jueves, 23 de mayo de 2019

Especial de Nature sobre inversión en ciencia e investigación en Europa



El último número de la revista Nature está especialmente dedicado al presente y futuro de la ciencia en Europa y es para leerlo con calma. Con el gancho de las elecciones europeas de este domingo, Nature explora cómo está Europa en inversión en I+D+i, qué diferencias hay entre países, cómo se está preparando el programa de investigación Horizonte Europa -que sustituirá a Horizonte 2020 en 2020- y en qué áreas científicas pretende destinar más dinero la UE en los próximos años. Merece la pena echarle un ojo a este especial, que se puede leer completo desde este enlace.

Como no podía ser de otra manera, la comunidad científica ha salido al paso del número de Nature avivando el debate en torno a si la ciencia está bien financiada. Una de las infografías que publica el especial hace que se te caiga el alma a los pies, ya que compara la inversión en I+D+i, por países y regiones, en toda Europa. las diferencias son brutales y confirman que España está a la cola, y que destina mucho menos dinero a la ciencia que la mayoría de sus colegas europeos. El problema no es nuevo, y es que en España la ciencia y la investigación nunca han sido una prioridad política ni económica. Baste recordar que España invierte en ciencia e investigación un 1,2% del total de su PIB, que este porcentaje cae año tras año y que está muy lejos de la media europea (por encima del 2%). Toda la información e infografías publicadas por Nature sobre los números de la inversión europea en ciencia se pueden ver aquí.

Gasto por habitante en I+D+i en Europa. España, a verlas venir...

El especial de Nature tiene mucho más. Por ejemplo, un análisis de Horizonte 2020 y de su próximo sustituto, Horizonte Europa. ¿Cómo planea Europa gastar entre 2020 y 2027 los 100 billones de euros que se quieren destinar a programas de I+D+i? ¿Cómo se ha gastado el dinero en los últimos años? ¿Cuánto invierte cada país en los programas europeos y cuánto dinero recibe por ellos? Toda esta información está en este enlace.

¿Cuánto dinero invierte cada país en financiar
proyectos de investigación y cuánto acaba recibiendo?
Como en muchos debates sobre investigación, acaba saliendo la dicotomía entre I+D+i civil y militar. Nature también pone el foco en ello y analiza los planes europeos para impulsar el gasto en investigación militar, centrándose en cuestiones como el uso de drones y la inteligencia artificial. Parte de la comunidad científica no está muy de acuerdo, por cierto. Los planes, las críticas y las opciones de presente y futuro en ciencia militar están explicadas aquí.

Como siempre, el vaso se puede ver medio lleno o medio vacío, y se puede ser optimista o realista/pesimista. El especial de Nature incluye dos comentarios sobre el futuro a corto plazo del peso de la investigación europea en la I+D+i mundial. Ésta es la optimista opinión de dos importantes académicos e investigadores europeos. Además, otros nueve líderes -incluido el comisario europeo de Ciencia, Carlos Moedas- firman éste otro análisis sobre las prioridades de la I+D+i en Europa. Una de estas nueve firmas, la de Isabelle Vernos, representa a España desde el Centro de Regulación Genómica.



El especial de Nature no podía dejar de incluir un editorial con el punto de vista propio de la revista científica más influyente a escala mundial. No descubre América, pero incide en la necesidad de que científicos y políticos se den la mano para trasladar y poner en práctica un mensaje claro: la investigación es una prioridad y Europa tiene moldes para impulsarla. Sólo queda ver si se hará, y cómo...

martes, 14 de mayo de 2019

Congresos médicos y 'humos' industriales: ¿hay grises entre el blanco y el negro?


Hace unos días se ha celebrado un congreso médico, el de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc), que ha tratado de rebajar considerablemente la implicación de la industria farmacéutica en cuestión de ayudas económicas y patrocinios en la organización y desarrollo del congreso. Más allá del contenido científico de la cita, ha tenido bastante repercusión su idea de llevar a cabo un congreso "sin humos industriales", y se ha generado bastante debate entre quienes aplauden la iniciativa, quienes dudan de ella, quienes creen que la industria sigue bien presente, quienes lo ven como modelo de futuro, quienes aducen un brindis al sol…

Imagen del último congreso de la Semfyc.
Foto publicada por la Semfyc en su cuenta oficial de Twitter.

Creo que poca gente estaría en desacuerdo con un modelo de formación independiente de la industria (salvo la propia industria, quizá). El caso es si es viable generalizarlo después de décadas de poco menos que institucionalizarlo. Ejemplos como el de Semfyc, que minimizan el patrocinio de la industria, son viables. No son los primeros en hacerlo, aunque anteriores experiencias pertenecían a sociedades y colectivos de tamaño más reducido y manejable. En esta entrada -de 2015- de No Gracias se habla de algunas experiencias de congresos médicos sin financiación de la industria, una iniciativa en la que Osatzen fue una de las sociedades pioneras allá por 2013, tal y como reseñó en su día Eldiario.es. La iniciativa La Cabecera también sabe lo que es tratar de prescindir de la industria en los congresos científicos. Al respecto, uno de los post más recientes sobre este tema se publicó hace sólo unos días en el blog Hablando de geriatría

Que la formación continuada de los profesionales sanitarios está en manos de la industria es bien sabido. Mucha gente está de acuerdo en que no es el modelo ideal, pero es un sistema consolidado y que buena parte del sector da por bueno. Se trata de una relación tan necesaria como compleja. No está de más echar un ojo a cómo la industria trata de hacer más transparente y apropiada su relación con los médicos: el código de autorregulación de la patronal de laboratorios Farmaindustria dedica bastante tiempo y espacio a ello.



