Con esta tarea, salvo sorpresa, doy por terminadas las entradas blogueras del Máster de Cultura Científica. Después de dos semanas difundiendo por Twitter información sobre resistencias a antibióticos, aquí va un pequeño análisis de lo que he hecho y cómo lo he hecho. En este enlace podéis acceder a todo lo que he tuiteado estos días.
Para empezar el análisis: el coronavirus se lo ha comido todo. Salvo que la difusión tratara sobre el SARS-CoV-2 o la COVID-19 -y no era plan-, era casi imposible obtener el impacto y los resultados esperados. Para seguir: el confinamiento, el teletrabajo (en un lugar directamente implicado en la pandemia) y dos herederos rondando por casa no es el mejor entorno para dedicarle tiempo y espacio a esta tarea. Pese a ello, lo hemos sacado adelante con bastantes ganas.
He tratado de combinar formatos, utilizando vídeos, imágenes e infografías, enlaces, entrevistas propias, hilos explicativos... Más que valorativo u opinativo, mi contenido ha sido sobre todo informativo, en el tono que suelo utilizar en Twitter: informal pero cuidado. He citado a las fuentes más importantes (sociedades científicas, instituciones...) y he enlazado a sus contenidos, valiéndome en ocasiones de noticias de medios de comunicación. Como siempre, he tuiteado en castellano; tenía pensado hacerlo también en inglés porque tenía identicados cuentas y contenidos en ese idioma, pero la verdad es que no me ha dado tiempo.
Muchos de los contenidos los he preparado previamente, sobre todo los hilos y los enlaces a contenidos y medios de comunicación. Muchos otros los he ido tuiteando sobre la marcha mientras navegaba por las redes. Es un buen ejemplo de cómo suelo difundir información por Twitter: una mezcla entre preparación e improvisación.
Pese a que parezca contraproducente, apenas he tirado de tuits programados. No soy muy partidario y, aunque los mensajes eran atemporales, he preferido hacerlos en directo en momentos libres. Como éstos han escaseado, me he centrado en sacar pequeños ratos por la mañana (entre las 9 y las 12), por la tarde (entre las 18 y las 20) y por la noche (en torno a las 22-23), momentos en que mi TL está más activo.
Quizá los contenidos que más me han gustado son esta entrevista hecha ad hoc con el microbiólogo José Ramos Vivas, publicada en el blog, y esta encuesta para saber hasta qué punto mejoramos en conocimiento y conciencia social sobre resistencias antimicrobianas. También me gustó esta otra idea, pero las respuestas apenas llegaron. Quise hacer más entrevistas, pero me dieron bastantes calabazas (comprensibles, contacté con profesionales conocidos que están al pie del cañón con el coronavirus). También planeé escribir un relato de ficción en torno a las resistencias antibióticas, pero...no me ha dado la vida.
¿Impacto? Escaso, diría. Tuiteando por trabajo-placer esto días sobre coronavirus, he tenido tuits con centenares de RT y Fav, impresiones por encima de 30.000... Pero los tuits con la etiqueta #mcucien apenas han llegado a unas decenas de RT/Fav y no han pasado de las 2.000-3.000 impresiones. El bosque estaba completamente lleno para que otro árbol plantado pudiera crecer.
Un último mensaje. Infórmate sobre lo que son las resistencias a los antibióticos. En el enlace con mi trabajo estas dos semanas tienes bastante información fiable, pero varios mensajes sencillos: hay que cuidar y reducir el uso de antibióticos, y eso es labor de muchos, entre ellos los propios profesionales sanitarios y nosotros, los pacientes. No los consumas sin prescripción previa. No los guardes, acumules o compartas. Y recuerda: los antibióticos NO sirven para tratar infecciones causadas por virus (gripes, resfriados...), sólo sirven para trtar infecciones causadas por bacterias.
