Asignatura: Epidemiología de la ciencia
Tarea 7. Texto comparativo (Snow y Brockman)
La dicotomía que presenta C. P. Snow entre científicos y literatos en su obra Las dos culturas puede denominarse de muchas otras maneras. Es la clásica y muchas veces
equivocada división entre ciencias y letras, pero también es la falta de
comprensión entre científicos y no científicos, entre investigadores y
humanistas, entre ciencia y arte. Más allá de todo el debate en el que se puede
insistir sobre la incomprensión entre ambas culturas, la tarea pide centrarse
en la aparición del concepto tercera cultura, propuesto por el propio Snow en
la revisión de la obra en la que presentaba el enfrentamiento entre ciencia y
literatura y posteriormente desarrollado y concretado por Brockman.
Uno de los problemas para comparar y contrastar las
caracterizaciones de tercera cultura que hacen ambos autores es que Snow apenas
la bosqueja. Deja caer que en la década de los 50 y los 60 del siglo pasado ya
se estaban creando y tendiendo puentes entre ambas culturas, lo que podría
favorecer la aparición de una tercera que favoreciera el mutuo entendimiento,
pero no define cómo sería esa tercera cultura ni quien la comandaría y
representaría. Sí dejó una frase para el debate: “Sólo hay una solución para
esto y es, naturalmente, el replanteamiento de nuestros planes de enseñanza”.
Como él mismo admite en la revisión de su obra, dejó factores fuera de la
ecuación, y además barrió mucho para la interpretación exclusivamente británica
de la cuestión.
Según sugiere Snow, podrían ser humanistas, sociólogos o
filósofos quienes formaran la tercera cultura, aunque
también podría tratarse de un nuevo ‘tipo’ de científicos, más cercanos a la
sociedad y al humanismo, con mayor foco en la trascendencia social y vital de
la ciencia. Abre la puerta al científico divulgador.
Vista la indefinición de tercera cultura que deja Snow,
posiblemente a Brockman le fue más sencillo desarrollar el concepto según como
él lo entendía, y hasta se permitió una breve definición bastante acotada,
aunque tampoco de lo más precisa: “Reúne a aquellos científicos
y pensadores empíricos (1) que, a través de su obra y su producción literaria,
están ocupando el lugar del intelectual clásico a la hora de poner de
manifiesto el sentido más profundo de nuestra vida, replanteándose quiénes y
qué somos”.
Influido por su trabajo y su concepción de la
ciencia y la sociedad, Brockman considera que son los propios científicos
quienes pueden y deben tender los puentes, acercándose al humanismo y valiéndose
de una interpretación artística y literaria que les permite trasladar su labor
a la sociedad. No sigue exactamente las sugerencias de Snow, ya que se centra
en la labor de científicos ‘divulgadores’ en una concepción primaria de este
término, dejando de lado la posible labor de humanistas, literatos y artistas
en su concepción clásica.
La ciencia se reinventa
Así, serían los propios científicos,
reinventados, los dueños de esta tercera cultura, y no tanto una conjunción de
científicos y humanistas como parecía proponer Snow. En cierta manera, se
prescinde de posibles intermediarios.
Puede interpretarse que Brockman deja
la advertencia de una posible ‘burbuja’ en esta tercera cultura, que
también podría ser elitista y excluyente, generando un elitismo entre estos ‘nuevos’
científicos que excluya otras posibles aportaciones humanistas. La generación de
una ciencia más accesible, reinventando la tradición intelectual, podría
esconder de forma paradójica cierto hermetismo. De hecho, deja caer que la
cultura científica podría caer en elitismo al denostar a quien comunica y transmite
de forma llana y sencilla
Para acabar, me gustaría destacar que Brockman cita
de forma específica la importancia de los periodistas científicos, otro de los posibles componentes de esta tercera cultura
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