miércoles, 19 de febrero de 2020

Aprendiendo sobre comunicación científica (37): rehacer una noticia sensacionalista

No son pocas las veces que nos encontramos noticias sensacionalistas sobre estudios científicos. Exagerar (incluso tergiversar y falsear), sobre todo en el titular de la noticia, es un mal que no por conocido deja de ser preocupante. Para esta tarea del máster he elegido una noticia que es muy sensacionalista...porque la nota de prensa (no tanto el artículo original) ya lo era en parte.

Las noticias científicas que hablan de un estudio publicado no siempre parten del trabajo original. En muchas ocasiones son las instituciones en las que trabajan los investigadores que han realizado el, trabajo las que distribuyen entre los medios de comunicación una nota de prensa para facilitarles el trabajo y, de paso, lograr que el trabajo de sus científicos tenga repercusión mediática. En la mayoría de casos los medios reproducen casi íntegramente esta nota de prensa.

La noticia de la que hablo es ésta (hubo muchas similares, he elegido una de tantas bastante representativa, con titular especialmente alarmista). La nota de prensa de la que parte la noticia es ésta. Y el estudio científico original del que parten tanto la nota como la noticia es éste. Cabe destacar las diferencias en el titular de las tres.

Titular para salir corriendo. Sólo les faltó poner 'alarma' y 'vamos a morir todos'.


Antes de rehacer la noticia, unos breves comentarios. El titular de la noticia es absolutamente desafortunado, y su desarrollo no lo es menos. La nota de prensa ya pecaba de alarmista. Para quien no sabe nada o casi nada de disruptores endocrinos y del bisfenol-A, leer esto a pelo puede ser un peligro. El autor principal, Olea, suele pecar de exagerado en sus formas, y no es la primera vez que la universidad se deja llevar por formas excesivas al difundir alguno de sus trabajos.

Los disruptores endocrinos generan algunas dudas, falta de consensos y un gran debate entre la comunidad científica. Sus posibles efectos sobre la salud precisan de más investigaciones y es necesario informar sobre ellos con prudencia, teniendo en cuenta variables importantes como las cantidades de exposición. Al hacer una nota o una noticia sobre disruptores como el bisfenol hay que ser especialmente cuidadoso, y esta noticia es un ejemplo de todo lo contrario.

Vamos al grano. A continuación, la noticia rehecha.

Los tickets de la compra tienen Bisfenol-A...pero no provocan cáncer

Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada ha confirmado que los tickets de la compra contienen bisfenol-A, un disruptor endocrino considerado como potencial carcinógeno. Los posibles efectos del bisfenol-A sobre la salud humana aún se están estudiando, pero la ciencia dice que el manejo de estos tickets es seguro y sin riesgos para la salud, ya que los niveles de exposición existentes están muy por debajo del umbral de riesgo.



Los llamados disruptores endocrinos, como el bisfenol-A, llevan mucho tiempo en la diana de la comunidad científica por su posible influencia en la salud debido al desequilibrio hormonal que pueden provocar. Son sustancias presentes en muchos productos que el ser humano maneja en su día a día: plásticos, juguetes, envases para la comida, recibos de compra, cosméticos...

A día de hoy no hay ninguna evidencia de que los disruptores endocrinos presentes en el día a día de las personas provoquen daños sobre la salud. Las investigaciones continúan y buscan más información 'real' más allá de los datos obtenidos en investigaciones con animales, que sí sugieren una posible relación entre los disruptores y un mayor riesgo de sufrir enfermedades como cáncer, pero muy determinado por los niveles de exposición.

Un nuevo estudio internacional, coordinado desde la Universidad de Granada, ha vuelto a poner este tema sobre la mesa. La investigación, publicada en Environmental Research, confirma la presencia del Bisfenol-A en los recibos de compra que se entregan en las tiendas. Nicolás Olea, investigador principal del trabajo, advierte sobre posibles riesgos para la salud, recomienda no conservar ni manipular los tickets -elaborados con papel térmico- y pide más control sobre este tipo de sustancias.

El estudio liderado por la Universidad de Granada insiste en unos posibles riesgos que la comunidad científica sigue investigando, sin existir aún evidencias en humanos ni consensos clínicos, y que según muchos investigadores y reguladores están controlados. Los niveles de exposición a los que se someten las personas son lo suficientemente bajos -con mucho- para que los tickets de compra y demás productos que contienen Bisfenol-A sean seguros.

Tranquilidad: el riesgo es irrelevante

Pese a las advertencias de Olea, que pueden por forma y fondo generar una alarma social injustificada, las autoridades sanitarias y alimentarias piden prudencia y tranquilidad. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó en 2015 (desde entonces no hay evidencias científicas que refuten su tesis, aunque hay en marcha nuevos estudios) que el Bisfenol-A "no supone un riesgo para la salud humana", y que los niveles de exposición agregados (suma de todo el contacto que las personas pueden tener con productos que contienen este disruptor endocrino) están muy por debajo de los límites a partir de los cuales se podría hablar de riesgo para la salud. Hace dos años, la Comisión Europea publicó este documento con preguntas y respuestas sobre el Bisfenol-A, que reitera la inexistencia de riesgos para la salud de los consumidores.

Los estudios en modelos animales obligan a investigaciones más específicas, al estudio clínico de los niveles de exposición en humanos y al manejo de las diferentes variables que pueden darse en grupos de riesgo como bebés, embarazadas, ancianos y personas con un contacto muy por encima de lo normal con productos que contengan disruptores endocrinos. El estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada sólo ha analizado 112 tickets elaborados con papel térmico procedentes de España, Francia y Brasil, y no tiene en cuenta el nivel real de exposición ni sus efectos, algo que sí han medido otros trabajos que concluyen que la absorción cutánea de estos compuestos es casi insignificante. 

Pese a la falta de riesgo, el principio de precaución siempre es una opción. Algunos países han decidido limitar o sustituir la presencia de disruptores endocrinos como el Bisfenol-A en plásticos y otros productos. La EFSA, pese a garantizar la seguridad, reconoce que la falta de datos en la vida real impide concretar los cálculos de exposición humana a los productos que contienen Bisfenol-A. Mientras las investigaciones continúan, la sociedad tiene razones científicas para estar tranquila.















Bien: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20190116/tiques-usados-no-cancer-ejemplo-alarmismo-innecesario/368963518_0.html

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