Ha sido un placer resucitar el blog con tantos contenidos sobre el máster. He aprendido mucho. Espero continuar esta racha bloguera con otos contenidos. Seguimos ;)
Qué me cuenta Twitter
Difícilmente descriptible. Hablaré de salud, sanidad y periodismo, pero también de ciencia, biotecnología, música, literatura, baloncesto, cine, etc., siempre con las pistas que twitter me da como hilo conductor. Siempre leer y escribir
martes, 31 de marzo de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (42): tarea final, análisis de difusión en Twitter
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
domingo, 22 de marzo de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (41). Entrevista para difusión científica por Twitter: José Ramos Vivas
Ya estoy con la última tarea del máster. Para hacer difusión científica en Twitter he elegido el tema de las resistencias a los antibióticos. Me he puesto en contacto con José Ramos Vivas, microbiólogo, exinvestigador en el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Marqués de Valdecilla de Santander (IDIVAL) y miembro de las sociedades científicas SEIMC, SEM y ASM. Su perfil divulgador le ha llevado, entre otras cosas, a publicar el libro Superbacterias.
Sólo precisar que esta entrevista la hago a título personal, como alumno del Máster. En esta ocasión no la hago ni con mi gorra del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ni con mi gorra de la Asociación de Comunicadores de Biotecnología (ComunicaBiotec).
No ha sido sencillo encontrar un experto que dedique estos días parte de su tiempo a este tipo de cosas (algo absolutamente comprensible; la gente está volcada en el día a día del coronavirus, much@s de ell@s al pie del cañón). Hasta en una entrevista sobre bacterias acaba saliendo el SARS-CoV-2...
¿Por qué es tan importante mejorar la conciencia social y profesional sobre resistencias antimicrobianas?
Si no conocemos el problema es imposible que tomemos medidas para reducirlo o eliminarlo. A nivel individual, lo que podemos hacer es muy sencillo y los profesionales lo repetimos a todas horas, pero el mensaje parece que no llega a la población. Falta mucha cultura científica todavía. El ejemplo más claro es cómo se ha tomado mucha gente el tema del aislamiento, lavado de manos, etc., en esta crisis del coronavirus. Con la resistencia a los antibióticos ocurre lo mismo. La gente ni siquiera sabe distinguir entre virus y bacterias…
A nivel profesional hay una buena comprensión del problema; las autoridades competentes han tomado medidas y están tratando de implementar otras nuevas. El problema principal está en atención primaria. Hay médicos que no leen artículos científicos y no están al día de las tendencias en los patrones de resistencia de los clones nacionales, de las nuevas especies de superbacterias, etc. Básicamente no se pueden estar a todo, y ese problema hay que tratar de solucionarlo…
¿Hay cálculos o estimaciones sobre qué peso podría tener el mal uso de los antibióticos en el incremento de las resistencias? No es el único factor que influye, ¿no?
Hay múltiples factores, pero el principal es el mal uso y el abuso que hacemos de ellos. Tomamos antibióticos para todo, y no sólo los utilizamos en medicina humana. En medicina veterinaria el problema es incluso mayor; hay también múltiples estudios que lo confirman. Donde se usan más antibióticos aumentan las resistencias, y donde se dejan de utilizar, disminuyen. Donde peor se utilizan los antibióticos aumentan las resistencias, y donde mejor, disminuyen. Donde más se contamina con residuos de antibióticos, aumentan; en los ambientes donde nunca se introducen residuos de antibióticos nunca aparecen bacterias resistentes.
Más allá de tratar de frenar o minimizar las resistencias a los fármacos actuales, ¿cómo ves la situación en el desarrollo de nuevos antibióticos?
El problema es demasiado grande para las soluciones que están encima de la mesa (y hay decenas de ellas). Llevo unos años recopilando titulares de prensa nacionales e internacionales sobre noticias relacionadas con el descubrimiento de nuevas moléculas que se publicitan como 'la solución' al problema de las superbacterias. Algunas están aisladas de animales, de plantas, de otros microorganismos, del fondo del mar e incluso de la piel humana, pero la noticia sale cuando esa molécula tiene solo unos buenos resultados en el laboratorio. Algunas han llegado a la cama de los pacientes con el tiempo, pero no son ni mucho menos 'la solución'.
