miércoles, 18 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (18). Póster científico

Esto sí que no lo había hecho nunca. Un poster científico. Y, además, la cosa es hacerlo no partiendo de un paper, sino de un proceso o actividad en principio no relacionado con la ciencia.

Nota: sé que no se ve muy bien. El original es un formato PPT, que blogger no deja subir, así que he tenido que ponerlo como imagen JPG para dar una pista de cómo es el poster. Realmente tiene más calidad, la tarea está entregada en PPT.





martes, 17 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (17). Hilo de Twitter sobre un paper/noticia

Nueva entrada para el máster, con un hilo de Twitter que explica, describe y contextualiza un paper/noticia científica.

Asignatura: Introducción a la comunicación científica
Tarea 8.1. Hilo de twitter sobre paper/noticia científica.

El hilo de twitter (me pareció mejor idea publicarlo directamente en abierto que hacer aquí un simulacro de hilo) se puede leer en este enlace.



Aprendiendo sobre comunicación científica (16): revisión por pares (análisis de gráficas)

Turno en las tareas del máster para trabajar un poco el peer review, la revisión por pares, en este caso de un análisis de gráficas realizado por compañeros de clase.

Asignatura: Publicaciones y congresos científicos
Tarea: 7.1. Revisión por pares


PRIMERA REVISIÓN

La revisión hace referencia a este comentario de gráficas. A continuación añado la revisión a la primera de las gráficas incluidas en este post, siguiendo la plantilla propuesta:

1. - La gráfica elegida es adecuada: SÍ

Lo es porque puede puede ser un buen ejemplo de gráfica compleja. El autor del trabajo expone correctamente el porqué de su investigación, aunque no detalla en exceso las fuentes y autores en los que se basa (autor y procedencia del gráfico analizado).

2. - El comentario recoge lo fundamental de la gráfica presentada: SÍ

El análisis del autor es extenso y prolijo. Tras analizar el porqué de la elección del gráfico, expone de forma sencilla y comprensible las razones por las que se trata de un gráfico excesivamente complejo, abigarrado y poco sencillo para una rápida interpretación, que es lo que se le debe pedir a un gráfico. Advierte de su complejidad y confusión, aunque deja la puerta abierta a admitir que una visión sosegada podría conducir a una correcta interpretación.

3. - Considera publicable el artículo: SÍ, CON ALGUNAS CORRECCIONES

4. - Comentario para los autores

Como revisor, sugeriría al autor que, para su publicación, incluyera algo más de información sobre el origen del gráfico que analiza, y algo más de contexto divulgativo sobre qué trata de explicar el estudio y el gráfico. Al más que correcto y acertado análisis del porqué no es un gráfico apropiado debido a su complejidad, añadiría algunas recomendaciones prácticas para su mejora.

SEGUNDA REVISIÓN

La revisión hace referencia a este comentario de gráficas. A continuación añado la revisión a la primera de las gráficas incluidas en este post, siguiendo la plantilla propuesta:

1. - La gráfica elegida es adecuada: SÍ

Lo es porque analiza una gráfica sencilla que precisa de alguna mejora para ser del todo comprensible. Es un ejemplo de gráfica complementaria al texto, con ciertos defectos.

2. - El comentario recoge lo fundamental de la gráfica presentada: SÍ (con matices)

El autor del análisis, al referirse a la gráfica de la que habla, omite el link al artículo original (aunque cita correctamente la referencia), algo recomendable para valorar correctamente la gráfica que incluye. Por lo demás, explica correctamente el contenido y significado de la gráfica, incidiendo en sus posibles defectos.

3. - Considera publicable el artículo: SÍ, CON ALGUNAS CORRECCIONES

4. - Comentario para los autores

Como he citado en el punto 2 de esta revisión, el análisis recoge moderadamente bien el contenido y explicación de la gráfica, pero omite algunos pequeños detalles que serían útiles para avalar la publicación del autor. Por ejemplo, sería deseable añadir el link al artículo original, contextualizar algo más sus objetivos para comprender mejor el análisis del gráfico, y averiguar qué significa el eje Y (ya que, como bien indica el autor, el original analizado no explica a qué se refieren los porcentajes). Por lo demás, es un muy buen análisis de por qué una gráfica tan sencilla precisa de mejora para ser útil y eficaz.




lunes, 16 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (15): comentario sobre denuncia científica

Más máster, más epistemiología sobre ética y conciencia social de la ciencia. ¿Conoceis iniciativas como la Union of Concerned Scientists?

