El vídeo original en el que Jiankui presentó su experimento, a finales de 2018, es éste:
En este vídeo de la Agencia EFE se explica brevemente la polémica del hallazgo.
Hacer esta tarea a toro pasado es más sencillo, ya que conocemos el desarrollo de la polémica, la confirmación del ensayo de Jiankui y la reacción de la comunidad científica. Cabe recordar que el anuncio se hizo a través de un vídeo colgado en Youtube, y que la confirmación llegó con una charla de Jiankui en un congreso científico de edición genética celebrado en China. Los resultados no estaban publicados en ninguna revista científica.
Para responder a las 5W, al explicar el QUÉ habría que fiarse de las declaraciones sin evidencia del propio Jiankui: la edición genética de embriones para tratar de evitar el desarrollo de enfermedades. El QUIÉM, el citado científico y su equipo. El CÓMO habría sido más difícil de explicar, ya que no se ofrecieron todos los datos, aunque sí se supo del uso de la tecnología CRISPR para, tras inseminación artificial, alterar el gen CCR5 de los embriones y bloquear la influencia del VIH en las recién nacidas. A esta w hay que añadirle otra arista: se hizo sin el permiso de las autoridades científicas y sanitarias, al margen de la ley, sin seguir normas científicas (permisos, publicación reglada...) y violando códigos éticos.
El DÓNDE sí estaba más o menos claro: en China, en la Southern University of Science and Technology, con la clave que supone saber en qué instalaciones habría hecho un experimento sin permiso. Y en la quinta w, el POR QUÉ/PARA QUÉ, está una de las grandes claves de esta noticia: ¿es lícito, ético, eficaz y seguro alterar la genética de embriones sanos? ¿Qué consecuencias puede tener?
Sobre las fuentes, sólo se cuenta con la palabra del científico y sus explicaciones, aparecidas en un vídeo de youtube, en una entrevista con AP, en un artículo publicado en el MIT Technology Review y en la posterior conferencia de edición genética. ¿Es cierto lo que dice? Lo primero sería tratar de acudir al protagonista: hablar con Jiankui, por mail o teléfono, o con fuentes de la Universidad donde trabaja con su equipo, cuyos responsables ignoraban sus experimentos. Además, consultaría a expertos nacionales y/o internacionales en edición genética, para hablar sobre la hipotética eficacia y seguridad de las técnicas presuntamente utilizadas. Añadiría la valoración de bioéticos y especialistas en derecho y ética científica. También consultaría editores de revistas científicas para tratar de saber si el experimento era publicable.
Los retos se escribir esta información son numerosos. Primero, pensar si publicar al tratarse de algo no confirmado. Segundo, si se decide publicar, qué enfoque darle y qué base científica y periodística se puede aportar. Se necesitarían un redactor/a especializado y un jefe que comprenda el calado del asunto, para medir la amplitud e importancia que se le da a la noticia. Es precisa la calma, ya que no se puede ser mero portavoz de los científicos (nunca, y menos en este caso), se necesita tiempo para tratar de confirmar, buscar valoraciones, consultar expertos...
Por lo general, los medios nacionales e internacionales reaccionaron bien, poniendo sobre la mesa los presuntos hechos, citando las dudas existentes, añadiendo la valoración de expertos y citando las posibles implicaciones científicas, éticas, legales y penales que el experimento podría tener.
Un buen ejemplo de cobertura lo encontramos en esta noticia publicada la web de Ciencia de El País, Materia. Por entonces yo estaba trabajando en Diario Médico y, aunque no me tocó directamente cubrir la noticia, quiero pensar que habría escrito algo similar, con tintes de este texto que publicó mi por entonces jefe, Txerra Zárate, en este artículo.
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