El problema no es sólo un tipo de bacteria o un mecanismo de resistencia; es una combinación de diferentes especies y mecanismos de resistencia, y una sola molécula nunca va a cubrir todo. Pero bueno, hay que ser optimistas; algunas de estas moléculas nos harán ganar un poco de tiempo en pacientes con algún tipo de patología concreta, hasta que desarrollemos alguna molécula totalmente rompedora y efectiva.
El concepto de One Health trata de unificar salud humana, animal y medio ambiente en cuestiones como ésta. ¿Es un concepto sobre el que se esté trabajando e investigando suficiente?
Lleva pocos años y hay que darle tiempo. Lo bueno que tiene esta aproximación es que está reuniendo equipos multidisciplinares de todo el mundo y eso hace que el enfoque de los problemas y la búsqueda de soluciones sea más efectivo. Estos consorcios demandan muchos recursos y, claro, no hay que ser una eminencia para saber que cuando se juntan muchos científicos y mucho dinero, algo positivo tiene que salir.
¿Crees que en los últimos años ha mejorado el conocimiento de la sociedad en torno a este tema? Por ejemplo, ¿tiene la gente más clara la idea de que los procesos víricos no se tratan con antibióticos?
Si nos ceñimos a los resultados de los últimos Eurobarómetros, no. El año pasado hicimos una encuesta a cientos de alumnos en nuestra comunidad autónoma, Santander, de una media de 16-17 años. El resultado fue similar al del Eurobarómetro. Nos encontramos una cosa curiosa: había alumnos que tomaban un montón de antibióticos al año. Esto no es normal, así que averiguamos que muchos de los que contestaban a la pregunta '¿Cuántas veces has tomado antibióticos este año?' confundían el ibuprofeno o el paracetamol con antibióticos… No es normal que una persona tome antibióticos más de 15 veces al año.
¿Cómo crees que se puede mejorar la divulgación científica y social sobre esta cuestión?
Hay que enfocar esa divulgación sobre todo a la gente joven. Aún hay muchas personas mayores en España que no siguen el consejo de nadie, y es difícil convencerlas o que retengan la importancia del problema. Pero a los jóvenes los tendremos en unas décadas con patologías casi incurables si el problema de las resistencias persiste o aumenta, así que es ahí donde hay que centrarse, en los colegios, desde pequeños. Hay que acercar a los alumnos a los laboratorios, que conozcan la ciencia, el método científico, que aprendan a pensar y a darse cuenta de lo que es bueno para su salud y para la salud de todos.
Al terminar el proyecto de divulgación donde implicamos a esos estudiantes que hemos comentado anteriormente, volvimos a repetir la encuesta que antes comentaba, y en su gran mayoría ya sabían distinguir entre un virus y una bacteria, entre un antibiótico y otro medicamento, etc.. La divulgación actual es bastante buena, pero hay que insistir, porque no sabemos si se les olvidará con el tiempo.
¿Crees que la resistencia a antibióticos tiene la presencia necesaria en medios de comunicación? ¿Y en las redes sociales, como información y divulgación?
Normalmente no, pero esto va por ráfagas, y a los periodistas les interesa la inmediatez, la respuesta, no la cuestión de fondo. Si hay un brote de Listeria, la gente se interesa por las bacterias. Si hay un brote de coronavirus, la gente se interesa por los virus. Si hay un brote de una superbacteria en la unidad de neonatos de un hospital, la gente se interesa por la resistencia a los antibióticos.
En las redes sociales hacemos lo que podemos. En mi caso trato de mostrar cosas que llamen la atención para alertar sobre el problema. Es importante mostrar el mundo microscópico que nos rodea, porque si la gente no está familiarizada con las bacterias buenas y con las malas, no entenderán muchas cuestiones relacionadas con ellas y que afectan a nuestra salud.