Asignatura: epistemiología de la ciencia
Tarea 8: explicación y comentario sobre una denuncia de la Union of Concerned Scientists




Igual que el hombre puede ser un lobo para el hombre (frase atribuida a Plauto y posteriormente popularizada por Hobbes), la ciencia puede ser dañina para el hombre, pero también para la propia ciencia. La comunidad científica cada vez incide más en la responsabilidad social de la ciencia, pero los actores de la ciencia pueden jugar en ambas caras de la moneda: denunciando a la ciencia socialmente dañina, o impulsándola.

Una de las últimas denuncias publicadas por la Union of Concerned Scientists (UCS) recupera la ya clásica lucha a favor del medio ambiente, centrada en la influencia negativa del uso mayoritario de combustibles fósiles como el petróleo o el carbón, que aumentan la presencia de dióxido de carbono y gases de efecto invernadero, entre otros riesgos para el medio ambiente. En el artículo Climate disinformation, los autores denuncian el uso de la desinformación científica a favor de los intereses de la industria.

Es una vieja historia de la ciencia: lo bueno también puede ser malo. Los intereses económicos y políticos impregnan la ciencia una vez ésta pasa a ser parte importante de la economía (en mayor medida) y la política (en menor medida). El caso del cambio climático es paradigmático. Pese a las dudas y debates en torno a cuándo y cuánto afectará en el medio-largo plazo, el consenso científico es casi total: está parcialmente causado por el efecto del hombre y daña su entorno y su salud. A pesar de ello, y de las evidencias científicas, apenas hay acuerdo para emprender acciones reales y efectivas para mitigarlo. Sed ha visto claramente, una vez más, en la Cumbre del Clima que acaba de terminar.

La USC recuerda cómo, pese a las advertencias de hace décadas de los propios científicos implicados en el desarrollo de la industria de tecnologías fósiles, ésta no sólo ignoró sus mensajes, sino que trató de restarles valor e incluso tergiversarlos para mantener sus intereses. Ha pasado en numerosas ocasiones, como por ejemplo con la industria tabaquera. La desinformación generada por esta industria ha derivado en iniciativas como la llamada greenwashing, que trata de considerar inocuas o beneficiosas para el medio ambiente ciertas prácticas, en este caso el uso mayoritario de combustibles fósiles. 




La USC trata de unir la investigación científica en principio independiente con la acción ciudadana para combatir ciertas prácticas, en este caso la defensa del uso continuado de combustibles fósiles. Se trata de un claro ejemplo de cómo la ciencia trata de integrarse en la sociedad e implicarla, haciendo uso del tan perseguido concepto de ciencia ciudadana. Además, este tipo de iniciativas podrías encuadrarse en la búsqueda de una ciencia basada en la Investigación e Innovación responsable (RRI), que se basa en la transparencia, la ética, la buena gobernanza, la ciencia abierta, la educación científica y la participación ciudadana. 

La ciencia, según proclaman estas iniciativas, debe ser buena para el hombre y su entorno. La dicotomía entre las ventajas de los combustibles fósiles y sus riesgos se inclina hacia éstos últimos al considerar más los aspectos ambientales que los económicos, por ejemplo. Los movimientos herederos del Science for the people priorizan el bienestar de la sociedad global y su entorno a los posibles beneficios individuales, y piensan en el medio y largo plazo, no sólo en el corto plazo. 

Se trata de medir la influencia de la ciencia en el entorno humano. A veces, es necesario ponerle puertas al campo científico, ya que la ciencia tiene la capacidad de dañar al hombre. No se trata sólo de ética, que también, sino de riesgos sociales. Ámbitos como la filosofía, la comunicación y la sociología pueden colaborar en la lucha por fomentar mensajes apropiados, pero su peso y relevancia puede no ser suficiente.

