martes, 10 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (11): modelos de cultura científica

Volvemos a la asignatura de Epistemiología de la ciencia para analizar la tesis que la doctora Marila Lázaro desarrolló y defendió en la UPV/EHU: 'Cultura científica y participación ciudadana en política socio-ambiental'. La idea es interpretar los diferentes conceptos que se han ido desarrollando para traducir el término 'cultura científica'. Ahí va:

Asignatura: Epistemiología. Tarea 5

El concepto global de cultura científica engloba diferentes formas de entenderlo. Una de las primeras es su asimilación a la alfabetización científica, cuyas raíces pueden ya observarse hace siglos. Se trata de una idea bastante unidireccional, en la que es la ciencia la que se dirige a la sociedad.

El concepto se fue desarrollando a lo largo del siglo XX, hasta que con el cambio de siglo empezó a tomarse en serio una reflexión que venía forjándose de atrás: ¿está teniendo éxito el traslado de la ciencia a la sociedad? Se asume que no, o como mínimo que este éxito es muy moderado y relativo. Entre otras conclusiones, parece que se subestima la complejidad de la relación entre ciencia y sociedad (obsérvese que se sigue citando en primer lugar el término ‘ciencia’ y en segundo lugar el término ‘sociedad’).

Una pequeña evolución de la alfabetización científica puede ser el término comprensión pública de la ciencia, que trata de aportar algo de bidireccionalidad a la cultura científica, dando más peso al que casi siempre se cita como mero receptor: el ciudadano. Si la alfabetización científica se había trasladado a un plano individual, cuando se supone que al hablar de cultura científica se habla de la sociedad, la comprensión pública de la ciencia trata de recuperar una visión más generalista.

¿Llega la ciencia a la calle? (Pixabay).


Otro paso más allá se da cuando se empieza a hablar de apropiación social de la ciencia. Quienes lo propugnan tratan de forjar una idea de cultura científica aplicable tanto al ciudadano como a la sociedad global. Al fin se idean y desarrollan procesos de participación ciudadana, muchos de los cuales tratan de generarse como procesos formativos. En el fondo, no se trata de enseñar la ciencia, ni siquiera de que se comprenda: las personas deben saber interpretarla, recurrir a ella, de forma consciente pero, incluso, de manera inconsciente. La idea es más aprehender la ciencia que aprenderla.

En todos estos conceptos de cultura científica tienen relevancia dos cuestiones satélite que van progresando a la vez que las definiciones tratan de acercarse a la ciudadanía para implicarla.
Por un lado, se ha ido llegando a la conclusión de que la relación entre conocimiento y actitud no tiene excesiva validez. Según se va modulando una idea más participativa, se comprende que la ignorancia no tiene por qué generar rechazo, así como los conocimientos no tienen que traducirse en aceptación per se.


Por otro lado, las encuestas que tratan de medir la percepción social de la ciencia y el grado de alfabetización/comprensión/apropiación comprenden que hace falta gestionar bien los indicadores que utilizan, evitando que éstos tengan un carácter más científico que social. Aún hay que saber exprimir la eficacia, eficiencia y utilidad de estas encuestas. Continuamos persiguiendo la interpretación más adecuada del término cultura científica. 

 

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