¿Una última reflexión? ¿Qué te gustaría contar que no te haya preguntado?
Una cuestión importante es la concienciación del político. A los políticos no les interesa la ciencia, pero sí la economía. Si la economía va bien los votantes están contentos. Como los políticos son los que financian la investigación, debemos informarles de este problema. Y una manera de engancharlos para combatirlo es hablarles de lo que cuestan a sistema sanitario las resistencias a los antibióticos. Una buena parte de recursos económicos que destinamos a tratar las patologías causadas por bacterias resistentes se podrían destinar a educación o a ciencia o a la propia sanidad, pero nos los gastamos en comprar antibióticos cada vez más caros y en pagar cantidades enormes para salvar la vida a los pacientes infectados.
Invirtiendo el gasto sanitario en ciencia e investigación en este tipo de problema (y en muchos otros) el problema se reduciría bastante. Hasta que a nuestros políticos no les entre en la cabeza que la ciencia es importante, no la financiarán adecuadamente. A lo mejor se dan cuenta con la factura que va a dejar el coronavirus…
Sólo precisar que esta entrevista la hago a título personal, como alumno del Máster. En esta ocasión no la hago ni con mi gorra del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ni con mi gorra de la Asociación de Comunicadores de Biotecnología (ComunicaBiotec).
No ha sido sencillo encontrar un experto que dedique estos días parte de su tiempo a este tipo de cosas (algo absolutamente comprensible; la gente está volcada en el día a día del coronavirus, much@s de ell@s al pie del cañón). Hasta en una entrevista sobre bacterias acaba saliendo el SARS-CoV-2...
"Los jóvenes deben conocer la ciencia para entender que es buena para ellos"
El microbiólogo José Ramos Vivas considera que aún falta mucha cultura científica y conciencia social en torno al problema de las resistencias a los antibióticos. De entre todos los factores que generan las resistencias antimicrobianas, está convencido de que el principal "es el mal y uso y el abuso que hacemos de los antibióticos". Más allá del reto científico que supone tratar las infecciones, destaca el reto de la divulgación, aún pendiente de consolidarse, para que todos comprendamos mejor el problema.
¿Por qué es tan importante mejorar la conciencia social y profesional sobre resistencias antimicrobianas?
El microbiólogo José Ramos Vivas. |
A nivel profesional hay una buena comprensión del problema; las autoridades competentes han tomado medidas y están tratando de implementar otras nuevas. El problema principal está en atención primaria. Hay médicos que no leen artículos científicos y no están al día de las tendencias en los patrones de resistencia de los clones nacionales, de las nuevas especies de superbacterias, etc. Básicamente no se pueden estar a todo, y ese problema hay que tratar de solucionarlo…
¿Hay cálculos o estimaciones sobre qué peso podría tener el mal uso de los antibióticos en el incremento de las resistencias? No es el único factor que influye, ¿no?
Hay múltiples factores, pero el principal es el mal uso y el abuso que hacemos de ellos. Tomamos antibióticos para todo, y no sólo los utilizamos en medicina humana. En medicina veterinaria el problema es incluso mayor; hay también múltiples estudios que lo confirman. Donde se usan más antibióticos aumentan las resistencias, y donde se dejan de utilizar, disminuyen. Donde peor se utilizan los antibióticos aumentan las resistencias, y donde mejor, disminuyen. Donde más se contamina con residuos de antibióticos, aumentan; en los ambientes donde nunca se introducen residuos de antibióticos nunca aparecen bacterias resistentes.
Más allá de tratar de frenar o minimizar las resistencias a los fármacos actuales, ¿cómo ves la situación en el desarrollo de nuevos antibióticos?
