Asignatura: Introducción a la Comunicación Científica
Tarea: Intro Comunicación Científica. tarea 2.1. Texto de valoración
La educación informal es un importante complemento para la
educación que se recibe en el ámbito escolar (y familiar), pero tenemos un
problema de base con la relación entre la educación formal y las herramientas
necesarias para desarrollar una buena comprensión científica.
Más allá de lo
presente o no que pueda estar la ciencia en los temarios escolares, y del
entorno de educación informal que puedan tener los niños y adolescentes, apenas
se nos forma en algo que destacan directamente Jimmy Wales e indirectamente
Neil DeGrasse Tyson en los vídeos visualizados: el razonamiento lógico y el espíritu crítico.
DeGrasse Tyson lamenta que la educación no favorezca lo
suficiente la necesaria creatividad infantil, a lo que se suma en entorno poco
favorable a impulsar su natural curiosidad, algo que unido a la citada falta de
espíritu crítico, puede dificultar no sólo el interés por la ciencia, sino la
toma de decisiones en el mundo adulto.
Tanto DeGrasse Tyson como Wales se
muestran preocupados por las herramientas que otorgamos a las nuevas generaciones
para manejar, procesar y cribar información, unas capacidades fundamentales
para encarar la comunicación científica. Como señala Wales, esto es ahora
incluso más importante en la era de Internet, las redes sociales, la avalancha
de conocimientos y las amenazas de la infoxicación y de los mitos y bulos
científicos.
DeGrasse Tyson pide “entrenar a la gente para pensar” y
considera que es un modo de empoderar a las personas (algo que, por cierto, podría redundar
en un fomento de la ciencia ciudadana que perseguimos). “No debemos ahogar la creatividad ni la
curiosidad en los niños, porque, si lo hacemos, de adolescente nos dará igual
el mundo”. A menor educación, curiosidad, creatividad y espíritu crítico,
menores posibilidades de interés y empatía científica.
Wales, por su parte,
coincide en esta línea: “En ciencia y periodismo hay procesos para revisar y
comprobar la información, y algo parecido hay que enseñar a la gente joven,
para que puedan ser competentes con los datos que les aporta Internet”. Si queremos acercar a los niños y jóvenes a la ciencia, deben tener armas para sentirse interesados, comprenderla y aprovecharla.
En definitiva, ambos coinciden en la necesidad de
complementar la educación formal, que es mejorable y no cubre todos los
espectros que caracterizan el S.XXI, con una educación informal que facilite
herramientas para el razonamiento crítico, la duda, la curiosidad y la
creatividad. El interés por la ciencia, y la capacidad de ofrecer una buena
comunicación científica, se beneficiarían de ello, facilitando además el camino
hacia todas las aristas de la divulgación que cita el libro de Agustín Vivas
(espíritu crítico, transformación social, impulso formativo, transferencia
científica…).
Como hemos leído en la información aportada por Marta Fallola, comunicadora científica y responsable del Servicio de Difusión de la Cultura Científica de la Universidad de Extremadura, citando al periodista científico Manuel Calvo Hernando, "la actividad de la divulgación de la ciencia es una de las que más creatividad e imaginación exige a sus cultivadores". Si capamos estos instintos infantiles, y no aportamos luego herramientas para desarrollarlos, será más difícil que triunfe la buena divulgación científica.
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