Otro de los factores que entran en esta ecuación es el poco peso que tradicionalmente se le ha dado a la comunicación de la ciencia. Es precisamente su uso, en forma de desinformación, el que se arroga la industria, quizá beneficiándose de la falta de impulso de una correcta información, comunicación y divulgación científica. En este caso, finalmente se ha conseguido ganar esta batalla: al consenso científico se une un consenso social que admite los riesgos y daños que produce un uso ilimitado de combustibles fósiles. El problema es que, pese a este convencimiento, ni la sociedad ni la ciencia se imponen a la economía y la política. 

sábado, 14 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (14): análisis de plataformas online de divulgación


¡Seguimos con el máster! Vamos con un poco de comunicación y divulgación.

Asignatura: Introducción a la comunicación científica
Tarea 6.1. Análisis plataformas online

Antes de analizar tres plataformas de divulgación científica, me permito un pequeño comentario: llevamos años borrando fronteras y límites entre los términos de información, comunicación, periodismo y divulgación, algo que no tiene por qué ser malo, pero que no se está gestionando del todo bien. No todo es lo mismo, y no todo puede o debe hacerse pasar por sinónimo. Son términos complementarios, que a veces se solapan, pero que tienen componentes propios.

Un pequeño aviso. Huelga decir que, como las últimas entradas, esto es sólo un ejercicio parte de un programa formativo. Cuando opino, lo hago de forma muy personal y, además, sin ser siempre experto. Puedo estar equivocado, por supuesto, y hacer reflexiones no del todo acertadas.   


Quizá la plataforma de divulgación científica más conocida de España. No sé si está dirigida a toda la sociedad, ya que sus contenidos tienen cierto carácter técnico, de modo que su público son mayoritariamente científicos y personas ya interesadas en la ciencia. La parte más cercana a la divulgación social es la de sus eventos, y aun así tiene cierto carácter técnico, pero son más asequibles para el ciudadano de a pie que su propia web.

Naukas está a punto de cumplir 10 años y una de sus caras es su página web. Tiene una estructura bastante sencilla, que facilita la navegación, centrada en la difusión de los artículos y blogs de sus editores y colaboradores. Por un lado, los artículos nuevos están visibles en orden cronológico. Por otro, es posible acceder a los artículos más leídos, y a los artículos por categoría. Esta última posibilidad se desarrolla de forma algo compleja y confusa, ya que hay múltiples etiquetas en las que se mezclan autores, eventos, ámbitos científicos y palabras clave.

Los blogs, uno de los santos y seña de Naukas, están diferenciados, accesibles de un solo vistazo, y reunidos en un mismo espacio. Como buen espacio de divulgación, tiene una apartado de contacto con el público, que abre la puerta a la colaboración de los lectores si son profesionales en la materia y cumplen ciertos requisitos. Cabe destacar que Naukas, y así lo dice en su web, no admite meros artículos de opinión, sino análisis y divulgación científica con cierta base. Deja bien claro que no hace periodismo ni mera comunicación, sino divulgación científica.

La calidad de sus contenidos es muy alta, debido a sus editores y a la red de colaboradores. Además, los contenidos tienen bastante actualidad, ya que tanto los artículos como los blogs suelen tener un gancho relacionado con algún suceso o investigación reciente, o al menos sobre algún tema mediático en el mundo de la ciencia. Según los autores, los contenidos y la forma de divulgarlos tienen diferentes niveles de complejidad. 

Naukas ha conseguido generar una comunidad, adeptos, señas de identidad y sentimiento de pertenencia. Estoy, absolutamente positivo, puede tener otra lectura: para algunas personas de la comunidad científica, puede parecer un 'club' algo delimitado, pese a que sigue creciendo y tiende a expandirse con política de puertas abiertas. 




