miércoles, 5 de noviembre de 2014

Debates en twitter. De médicos, periodistas, periomédicos y mediperiodistas

Que las redes sociales amplifican no es nada nuevo. Esta semana quedó más que demostrado con el encendido debate tuitero en torno a un artículo publicado en un medio generalista, que hablaba sobre "Ocho pruebas médicas que el paciente no debería (ojo el 'debería') retrasar más". El artículo, aquí. Lo primero, leerlo.

El inicio de la polémica...


El debate comenzó con críticas al enfoque del artículo, por cómo lo proponía la periodista, y por las fuentes con las que había contado. El primero de mi TL que, creo, habló de ello, fue @asanleo (que luego, sabiamente, habló de la idoneidad, o no, de continuar el debate en twitter). Yo, como mucha más gente, lo moví, intuyendo que generaría debate (no me equivoqué, llovieron respuestas y comentarios). Muchos internautas, la mayoría médicos y sanitarios muy activos en twitter y en el 2.0 (por citar algunos: @mlalanda, @javierpadillab, @raulcalvorico, @cecilicp), comentaron y/o criticaron su fondo y forma, por varias razones: promover el sobrediagnóstico y la medicalización, valerse de fuentes con posible conflicto de interés y provenientes sólo del sector privado, y por confundir al lector. Otros, menos según mi percepción, criticaron el ataque al trabajo de la periodista. Aunque tengo mis intuciones y mi opinión, no soy experto en la materia, así que no me metí demasiado: leí y pensé mucho, eso sí. Y m salió este post.

Algunos tuits sobre el artículo, vía @javierjdiaz.
El intrusismo profesional entre médicos y periodistas, a debate

Como periodista sanitario, pensé, incluso antes de ver cómo avanzaba el debate, que el lector podía criticar cierto sesgo y falta de fuentes en el artículo, por lo que podía generar cierto rechazo. Como todo lo que escribimos los periodistas, creo que era mejorable. Dicho esto, el debate-crítica se encauzó por vías que no sé si son las más adecuadas. La indignación de los sanitarios llegó hasta la periodista, que entró al trapo, con razón por alusiones. La disputa se calentó y se produjo en un medio abierto y poco dado a facilitar respuestas plenas. No pongo ni un pero a todo lo que se dijo, porque para debatir hay que poner todas las cartas sobre la mesa, (primó el respeto, aliñado con vehemencia), pero me genera dudas si twitter es el mejor medio para que ese debate dé frutos positivos. No sé si los está dando, de hecho.

Me quedo con el mensaje de que muchos clínicos (seguro que no todos, dejo caer) piden más y mejor prevención cuaternaria, frente a la prevención primaria. Creo que los periodistas deberíamos tomar nota de muchas de las sugerencias que le han hecho llegar a la colega (todos nos equivocamos, con consecuencias), pero también que el tono de las críticas fue quizá excesivo, con un canal no del todo inapropiado.

¡Pio, pio, fight!
No fue el caso que me ocupa, pero creo que una de las limitaciones de twitter
son los debates encendidos que precisan de calma y de muchas y claras explicaciones.
Twitter, genial para abrir debates, menos para desarrollarlos, y aún menos para finiquitarlos.
Y en abierto, según qué caos, no se yo...

Más allá del mero debate y de este ejemplo particular, surgen reflexiones (gustan o no, como quedó demostrado en uno de los subdebates que se generó...)como las de @javijdiaz, que se pregunta en su blog, entre otras cosas, si el periodista puede o debe hacer de médico, y viceversa.

Otro debate que se me ocurre es cuáles son las fuentes válidas y mejores. La práctica se resiente porque la teoría no está del todo clara para todos, aunque sé que muchos la ven prístina. Suele pasar que las fuentes son heterogéneas, y hasta contradictorias. La medicina y la salud tienen verdades universales, pero también lo contrario. Si llamas a un presidente de sociedad científica, a un gerente sanitario, a un médico de primaria, a un especialista, a un clínico de 30 años, a uno de 62, a un sanitario de la pública, a uno de la privada, a un médico con formación continuada, a uno sin ella, a uno de una mutua, a un -presunto-pope, a un clínico un pueblo pequeño, a uno de un hospital primario, a uno que colabora con la industria, a uno que nunca... Quizá no te digan lo mismo sobre un mismo tema, y quizá te digan hasta lo contrario. Lo digo por experiencia.

¿Sobrediagnosticamos? ¿Hay acuerdo clínico? ¿Cómo queda reflejado en los medios?

A veces he tenido que escribir sobre la ideneidad, o no, de hacer x o y prueba, y a qué edad, cómo y por qué, y los clinicos no siempre se ponen de acuerdo. Pasa con las vacunas, con los cribados...y hay que añadir a esta dicotomía la industria y los posibles conflictos de interés de los médicos que colaboran con ella (colaboración que, creo, debe darse, pero con mayor transparencia). Lo mejor es consultar todas las fuentes, y plasmarlo, pero, como lector de a pie y como periodista medianamente especializado, ¿te fías de la opinión A o de la B? ¿Y si hay una C?

Ambas, o las tres, parecen válidas a primera y segunda vista. Sé que hay que echar una tercera y una cuarta, pero las fronteras no siempre están tan claras para todos. Ante esto, una posible solución es tener mucha prudencia y cierta desconfianza. Citar a A, citar a B, y, salvo excepciones, no siempre decir que A vale y que B no. Dar voz a todos y, como periodista, salvo que se trate de un entrecomillado, evitar los 'debe' y elegir mejor los 'puede.

Acabo con otro clásico debate del periodismo, que enronca con este post y el artículo que lo desencadena: ¿Yo informo o formo? Mi respuesta es la primera opción, desde luego, aunque la segunda pueda llegar por añadido y, en principio, sin que yo deba hacerme responsable si he hecho bien mi trabajo. Ejemplo: "Fumar aumenta el riesgo de sufrir cáncer". Informo. Si quien lo lee decide dejar de fumar, o fumar más, o menos, o transmitir el mensaje, u ocultarlo... ya no es cosa mía. Luego está lo de desinformar, sí...Ésa es otra (o la misma...) historia

Mal...
Mejor (y a seguir leyendo más allá del titular)