sábado, 7 de marzo de 2020

Aprendiendo sobre comunicación científica (40): géneros naturales en ciencia y filosofía

Última tarea de Filosofía de la ciencia, y penúltima del máster...¡esto se va acabando! La idea de esta entrada es reflexionar en torno a si la idea de raza es algo natural, biológico y real, o fruto de convenciones sociales.

Hay bastante consenso científico en los últimos años sobre la inexistencia biológica de las razas. La pregunta de la tarea es si es convincente decir que no son naturales, algo que genera sí o sí debate y cierta polémica, ya que casi todos hemos crecido pensando que las razas existen, sin pensar mucho más allá. Las personas 'de a pie' tendrán ahora que confiar en científicos y filósofos de la ciencia para asujmir que las razas son una convención social, pese a las claras diferencias físicas que el concepto que se nos ha transmitido lleva aparejadas.

Entran en juego conceptos complejos como etiología (estudio de las causas de las cosas, muy focalizado en medicina). Si el concepto de raza no se sostiene etiológicamente es porque la sociedad, y quizá la propia ciencia en su momento, ha sometido el concepto a un intento de biologización. La propia UNESCO entró en el debate y señaló que el ser humana es todo una misma especie (¿raza?), una declaración de los años 50 que generó cierta polémica con algunos antropólogos y genetistas.

Una raza, la del ser humano.
La biología evolutiva actual sostiene que las razas no tienen fundamento biológico, que son convenciones sociales. Las razas que a todos nos vienen a la cabeza cuando se nos mnciona el concepto(blanca-aria, negra-afroamericana, asiática...) serían puras convenciones, algo que no es fácil de entender. ¿Por qué? Por la pura convención establecida de que sí hay razas y porque comprenderlo no es un proceso intuitivo ni sencillo. entenderlo no es fácil ni intuitivo.

Uno de los nombres que surgen al debatir esta cuestión es el de Ejemplo de Kwame Anthony Appiah, que sostiene, como otros muchos colegas, que las razas son entidades ficticias inventadas que no describen realmente la naturaleza. Más allá de la discusión ontológica de si las razas son reales, hay un debate genético y biológico difícil de comprender para los legos, para la sociedad en general.

Quizá es más sencillo abrir la cuestión a todas las personas tomando un camino paralelo en el debate: independientemente de que existan o no las razas de manera biológica, ¿es apropiado, o merece la pena, utilizar este concepto que, por ejemplo, ha facilitado y hasta justificado el racismo y la desigualdad?

Es una buena manera de acercar a la sociedad el concepto sociológico y filosófico de eliminativismo: podemos obviar el concepto de raza porque no es útil ni tiene lectura positiva, mientras que sí puede ser utilizado de forma negativa. ¿Qué mas da que haya razas, podría pensarse?.

Dejar de lado el naturalismo (quizá acotar este debate a la mera sociología o filosofía, incluso a la ciencia, desligándolo de la sociedad) es una opción, como lo es halar de constructivismo al debatir si mantener o eliminar el concepto de raza. También hay quien defiende la idea de, más allá de la biología, mantener constructo sociales clásicos como sería este concepto de raza, matizándolo y haciéndolo evolucionar hacia una comprensión más apropiada y favorable: por ejemplo, admitir (porque los hay realmente) la existencia de diferentes rasgos genéticos poblacionales, alejándolos del concepto de raza.

Para acabar, una recomendación: el texto Las razas humanas no existen, de Juan Ignacio Pérez Iglesias.


Géneros naturales

Tras las razas, en segundo lugar voy a hablar de los géneros naturales en sí. ¿Los hay reales y convencionales? ¿Existen de verdad? El debate filosófico-científico se pregunta si los géneros naturales son reales, si definen de forma natural y esencial un conjunto de materias, animales o individuos que comparten propiedades compartidas englobables en un mismo término, o si se trata de otro constructo social (uno más) para describir la naturaleza y nuestro entorno.

Cuando hablamos del oro, del agua o de las vacas, ¿son géneros reales? ¿Los hemos creado nosotros para describirlos? Lo primero que se me ocurre pensar es si sabemos y conocemos realmente las características esenciales de algo como para llamarlo natural o real. La ciencia trata de los géneros naturales, así que la discusión podría ser similar a la de la propia concepción de ciencia: ¿estudia la ciencia los fenómenos naturales o sólo los constructos que utilizamos para explicarlos e interpretarlos?

Ian Hacking.
Tal y como señaló Quine en su obra 'Natural kinds', la proyectabilidad y la lógica inductiva son dos de las características que cumplen los géneros naturales para ser considerados como tales, desde una perspectiva realista. En ciencia, algunos de los ejemplos más utilizados refieren a la física (partículas), la química (elementos, como el oro) y la biología (con las especies, aunque en este punto hay más debate y quizá menos consenso que en los dos anteriores). De hecho, corrientes de pensamiento como el Cúmulo de Propiedades Homeostáticas estudian la posible incompatibilidad de los géneros naturales con las ciencias, especialmente las biológicas.

Quizá una reinvención del concepto de género natural pueda ayudar a mejorar la comprensión social del término, acercándolo al entendimiento de la biología (por ejemplo, más que debatir si existe o no el concepto de raza, se puede debatir la idoneidad o utilidad de utilizarlo, acercándonos a tesis como las de Hacking). Conviene no olvidar que los conceptos de 'real' y 'construido' interaccionan constantemente ('en qué difícil terreno nos adentramos', reconoce Hacking): "las clases pueden interactuar con lo que se clasifica, por lo que la misma clasificación puede ser reemplazada o modificada".

Como sugería Boyd, flexibilizar el concepto de género natural mejoraría su aplicación no sólo a la biología, sino a las ciencias sociales e incluso al acervo popular. De esta manera, con cierto toque constructivista adaptado a diversos tiempos y situaciones sociales, el manejo de géneros naturales podría resultar menos complejo. Quedaría por discernir si este proceso desnaturaliza por completo el concepto de géneros naturales, desmintiéndolo, o sólo lo socializa, flexibilizándolo peor manteniendo cierta esencia real. 

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