He elegido The conversation porque sus fronteras están algo menos definidas que en el caso de Naukas. The conversation juega con la comunicación y la divulgación, pero tendiendo puentes con el periodismo científico. De hecho, su lema es ‘rigor académico, oficio periodístico’. Me parece un paradigma de la difuminación de fronteras, o al menos de mezcla, que está ganando protagonismo en los últimos años.

Todos los artículos, como sucede en Naukas, están escritos por la comunidad investigadora. Pero, mientras Naukas opta por un perfil más puro de científicos divulgadores, en The Conversation hay contenidos desarrollados por perfiles más académicos, con colaboraciones más puntuales. Tiene un ámbito más abierto que el de Naukas, con secciones sobre cultura, educación, tecnología… Naukas tiene cierto punto mediático del que The Conversation carece. Son diferentes, sin duda.

Con licencia creative commons (como la Agencia Sinc, pensada sólo para medios de comunicación y periodistas), The Conversation busca alojar sus contenidos en medios de comunicación sin necesidad de que los periodistas los reescriban. En cierto modo, es ciencia hecha divulgación pensada para el periodismo, quizá sin serlo propiamente. Una suerte de divulgación hecha por científicos y regida por un enfoque periodístico.

Se trata de una plataforma con una web bastante accesible, con un formato muy parecido al de las web de los medios de comunicación, lo que contribuye a su intención de acercarse a los medios y el periodismo. También se acerca al concepto de ciencia ciudadana, aunque de manera algo unilateral, al ofrecer la posibilidad de que los lectores sugieran temas que tratar, y al abrir la puerta a la participación de nuevas firmas. Su propio nombre da a entender que persigue fomentar el diálogo profesional o social en torno a la ciencia (y a otros ámbitos académicos). Pese a ello, le sucede algo parecido a Naukas: el público al que llega -creo- debe tener cierto nivel educativo y cultural, y un interés ya desarrollado por la ciencia.

Se organiza incluyendo los artículos de forma cronológica, permitiendo al lector cribar por secciones o ámbitos académicos, e incluyendo una sección (igual que muchos medios) de ‘lo más leído’.

La calidad de los contenidos está garantizada por el estatus de los colaboradores, y por el filtro que los editores tienen con los artículos que se publican. Creo que su objetivo se cumple más al incluir la divulgación en el periodismo y los medios de comunicación (sin hacer periodismo), y que la relación con la sociedad aún no está plenamente lograda, quizá por el propio estilo académico que impregna a The Conversation. Si va dirigido a la sociedad, es a una sociedad formada y con cierto nivel e interés cultural y científico.  

viernes, 13 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (13): análisis de la tercera cultura de Snow y Brockman

La asignatura de Epistemiología me está resultando algo compleja, pero la historia de las dos culturas de Snow, su anuncio de una tercera cultura y el desarrollo de Brockman de esta idea me está resultando apasionante. Aquí analizo los contrastes entre la tercera cultura que bosquejaba Snow y la que observa y propone Brockman.

Asignatura: Epidemiología de la ciencia
Tarea 7. Texto comparativo (Snow y Brockman)


La dicotomía que presenta C. P. Snow entre científicos y literatos en su obra Las dos culturas puede denominarse de muchas otras maneras. Es la clásica y muchas veces equivocada división entre ciencias y letras, pero también es la falta de comprensión entre científicos y no científicos, entre investigadores y humanistas, entre ciencia y arte. Más allá de todo el debate en el que se puede insistir sobre la incomprensión entre ambas culturas, la tarea pide centrarse en la aparición del concepto tercera cultura, propuesto por el propio Snow en la revisión de la obra en la que presentaba el enfrentamiento entre ciencia y literatura y posteriormente desarrollado y concretado por Brockman.


Uno de los problemas para comparar y contrastar las caracterizaciones de tercera cultura que hacen ambos autores es que Snow apenas la bosqueja. Deja caer que en la década de los 50 y los 60 del siglo pasado ya se estaban creando y tendiendo puentes entre ambas culturas, lo que podría favorecer la aparición de una tercera que favoreciera el mutuo entendimiento, pero no define cómo sería esa tercera cultura ni quien la comandaría y representaría. Sí dejó una frase para el debate: “Sólo hay una solución para esto y es, naturalmente, el replanteamiento de nuestros planes de enseñanza”. Como él mismo admite en la revisión de su obra, dejó factores fuera de la ecuación, y además barrió mucho para la interpretación exclusivamente británica de la cuestión.