Vídeo grabado en la clausura del congreso de la Semfyc.

Créditos: Semfyc y Fernando Fabiani


Volviendo al congreso de la Semfyc, este primer paso dado por la sociedad no ha tenido por lo general mala acogida, incluso ha sido bienvenido en muchos casos. El debate está en lo teórico, si la ayuda de la industria contamina la formación, y en lo directamente económico: ¿es viable asistir a este tipo de congresos sin financiación de la industria? Ninguno de los dos tiene una respuesta cerrada. Al respecto, me ha gustado este hilo en Twitter del internista Miguel Marcos, que busca los grises, que suelen ser mejores que los blancos y los negros.

Hay quien considera que se puede acudir a un congreso, invitado por la industria, y debatir y recibir formación sin que esto ponga en duda la independencia como profesional sanitario. Por otro lado, hay quien considera que aceptar ayudas económicas de la industria sesga el futuro ideario y comportamiento profesional. Ambas posturas son defendibles y, en parte, dependen del propio profesional y del uso que haga de los recursos que se le proponen. Hay estudios, como éste publicado en Gaceta Sanitaria tras encuesta a colectivos MIR, que sugieren que la relación con la industria influye en la prescripción. Éste otro estudio, publicado en Atención Primaria, es otra de las referencias para quienes defienden que la influencia de la industria modula la formación de los futuros médicos. Gracias a Javier Padilla por recordarme estas referencias ;)

Mi opinión particular es que no es inviable una formación patrocinada por la industria que no revierta en una formación médica perversa. Puede hacerse y, de hecho, se hace. Que no sea lo ideal no quiere decir que no se pueda hacer bien. Lo he vivido como periodista (ver párrafo final del post) y creo haberme librado de la influencia. Dicho esto, creo que es mejor una formación independiente ofrecida por la sanidad pública, los colegios, las sociedades... También ahí habría intereses, pero ésa es ya otra historia...


¿Se lo pueden permitir los residentes?




En cuanto al dinero, las inscripciones al último congreso de la Semfyc (los hay más baratos y más caros) rondaron entre los 300 y los 800 euros, dependiendo de la fecha de inscripción y de si se es socio o residente. Para muchos es un desembolso importante, quizá inasumible para el propio bolsillo, al que hay que sumar otros tantos gastos de desplazamiento y alojamiento. Muchos de los que participaron en diversas conversaciones de Twitter señalaron que, pagado de su propio bolsillo y buscando las opciones más económicos, costearon el congreso, el viaje y el alojamiento por unos 500-600 euros. Cada uno dirá qué le parece, si es viable y si merece la pena. 

No son pocos los profesionales que han hecho el esfuerzo de ir al congreso al considerar un aliciente una mayor independencia de la industria. Otros muchos creen que estas iniciativas llegan tarde, se quedan en la superficie o directamente son prescindibles. Hay de todo, como en botica, pero el debate ha vuelto a abrirse y es posible que Semfyc abra un melón hasta ahora poco explorado...

Llevando el debate más allá, el giro que ha intentado dar Semfyc avanza hacia otra forma de organizar los congresos médicos, aunque queda mucho para el desarrollo de otro tipo de congresos científicos. Recupero esta entrada de hace ya cinco años de Juan José Gómez en el que explica en qué consiste la iniciativa #CambiaCongreso, nacida hace ya varios años para debatir el presente y futuro de los congresos médicos, su estructura, sus contenidos, sus formatos... Una de las máximas es el 'patrocinio responsable'. ¿Caminamos hacia ello?

Representación de la iniciativa #CambioCongreso, que plasmó hace unos años la agencia PlannerMedia
tras diversos debates profesionales. El patrocinio responsable, entre las propuestas.

Oiga, ¿y los medios de comunicación?

Lo de los congresos médicos con o sin patrocinio e invitaciones de la industria me lleva a hablar de un debate paralelo que los periodistas solemos tener. ¿Sabéis que los medios de comunicación van a informar a los congresos médicos invitados por laboratorios farmacéuticos? Así es en casi la totalidad de casos. Está normalizado, aunque sigue siendo criticado. ¿Son los medios de comunicación independientes al informar sobre salud, sanidad y medicina cuando les paga una compañía farmacéutica implicada directamente en esa cobertura informativa? Yo siempre ha dicho que es posible, aunque admito que el proceso es perverso. 