El problema es demasiado grande para las soluciones que están encima de la mesa (y hay decenas de ellas). Llevo unos años recopilando titulares de prensa nacionales e internacionales sobre noticias relacionadas con el descubrimiento de nuevas moléculas que se publicitan como 'la solución' al problema de las superbacterias. Algunas están aisladas de animales, de plantas, de otros microorganismos, del fondo del mar e incluso de la piel humana, pero la noticia sale cuando esa molécula tiene solo unos buenos resultados en el laboratorio. Algunas han llegado a la cama de los pacientes con el tiempo, pero no son ni mucho menos 'la solución'.
El problema no es sólo un tipo de bacteria o un mecanismo de resistencia; es una combinación de diferentes especies y mecanismos de resistencia, y una sola molécula nunca va a cubrir todo. Pero bueno, hay que ser optimistas; algunas de estas moléculas nos harán ganar un poco de tiempo en pacientes con algún tipo de patología concreta, hasta que desarrollemos alguna molécula totalmente rompedora y efectiva.
El concepto de One Health trata de unificar salud humana, animal y medio ambiente en cuestiones como ésta. ¿Es un concepto sobre el que se esté trabajando e investigando suficiente?
Lleva pocos años y hay que darle tiempo. Lo bueno que tiene esta aproximación es que está reuniendo equipos multidisciplinares de todo el mundo y eso hace que el enfoque de los problemas y la búsqueda de soluciones sea más efectivo. Estos consorcios demandan muchos recursos y, claro, no hay que ser una eminencia para saber que cuando se juntan muchos científicos y mucho dinero, algo positivo tiene que salir.
¿Crees que en los últimos años ha mejorado el conocimiento de la sociedad en torno a este tema? Por ejemplo, ¿tiene la gente más clara la idea de que los procesos víricos no se tratan con antibióticos?
Si nos ceñimos a los resultados de los últimos Eurobarómetros, no. El año pasado hicimos una encuesta a cientos de alumnos en nuestra comunidad autónoma, Santander, de una media de 16-17 años. El resultado fue similar al del Eurobarómetro. Nos encontramos una cosa curiosa: había alumnos que tomaban un montón de antibióticos al año. Esto no es normal, así que averiguamos que muchos de los que contestaban a la pregunta '¿Cuántas veces has tomado antibióticos este año?' confundían el ibuprofeno o el paracetamol con antibióticos… No es normal que una persona tome antibióticos más de 15 veces al año.
¿Cómo crees que se puede mejorar la divulgación científica y social sobre esta cuestión?
"El problema no es sólo un tipo de bacteria o un mecanismo de resistencia;
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Al terminar el proyecto de divulgación donde implicamos a esos estudiantes que hemos comentado anteriormente, volvimos a repetir la encuesta que antes comentaba, y en su gran mayoría ya sabían distinguir entre un virus y una bacteria, entre un antibiótico y otro medicamento, etc.. La divulgación actual es bastante buena, pero hay que insistir, porque no sabemos si se les olvidará con el tiempo.
¿Crees que la resistencia a antibióticos tiene la presencia necesaria en medios de comunicación? ¿Y en las redes sociales, como información y divulgación?
Normalmente no, pero esto va por ráfagas, y a los periodistas les interesa la inmediatez, la respuesta, no la cuestión de fondo. Si hay un brote de Listeria, la gente se interesa por las bacterias. Si hay un brote de coronavirus, la gente se interesa por los virus. Si hay un brote de una superbacteria en la unidad de neonatos de un hospital, la gente se interesa por la resistencia a los antibióticos.
En las redes sociales hacemos lo que podemos. En mi caso trato de mostrar cosas que llamen la atención para alertar sobre el problema. Es importante mostrar el mundo microscópico que nos rodea, porque si la gente no está familiarizada con las bacterias buenas y con las malas, no entenderán muchas cuestiones relacionadas con ellas y que afectan a nuestra salud.
"Hay que acercar a los alumnos a los laboratorios; que conozcan la ciencia, el método científico,
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¿Una última reflexión? ¿Qué te gustaría contar que no te haya preguntado?