Según sugiere Snow, podrían ser humanistas, sociólogos o filósofos quienes formaran la tercera cultura, aunque también podría tratarse de un nuevo ‘tipo’ de científicos, más cercanos a la sociedad y al humanismo, con mayor foco en la trascendencia social y vital de la ciencia. Abre la puerta al científico divulgador.

Vista la indefinición de tercera cultura que deja Snow, posiblemente a Brockman le fue más sencillo desarrollar el concepto según como él lo entendía, y hasta se permitió una breve definición bastante acotada, aunque tampoco de lo más precisa: “Reúne a aquellos científicos y pensadores empíricos (1) que, a través de su obra y su producción literaria, están ocupando el lugar del intelectual clásico a la hora de poner de manifiesto el sentido más profundo de nuestra vida, replanteándose quiénes y qué somos”.

Influido por su trabajo y su concepción de la ciencia y la sociedad, Brockman considera que son los propios científicos quienes pueden y deben tender los puentes, acercándose al humanismo y valiéndose de una interpretación artística y literaria que les permite trasladar su labor a la sociedad. No sigue exactamente las sugerencias de Snow, ya que se centra en la labor de científicos ‘divulgadores’ en una concepción primaria de este término, dejando de lado la posible labor de humanistas, literatos y artistas en su concepción clásica.

La ciencia se reinventa 

Así, serían los propios científicos, reinventados, los dueños de esta tercera cultura, y no tanto una conjunción de científicos y humanistas como parecía proponer Snow. En cierta manera, se prescinde de posibles intermediarios.

Puede interpretarse que Brockman deja la advertencia de una posible ‘burbuja’ en esta tercera cultura, que también podría ser elitista y excluyente, generando un elitismo entre estos ‘nuevos’ científicos que excluya otras posibles aportaciones humanistas. La generación de una ciencia más accesible, reinventando la tradición intelectual, podría esconder de forma paradójica cierto hermetismo. De hecho, deja caer que la cultura científica podría caer en elitismo al denostar a quien comunica y transmite de forma llana y sencilla 

Para acabar, me gustaría destacar que Brockman cita de forma específica la importancia de los periodistas científicos, otro de los posibles componentes de esta tercera cultura 

jueves, 12 de diciembre de 2019

Aprendiendo sobre comunicación científica (12): análisis del sistema estatal de comunicación de la ciencia

Esta entrada es larga. Aunque lo cuelgo ahora, fue el primer trabajo para Máster de Cultura Científica, en la asignatura Comunicación Institucional de la Ciencia que imparte (muy bien) Elena Lázaro, entre otras cosas coordinadora de la Unidad de Cultura Científica e Innovación de la Universidad de Córdoba y presidenta de la Asociación Española de Comunicación de la Ciencia (AECC).

Ni que decir tiene que es un análisis personal, de un alumno, ligado a una tarea formativa y que no va más allá de estos ámbitos. No soy un experto en el tema, aunque algo me defiendo.




Análisis crítico sobre el sistema estatal de comunicación científica

El sistema estatal de comunicación científica sufre, en primer lugar, de un problema de base. Históricamente, y es algo que aún se arrastra, no hay un total convencimiento de la importancia de la comunicación, algo que no sólo sucede en el ámbito científico. Tanto el sector público como el privado han tardado mucho en convencerse -si es que lo han hecho del todo- de la relevancia de comunicar de forma adecuada la ciencia, sus posibilidades, implicaciones y resultados.

Este problema de base viene, en parte, del olvido de la comunicación en el desarrollo formativo tanto de los ciudadanos como de los propios profesionales de la ciencia. Partiendo de que la educación general, tanto la infantil como la juvenil y universitaria, apenas presta atención a la importancia de la comunicación, los científicos, ingenieros, tecnólogos y demás profesionales no reciben formación específica en comunicación ni divulgación, conocimientos que son, si no necesarios, sí muy recomendables en su día a día.