Una de las claves es la transparencia, que no suele cumplirse. Lo propuso Materia hace ya tiempo y es un buen ejemplo: si un laboratorio te paga el viaje y el alojamiento a un congreso médico, cuéntalo en la noticia que escribas. Di qué compañía te paga y, si informas sobre ella, explica claramente que te ha financiado, aunque trates de mantener la independencia y neutralidad en la noticia. Con la verdad por delante, este modelo sigue sin ser el ideal, pero es un poco menos perverso. Igual que en el caso de los profesionales sanitarios. ¿Ideal? No ¿Mejorable? Sí. ¿Posible? También.

miércoles, 8 de mayo de 2019

Sanidad pública y privada. El eterno debate sigue suelto


Estos días se ha movido bastante por redes sociales este artículo publicado en El País, en el que se analiza, hablando con diferentes fuentes, la situación de la sanidad pública y privada en España. Creo que está bastante medido y, aunque faltan factores en la ecuación porque no siempre se puede incluir todo, creo que es un repor bastante completo y recomendable.

Tras leerlo, y como cada vez que se habla de sanidad pública y privada, me surge la misma pregunta. ¿Le importa mucho al paciente de a pie la relación y equilibrio entre sanidad pública y privada? Yo, que prefiero un país basado en una sanidad pública claramente preminente, no soy dado a echar pestes a priori de la colaboración con la privada. En un tema con tanta ideología como éste, muy politizado y con opiniones muy polarizadas, no siempre es fácil crearse una opinión y sustentarla en debates sanitarios.

En el artículo habla gente firme defensora de la sanidad pública y muy crítica con la privada, como Marciano Sánchez Bayle, de la Federaciones de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (Fadsp), y gente metida en la privada y que siempre defiende su potencial, como Manuel Vilches, del Instituto para la Integración de la Sanidad (IDIS). El repor suma más voces de marcado carácter privado, como Javier Murillo, y otras de tinte muy público, como José Repullo, y añade otras en principio más neutras, como las de los economistas Enrique Bernal y Juan Oliva, entre muchas otras. Todos saben de lo que hablan y, aunque arriman el ascua a su sardina ideológica, lo hacen exponiendo motivos y razones aceptables. Punto para el periodista que escribió el repor.

El problema es que, mientras clamamos por no politizar la sanidad ni convertirla en arma ideológica, tenemos un debate absolutamente polarizado y no son muchas las voces que piden más debate y, sobre todo, más análisis con las mismas cartas para saber si, en casos particulares, es más eficaz, eficiente y coste-efectiva la sanidad pública o la privada. Siempre, desde mi punto de vista, partiendo de un SNS que deje clara la preminencia del servicio público y que garantice una total transparencia en la colaboración con la sanidad privada, cosa que no es tan común como debería serlo. Por ahí empezamos a perder las bases del debate: los acuerdos son a veces oscuros e interesados. Mala cosa.



Otro factor: está genial defender la sanidad pública, porque lo merece y es el camino adecuado, pero a veces se nos olvida echar en cara a los responsables y gestores la deriva a la que llevamos años sometiendo a la sanidad pública, con pérdida de financiación, recursos, personal y herramientas adecuadas de flexibilización y evaluación. Cambiar la sanidad pública es tan fácil como ascender el Everest, da la impresión. Suelo acordarme de este artículo que escribieron Miguel Ángel Máñez y Julio Mayol en Diario Médico, hace ya casi 10 años. No han cambiado apenas las cosas.

Lo decían muchas voces estos días en Twitter: ¿y si nos dedicamos a mejorar los servicios públicos para que sea más fácil gestionarlos y utilizarlos, en vez de anclarnos en el debate incompleto de pública VS privada? Muchos han sido los comentarios. Por ejemplo, me ha gustado esta entrada de Richard Cañabate, en la que se dice, entre muchas otras cosas, esto: "Quizá la solución pase por equilibrar la balanza y hacer que lo que tenemos evolucione y suba de nivel".

Como me da un poco igual que me tilden de lo que sea, y me gustan más los grises que los blancos y los negros, yo creo que la sanidad pública puede y debe contar, como ya lo hace, con la privada, y que ambas pueden y deben aprender la una de la otra. Decir esto no es ser partidario de procesos privatizadores como los que emprendió el PP en el Madrid -y de los que reniego claramente-, como tampoco supone ser siempre afín a movimientos contra conciertos y colaboraciones privadas -como el caso de Alzira en Valencia, por ejemplo, en el que que no me siento muy capaz de posicionarme claramente a favor o en contra-. Voy haciendo amigos y buscándome críticas por 'ni fu ni fa', ya lo sé, qué le vamos a hacer... Cuando hablo de este tema siempre me acuerdo de mi compa Rosalía Sierra, periodista en Diario Médico y la persona que más sabe de gestión sanitaria del mundo mundial. Qué cansino todo, ¿eh, Rose?

En fin. Que cuesta entrar a analizar los grises en el debate sanidad pública-sanidad privada, cosa que lamento. Creo que, si evaluamos y medimos con transparencia y sin prejuicios, la sanidad pública española saldría bien parada en la inmensa mayoría de casos. Dicho de modo algo grosero, 'ganaría' a la privada, para quien gusta de ver esto como una disputa -cosa que no siempre comparto-. El problema es que estas comparaciones son difíciles porque nos seguimos empeñando en no medir y tirar de juicios previos...