Mitos y metáforas al margen, a la biotecnología quizá la ha
faltado brío y prontitud al empujar esa roca de la divulgación. A lo mejor la
ha faltado cintura para dejarse (re)conocer y primar sus ventajas demostrables
frente a posibles inconvenientes, aunque ha sabido reaccionar y lleva varios
años puliendo la situación. La divulgación-comunicación biotecnológica (no son
lo mismo, pero en este caso cabe meterlos en el mismo saco) aún se debate,
haciendo un símil con las notas del cole en mi generación, entre el progresa adecuadamente
(PA) y superando el necesita
mejorar (NM). El primero se va imponiendo, pero queda trabajo.
La biotecnología es un claro ejemplo de ese término que quedó en
el imaginario de los años 90, la generación JASP (joven aunque sobradamente
preparada). Ofrece y da más de lo que parece, y eso es una muy buena noticia,
pero con doble filo: también puede ser un pequeño lastre a la hora de
consolidarse como motor económico y social.
Para hacernos una idea de los pocos años que lleva el sector
pujando por consolidarse como tal, baste citar la edad de algunos sus
principales actores. Quitando el Consejo Superior de InvestigacionesCientíficas (CSIC),
que lleva en pie desde la guerra civil (y que trata la biotecnología, pero
entre otros muchos ámbitos), la Sociedad Española de Biotecnología (Sebiot) cumplió el año pasado
25 años. La Asociación Española de Bioempresas (Asebio)
acaba de cumplir 15. La Federación Española de Biotecnólogos (Febiotec), 10. El CentroNacional de Biotecnología (CNB)
tiene 23 años. Otros sectores (que quizá lo tenían más fácil, cierto), han
tenido más suerte. Las tecnologías de la información, por ejemplo,
contemporáneas de la biotecnología moderna -década arriba década abajo-, han
logrado hacerse entender y convencer a la gente.
Párrafo extraído del
Primer Informe IBAC de Biotecnología Aplicado a la Comunicación, del Observatorio Zeltia Es de hace 4 años, pero da una impresión de dónde estamos |
No hay una explicación fácil: se junta el hambre con las
ganas de comer, es decir, cierta falta de cultura y apego científico en España
con una profesionalización y una toma de conciencia algo tardías. Se ha
intentado (acciones, ganas y resultados no han faltado, sobre todo en lo que va
de siglo) y se ha progresado, pero los resultados aún deben ser mejores. El
Gobierno, con varios ministerios vinculados con el sector en los últimos años,
tampoco ha hecho mucho no ya por financiarlo y apoyarlo, sino por explicarlo a
la población. Genoma España era un referente y, aunque su labor sigue viva tras
integrarse en la Fecyt, su desaparición puede hacer perder visibilidad a la
promoción específica de la biotecnología. Pasados los años, la gente de a pie no sabe todo lo bien que
podría qué es la biotecnología. No hay un abc con sus aplicaciones que la
población se sepa al dedillo.
Biotecnología es un concepto tan amplio que definirla como “casi
todo” no sería mentir. Pero, para vender un concepto, hay que clarificarlo,
simplificarlo, concretarlo. Se ha avanzado mucho en los últimos años.
Transgénicos, terapia génica, células madre… Frente a ejemplos acompañados de
debate y cierta polémica, hay otros menos conocidos: el sector de la
biorremediación va abriendo puertas. La biotecnología industrial también. Las
aplicaciones alimentarias, ídem. Los biocarburantes pujan fuerte. El sector
salud es un filón continuo. ¿Qué se conoce más y mejor, lo bueno o lo malo? Hay
mucho que conocer, ‘vender’ y disfrutar.
Hace poco, una dircom del sector biotecnológico lamentaba el
título de una conferencia universitaria: Biotecnología,
¿solución o problema? Más allá de lo raro que pueda parecer que un
profesional del sector se lo plantee, quizá no lo es tanto que suceda entre la
población: los logros adquiridos en comunicación y divulgación de la
biotecnología no son aún suficientes para que la gente deje de hacerse esta
pregunta. Hay
avances biotecnológicos en nuestro día a día fácilmente comprensibles para
todos, pero aún se sigue asociando biotecnología, en ocasiones, a conceptos que
no son fáciles de asimilar.
Queda mucho por hacer. Sin olvidar que el vaso puede estar medio
vacío, prefiero verlo medio lleno. No porque me dé la gana, sino porque hay
razones para hacerlo. La situación se va revirtiendo y hay tiempo para
enderezarla. Eso sí: a la comunicación/divulgación en biotecnología ya no le
basta con insistir en los caminos ya recorridos. Debe reinventarse, elegir muy
bien emisor, mensaje y receptor, y llegar al corazón y a la mente ya no sólo de
la población, sino del propio sector, que también encierra aún carencias
comunicativas entre todos los agentes que lo componen. Básicamente, debe
ensanchar el camino que ya ha abierto en lo que va de siglo.
El año pasado fue el Año de la Biotecnología, y aumentó la
visibilidad. 2015 aún se aprovecha de la onomástica. Entre otras muchas y
buenas iniciativas de los actores ya consolidados (Asebio, Febiotec, Sebiot…),
nació otra, la Asociación de Comunicadores de Biotecnología, que a partir de
este año deberá poner su granito de arena. Brindemos en breve con una cerveza,
que es biotecnología, por los nuevos progresos realizados, y
comuniquemos/divulguemos lo bien que le va al sector. BioAmén.
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