domingo, 29 de septiembre de 2019

La ciencia vive siempre en la encrucijada: una más

Que la ciencia vive siempre entre dudas, opciones, alternativas y encrucijada es una realidad. No puede ser de otra manera, ya que le es inherente avanzar entre incógnitas. Pero, al hecho científico de que la ciencia debe sobrevivir a sí misma asumiendo que siempre habrá más preguntas que respuestas, se une una realidad económica, social y política que dificulta su avance. ¿Recibe suficientes apoyos la ciencia? ¿Es imprescindible que tenga más reconocimiento y sustento público y privado, y que la sociedad aumente su implicación con la investigación y el desarrollo científico? ¿Falta sólo dinero, o también otro tipo de sustentos?





Al respecto, merece la pena leer este pequeño ensayo que publicó hace unos días en Nature el físico y profesor de historia de la ciencia David Kaiser, que trabaja en el Instituto Tecnológico de Massachussetts de Cambridge, en Estados Unidos. Kaiser hace un repaso por los apoyos sociales, económicos y políticos que ha tenido, y necesitado, la ciencia para progresar a lo largo de los siglos. Hay una pregunta de difícil respuesta: ¿cuándo son bastantes los apoyos recibidos? Probablemente nunca, pero es que muchas veces no se alcanza ni lo mínimo exigible.

¿Vale con un ministerio?


Ahora que España va a celebrar las enésimas elecciones, que los presupuestos están prorrogados, que la política científica nacional trabaja desde hace tiempo con medio freno de mano echado, que vuelve a haber rumores de vacas flacas en la economía global... ¿Qué pasará con la ciencia? ¿Seguirá teniendo ministerio propio? ¿Logrará mayor financiación en los próximos años? ¿Se convertirán en realidad las promesas pendientes? ¿Se desatascarán los problemas que lamenta la comunidad científica, y que reconocen los gestores y responsables de la política científica?

Hay mejoras, esfuerzos políticos, y como siempre implicación profesional, pero los avances se antojan lentos y escasos. La ciencia tiene la capacidad de siempre sobrevivir, de siempre salir adelante, pero es más que probable que no pueda desarrollar todo su potencial por falta de apoyos de diversa índole. No sabemos si el próximo Gobierno apostará más y mejor por la ciencia, pero los antecedentes históricos, desde los inicios de la democracia, no causan optimismo.

Este reportaje de Hipertextual publicado el año pasado da una idea de cómo la inversión en ciencia e investigación ha sufrido en la última década: las mejoras de los últimos años, incluidos los esfuerzos del último, no logran compensar lo perdido. En situación mejorable, la comunidad científica alza la voz, tal y como se refleja en esta noticia de El Mundo tras un manifiesto de la Asociación Española de Investigación sobre Cáncer (Aseica).

Descontento en Europa


Mientras, en Europa también hay runrun. El nuevo ejecutivo de la Unión Europea, recién conformado, ha eliminado la cartera de Ciencia que ostentaba Carlos Moedas, y la ha incluido dentro de una denominada Innovación y Juventud, que también acogerá Educación porque éste ámbito también ha perdido su comisaría (así se denominan los 'ministerios' europeos) propia. Esto no tiene por qué ser malo per se, pero invisibilizar la ciencia y hacerla perder fuerza propia en el ejecutivo puede ser un nuevo ejemplo de que no es la prioridad. Veremos. Este tweet del excomisario Carlos Moedas da pistas de por dónde van los tiros.

Por el momento, el malestar de parte de la comunidad científica ha tomado forma de una carta remitida al ejecutivo europeo y firmada por cientos de científicos de diferentes países europeos, entre los que hay 17 premios Nobel, en la que se lamenta la decisión y, entre otras cosas, se señala que "se enfatiza la rentabilidad económica (innovación) y se olvida su base, la educación y la investigación". Lo puedes leer en Materia.

Siempre hay señales positivas, que deberán demostrar eficacia. En el ámbito autonómico, muchas comunidades autónomas han decidido crear consejerías en las que la ciencia y la investigación son protagonistas (lo contaba hace unas semanas en este hilo). La mitad de las autonomías, ocho en concreto, han incluido la ciencia, la investigación y la innovación en una consejería propia, con intención de aumentar su relevancia en su Ejecutivo. Habrá que esperar a ver si una medida nominal y estructural se traduce en beneficios palpables, pero, de momento, el esfuerzo ahí queda. Se agradece.

Como siempre en ciencia, habrá que esperar años hasta saber si la suma de la crisis económica que -se supone- acabó hace ya un lustro y la indefinición política que España experimenta desde entonces afectarán a los planes científicos, a su producción y calidad. La situación, desde luego, no es la ideal. La ciencia, como siempre, sobrevive, pero la duda es saber si avanza todo lo bien podría y debería.

No olvidar esfuerzos y mejoras


Una última reflexión, tan manida como recurrente y aún necesaria. Buena parte de la realidad, y las críticas y quejas de la comunidad científica, pueden hacer olvidar los numerosos esfuerzos que muchos responsables de la gestión y política científica hacen cada día. El trabajo sordo, no siempre exitoso debido a barreras de las más altas esferas, se oye menos que las menciones a un panorama preocupante. La sociedad debe conocer tanto las lógicas peticiones de la comunidad científica como las razones por las que no cristaliza un mayor apoyo a la ciencia: hay que contar los problemas, pero también las mejoras, los casos de éxito, los avances y las medidas que logran que la situación mejore o, al menos, no empeore. Desde luego, la mejor noticia es el trabajo de los investigadores, que aún saben poner al mal tiempo buena cara y demostrar que la ciencia española tiene un nivel muy alto.   







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