De esta forma, nos hemos encontrado con el clásico problema de que los científicos -asumiendo el riesgo de generalizar- no suelen tener en mente, o al menos no solían hasta hace poco, la labor de dar a conocer a la sociedad su trabajo. La clásica torre de marfil. La clásica ‘prostitución’ de la ciencia si se hace mundana.

Por ejemplo, la comunicación y la divulgación no cuentan para la carrera científica, algo que busca revertir una iniciativa de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), a través de su Red Divulga, y de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). No será sencillo, pero si este documento se utiliza como base y prospera, la valoración de la ciencia será más justa. Hay vida más allá de los factores clásicos de evaluación, que ignoran la divulgación científica.

La sociedad, poco interesada por la ciencia, tampoco reclama a quien la produce que le rinda cuentas sobre sus hallazgos y problemas. Y no ha existido un interés real político, gestor o administrativo para fomentar un interés de ambas partes para comunicar o divulgar la ciencia, pese a que la Ley de la Ciencia obliga a ello.


Imagen: Forges.


La primera lectura que nos sugiere Elena Lázaro, profesora de la asignatura Comunicación Institucional de la Ciencia, tiene un tono optimista sobre la política científica, ya que data de 2009, justo en los años finales de bonanza, antes del comienzo de los recortes. El texto ‘Ciencia, Tecnología y Sociedad en la España del siglo XXI’, escrito por Ana Cuevas y José Antonio López, reconoce que “el avance científico [de las últimas décadas] no se ha visto acompañado de un esfuerzo comparable de comunicación y formación”.

En el problema puede estar la solución. Como señala esta misma lectura, el trinomio clásico del desarrollo científico ha sido ‘ciencia-industria-empresa’. La propuesta es cambiarlo por ‘ciencia-tecnología-sociedad’, lo cual no quiere decir que se olvide la necesidad de llevar la ciencia al mercado, sino interpretar que este fin tiene otro detrás: beneficiar a las personas, además de a la economía.

Éste es uno de los objetivos de un concepto útil y tardío, la denominada Investigación e Innovación Responsable (RRI, en inglés), que además de la participación ciudadana persigue la igualdad de género en ciencia, la ética, la transparencia, el acceso abierto a la ciencia y la educación científica. De su aplicación real depende parte de la reinvención que necesita el modelo científico; ya que este concepto aún no está consolidado, trataría de añadirle a su corpus la comunicación y la divulgación.

La cierta frustración que se notó con la Ley de la Ciencia de 1986 puede repetirse en parte con la Ley de la Ciencia de 2011. Frustración por la complicada situación de la política científica, dada la falta de inversión y las dificultades administrativas, y por el hecho de que la comunicación científica continúa sin parecer algo fundamental para gestores y políticos. Y ello a pesar del gran momento que vive la divulgación científica, acompañada del buen estado –pese a la complicadísima situación de la profesión - del periodismo científico. Probablemente nunca ha habido tan buen periodismo científico como ahora, curiosamente coincidiendo con los peores momentos de la profesión.

¿Por qué los responsables de la ciencia no aprovechan este tirón de la divulgación científica para poner la ciencia en primer plano? La creación de la Agencia SINC -agencia pública estatal de noticias científicas-  ya fue un paso muy positivo, circunscrito al periodismo pero beneficioso para la comunicación científica en general. Pero se necesitan más casos de éxito. El caso de la iniciativa Naukas, por poner un ejemplo, debería ser un espejo en el que los gestores de la ciencia se miraran. ¿Por qué no algo parecido a un Naukas público?.

En los últimos años, la ciencia está más que nunca en los medios de comunicación. Internet, radio, televisión y prensa dan cabida al periodismo, la comunicación y la divulgación científica. Por poner dos ejemplos, cada día se publican más libros de divulgación científica, y aparecen más científicos y divulgadores como colaboradores en los medios. La Administración ha hecho algún movimiento positivo en forma de inclusión de programas científicos en las parrillas, un camino que se debería seguir explorando.