Una cuestión importante es la concienciación del político. A los políticos no les interesa la ciencia, pero sí la economía. Si la economía va bien los votantes están contentos. Como los políticos son los que financian la investigación, debemos informarles de este problema. Y una manera de engancharlos para combatirlo es hablarles de lo que cuestan a sistema sanitario las resistencias a los antibióticos. Una buena parte de recursos económicos que destinamos a tratar las patologías causadas por bacterias resistentes se podrían destinar a educación o a ciencia o a la propia sanidad, pero nos los gastamos en comprar antibióticos cada vez más caros y en pagar cantidades enormes para salvar la vida a los pacientes infectados.
Invirtiendo el gasto sanitario en ciencia e investigación en este tipo de problema (y en muchos otros) el problema se reduciría bastante. Hasta que a nuestros políticos no les entre en la cabeza que la ciencia es importante, no la financiarán adecuadamente. A lo mejor se dan cuenta con la factura que va a dejar el coronavirus…
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
sábado, 7 de marzo de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (40): géneros naturales en ciencia y filosofía
Última tarea de Filosofía de la ciencia, y penúltima del máster...¡esto se va acabando! La idea de esta entrada es reflexionar en torno a si la idea de raza es algo natural, biológico y real, o fruto de convenciones sociales.
Hay bastante consenso científico en los últimos años sobre la inexistencia biológica de las razas. La pregunta de la tarea es si es convincente decir que no son naturales, algo que genera sí o sí debate y cierta polémica, ya que casi todos hemos crecido pensando que las razas existen, sin pensar mucho más allá. Las personas 'de a pie' tendrán ahora que confiar en científicos y filósofos de la ciencia para asujmir que las razas son una convención social, pese a las claras diferencias físicas que el concepto que se nos ha transmitido lleva aparejadas.
Entran en juego conceptos complejos como etiología (estudio de las causas de las cosas, muy focalizado en medicina). Si el concepto de raza no se sostiene etiológicamente es porque la sociedad, y quizá la propia ciencia en su momento, ha sometido el concepto a un intento de biologización. La propia UNESCO entró en el debate y señaló que el ser humana es todo una misma especie (¿raza?), una declaración de los años 50 que generó cierta polémica con algunos antropólogos y genetistas.
La biología evolutiva actual sostiene que las razas no tienen fundamento biológico, que son convenciones sociales. Las razas que a todos nos vienen a la cabeza cuando se nos mnciona el concepto(blanca-aria, negra-afroamericana, asiática...) serían puras convenciones, algo que no es fácil de entender. ¿Por qué? Por la pura convención establecida de que sí hay razas y porque comprenderlo no es un proceso intuitivo ni sencillo. entenderlo no es fácil ni intuitivo.
Uno de los nombres que surgen al debatir esta cuestión es el de Ejemplo de Kwame Anthony Appiah, que sostiene, como otros muchos colegas, que las razas son entidades ficticias inventadas que no describen realmente la naturaleza. Más allá de la discusión ontológica de si las razas son reales, hay un debate genético y biológico difícil de comprender para los legos, para la sociedad en general.
Quizá es más sencillo abrir la cuestión a todas las personas tomando un camino paralelo en el debate: independientemente de que existan o no las razas de manera biológica, ¿es apropiado, o merece la pena, utilizar este concepto que, por ejemplo, ha facilitado y hasta justificado el racismo y la desigualdad?
Es una buena manera de acercar a la sociedad el concepto sociológico y filosófico de eliminativismo: podemos obviar el concepto de raza porque no es útil ni tiene lectura positiva, mientras que sí puede ser utilizado de forma negativa. ¿Qué mas da que haya razas, podría pensarse?.
Dejar de lado el naturalismo (quizá acotar este debate a la mera sociología o filosofía, incluso a la ciencia, desligándolo de la sociedad) es una opción, como lo es halar de constructivismo al debatir si mantener o eliminar el concepto de raza. También hay quien defiende la idea de, más allá de la biología, mantener constructo sociales clásicos como sería este concepto de raza, matizándolo y haciéndolo evolucionar hacia una comprensión más apropiada y favorable: por ejemplo, admitir (porque los hay realmente) la existencia de diferentes rasgos genéticos poblacionales, alejándolos del concepto de raza.
