sólo se puede pinchar en el '1' y en el '9', sin poder consultar (salvo que se vaya al final del paper, a la enumeración de referencias) las otras citas contenidas entre la 1 y la 9. En general, me parece una solución cómoda para el autor del paper original, que puede resultar algo farragosa para el lector al llevarle a múltiples citas, algunas de ellas sin link.

En cuanto a la enumeración de referencias al final del artículo, que como he comentado sigue orden cronológico por orden de mención, incluye el nombre completo del artículo, el nombre abreviado de la revista, el número, volumen y páginas, el Digital Object Identifier-DOI (con enlace web) cuando lo hay, y el PMID (identificador en PubMed).



lunes, 2 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (5): análisis de un texto sobre epistemiología, filosofía y ética

De nuevo, entrada protagonizada por un ejercicio para @culturaCienti. Toca epistemiología, filosofía, bioética...

Asignatura: Epistemiología y cultura científica
Tarea 3. Explicación Texto (Sober)

El texto de Elliott Sober 'El significado de la causalidad genética' es algo técnico y requiere de ciertos conocimientos sobre genética y biología para ser perfectamente comprendido. Aun así, es una buena base para aproximarse a las posibilidades que tiene el hombre para utilizar la modificación genética para unos y otros fines en relación con los conflictos científicos y éticos que ésta puede conllevar. Aunque no sea sencillo de comprender, hace pensar, lleva a hacerse preguntas y puede ser un anzuelo para que gente interesada siga leyendo e informándose al respecto.

Un ejemplo. Las cuatro preguntas que se hace Sober ("¿Contribuyen los genes causalmente al rasgo? ¿Cuánto contribuyen los genes, en relación con el entorno, al rasgo? ¿Qué genes contribuyen a un rasgo? ¿Cómo contribuyen dichos genes a ese rasgo?") me han hecho pensar mucho, ya que de un debate que parecía muy acotado, su visión científica y epistemiológica aporta numerosas aristas que conocer y considerar. Y un detalle más del texto, que me ha parecido el más interesante para acercar a la sociedad: cómo la modificación genética puede hacernos pasar del debate enfermedad-salud al debate salud-salud/súpersalud.

Como sugieres, Jon, en la explicación de la tarea, podría bastar "una idea vaga e intuitiva" para tomar partido ante las posibilidades que la modificación genética plantea. Bien por 'miedo o respeto' a los avances tecnológicos o científicos, bien por inclinaciones morales e incluso religiosas, bien por aferrarse al principio de prudencia, cabría desconfiar antes de buscar más información. En la otra cara de la moneda (la que más me representa), bien por confianza en la ciencia y quien la ejecuta, bien por progresismo ideológico, bien por mera curiosidad y deseo, cabría avalar de entrada las prácticas sobre las que habla Sober. Pero, en ambos casos, carecer de formación científica, obviar la interpretación epistemológica, filosófica y ética de la ciencia, y lanzarse a una opinión sin valorar las consecuencias, conduciría a un posicionamiento demasiado frágil.

(De Elliott Sober: el significado de la causalidad genética) 


Si confiamos en extender ese concepto tan perseguido, la ciencia ciudadana, hay que aspirar a que la sociedad comprenda y participe de este tipo de debates. Personalmente creo que textos relativamente técnicos como éste quizá no ayuden per se, pero ahí está la labor de la comunicación y la divulgación científica para intentar trasladar y traducir el debate. Yo ya tenía una opinión previa medianamente formada al respecto, ya que llevo bastantes años como periodista científico y sanitario, la genética no me es desconocida y manejo cierta información sobre bioética. El texto de Sober sí me ha aportado algo de luz, pero no ha hecho que cambie mi opinión: hay que tener prudencia, fomentar el debate científico y ético, impulsar regulaciones que satisfagan a la mayoría de la comunidad científica y favorecer un conocimiento social que ensanche la educación y el debate social.

En cuestiones de modificación genética en animales y humanos, y su consiguiente debate, tengo dos científicos de referencia: Lluis Montoliu e Íñigo de Miguel, a los que leo, sigo y escucho cuanto puedo. Tengo la suerte de conocerles y haber charlado con ellos de estas cosas, profesional y personalmente. También he leído bastante sobre el tema en foros como Naukas, y sigo y conozco a periodistas y comunicadores, como Ángela Bernardo (biotecnóloga de formación), que suelen tratar con rigor este tipo de cuestiones. Leo también ocasionalmente a Antonio Regalado, editor del MIT Technology review, y he escuchado mucho a juristas como Pilar Nicolás. Todos ellos tratan en los últimos años uno de los mayores avances básicos en lo que va de siglo, la tecnología CRISPR de edición genética, que me parece un caso paradigmático del debate científico, ético y social que nos ocupa. Además, es una herramientas con unas grandes posibilidades de divulgación, algo que la está acercando -levemente- al conocimiento social.

Imagen de la entrevista que le hice al investigador Lluis Montoliu, cuando trabajaba en Diario Médico, tras la publicación de su libro sobre edición genética centrado en CRISPR. Estas herramientas son el paradigma de debate científico, ético y social, y  una gran oportunidad de acercar la discusión a la sociedad.


En casos de controversia científica y social, con posibles decisiones políticas y regulatorias de fondo, debe primar la razón antes que las emociones. Esto quiere decir que hay que utilizar la ciencia, que no debe quedar en la comunidad científica, sino calar en la sociedad. ¿Es la epistemiología una de las vías? Sin duda que tiene su papel, pero es una disciplina que precisa de la ayuda de la comunicación científica para aportar en el debate. Científicos, filósofos, bioéticos, sociólogos... Todos deben aportar, pero si queremos que la sociedad colabore en el debate, o al menos esté al tanto de avances que pueden modificarla, hay que saber traducir y comunicar la ciencia.

Una última idea. Es básico disponer de pensamiento crítico. Dudar. Saber y poder razones. En una época de infoxicación y de avalancha de datos y opiniones, estamos perdiendo la capacidad de filtrar, de pensar, de pararnos e intentar ir más allá de lo que nos dicen o 'venden'. Aquí la epistemiología puede tener, si la comunicación científica es capaz de acercarla al profesional y al público, bastante que decir. Un debate ético, además, implica disponer de esta capacidad de pensar y razonar.

Creo que los centros de investigación, las universidades, las empresas, las Administraciones, deben contar con profesionales capaces de conducir este debate, hacerlo asumible para los propios profesionales y, sobre todo, para los ciudadanos. Y no hablo de los científicos, en todas sus formas y disciplinas, que por supuesto también, sino de los expertos en comunicación. Sin ellos (periodistas, comunicadores, divulgadores...), parte de la batalla está perdida de entrada. La modificación genética, y tantos otros debates, se quedarán entre cuatro paredes, en su torre de marfil, sin llegar a una sociedad necesitada de asideros científicos cercanos y comprensibles a los que agarrarse y en los que confiar. Como concluye Sober, "para bien o para mal, tendremos la capacidad de cambiar la variación genética humana". Si no conseguimos explicar y hacer comprender las consecuencias que ello puede tener (las buenas y las malas), mala labor estamos haciendo.