Pero la comunicación no sólo debe estar en los medios. Los gabinetes de comunicación de las instituciones están muchas veces infravalorados, bien por falta de personal y de recursos, bien por falta de relevancia dentro de la estructura organizativa. La comunicación, que en su día se consideró prescindible, lleva tiempo más visible, pero aún hay la sensación de que se considera un añadido, y no algo nuclear, dentro de las instituciones y empresas.

Como bien reseña otra de las lecturas recomendadas (Impacto de los museos y las ferias científicas en España), los museos son un ejemplo a seguir, quizás la joya de la corona de la comunicación institucional de la ciencia. Especialmente en los últimos años, los museos se han convertido en la punta de lanza de la divulgación y la comunicación, bien es cierto que contando con la ventaja de que está en su ADN mostrarse al mundo. Muchos de ellos han ido por delante en uso de redes sociales, por ejemplo, llegando al público joven entre otros logros.


Imagen: Forges.


Por el contrario, buena parte de las instituciones científicas españolas han dedicado años a ocultarse, prefiriendo que no se hablara de ellas por si, al hacerlo, se hablaba mal o se sembraba la duda. Craso error. Aún sucede: poco contacto con los medios de comunicación, falta de información dirigida a la sociedad, comunicación para sus adentros, y cuanta menos exposición, mejor. Aunque hay luz al final del túnel, esto sigue sucediendo en empresas, Organismos Públicos de Investigación, ministerios…

En la cola de la pescadilla están los ciudadanos. En una de las citadas lecturas recomendadas se dice bien claro: “Igual de trascendente es un cambio en las actitudes de los ciudadanos con respecto a estos temas”. Al español medio apenas le importa la ciencia. No la comprende y no quiere comprenderla. ¿Consecuencia? No lucha por ella. El clásico ejemplo de las manifestaciones y protestas por el posible deterioro de la sanidad no tienen equivalente en ciencia: no preocupa especialmente que baje la inversión, que se pierdan recursos humanos o que se cierren equipos y líneas de investigación (entre otras cosas porque ni se sabe).

Da en el clavo Xurxo Mariño en otra de las lecturas recomendadas (‘Comunicar la ciencia, menuda historia’: “Si usted quiere participar como ciudadano en esta sociedad, debe conocer algunos detalles relacionados con los productos que la ciencia vierte en ella (…). También puede usted despreocuparse del asunto, ignorar el conocimiento científico y vivir como un feliz ignorante; al fin y al cabo, es lo que ocurre con la mayoría de ciudadanos (…)”.

Una de las iniciativas más interesantes de los últimos años ha nacido precisamente de un impulso ciudadano. Es Ciencia en el Parlamento. Siendo un auténtico caso de éxito y un caso digno de estudio de cómo la comunicación ha ayudado a su crecimiento y consolidación, Ciencia en el Parlamento ha terminado siendo una iniciativa profesional. De base ciudadana, sí, pero encabezada, sustentada y formada principalmente por científicos. Si la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia preguntara a la ciudadanía si conoce Ciencia en el Parlamento, el porcentaje de negativas sería importante, sin duda. ¿Por qué? De nuevo, la capacidad para comunicar dentro del ámbito científico, cuando se da correctamente como es este caso, no siempre tiene traducción en la calle.

Por proponer una solución global de base, aunque llegarían tarde, una sugerencia personal es impregnar toda la ciencia institucional y empresarial de comunicación. Contar con comunicadores/periodistas/divulgadores en todas las ramas de una organización, y no sólo en los gabinetes de comunicación, o al menos fomentar que los profesionales de estos gabinetes estén siempre presentes en todo el escalafón del organismo para el que trabajan.

Hay que darle a la comunicación la importancia que merece, pero no de palabra, ni como una concesión, sino con hechos y con el convencimiento de que es una necesidad. Tanto la ciencia como la sociedad saldrán beneficiadas, como sugiere Xurxo Mariño al final de su texto: “La imaginación y la capacidad de trabajo que se requiere para hacer buena ciencia deben emplearse también para comunicar su filosofía y sus resultados”. Amén.