Para acabar, una recomendación: el texto Las razas humanas no existen, de Juan Ignacio Pérez Iglesias.
Géneros naturales
Tras las razas, en segundo lugar voy a hablar de los géneros naturales en sí. ¿Los hay reales y convencionales? ¿Existen de verdad? El debate filosófico-científico se pregunta si los géneros naturales son reales, si definen de forma natural y esencial un conjunto de materias, animales o individuos que comparten propiedades compartidas englobables en un mismo término, o si se trata de otro constructo social (uno más) para describir la naturaleza y nuestro entorno.
Cuando hablamos del oro, del agua o de las vacas, ¿son géneros reales? ¿Los hemos creado nosotros para describirlos? Lo primero que se me ocurre pensar es si sabemos y conocemos realmente las características esenciales de algo como para llamarlo natural o real. La ciencia trata de los géneros naturales, así que la discusión podría ser similar a la de la propia concepción de ciencia: ¿estudia la ciencia los fenómenos naturales o sólo los constructos que utilizamos para explicarlos e interpretarlos?
Tal y como señaló Quine en su obra 'Natural kinds', la proyectabilidad y la lógica inductiva son dos de las características que cumplen los géneros naturales para ser considerados como tales, desde una perspectiva realista. En ciencia, algunos de los ejemplos más utilizados refieren a la física (partículas), la química (elementos, como el oro) y la biología (con las especies, aunque en este punto hay más debate y quizá menos consenso que en los dos anteriores). De hecho, corrientes de pensamiento como el Cúmulo de Propiedades Homeostáticas estudian la posible incompatibilidad de los géneros naturales con las ciencias, especialmente las biológicas.
Quizá una reinvención del concepto de género natural pueda ayudar a mejorar la comprensión social del término, acercándolo al entendimiento de la biología (por ejemplo, más que debatir si existe o no el concepto de raza, se puede debatir la idoneidad o utilidad de utilizarlo, acercándonos a tesis como las de Hacking). Conviene no olvidar que los conceptos de 'real' y 'construido' interaccionan constantemente ('en qué difícil terreno nos adentramos', reconoce Hacking): "las clases pueden interactuar con lo que se clasifica, por lo que la misma clasificación puede ser reemplazada o modificada".
Como sugería Boyd, flexibilizar el concepto de género natural mejoraría su aplicación no sólo a la biología, sino a las ciencias sociales e incluso al acervo popular. De esta manera, con cierto toque constructivista adaptado a diversos tiempos y situaciones sociales, el manejo de géneros naturales podría resultar menos complejo. Quedaría por discernir si este proceso desnaturaliza por completo el concepto de géneros naturales, desmintiéndolo, o sólo lo socializa, flexibilizándolo peor manteniendo cierta esencia real.
Hay bastante consenso científico en los últimos años sobre la inexistencia biológica de las razas. La pregunta de la tarea es si es convincente decir que no son naturales, algo que genera sí o sí debate y cierta polémica, ya que casi todos hemos crecido pensando que las razas existen, sin pensar mucho más allá. Las personas 'de a pie' tendrán ahora que confiar en científicos y filósofos de la ciencia para asujmir que las razas son una convención social, pese a las claras diferencias físicas que el concepto que se nos ha transmitido lleva aparejadas.
Entran en juego conceptos complejos como etiología (estudio de las causas de las cosas, muy focalizado en medicina). Si el concepto de raza no se sostiene etiológicamente es porque la sociedad, y quizá la propia ciencia en su momento, ha sometido el concepto a un intento de biologización. La propia UNESCO entró en el debate y señaló que el ser humana es todo una misma especie (¿raza?), una declaración de los años 50 que generó cierta polémica con algunos antropólogos y genetistas.
Una raza, la del ser humano. |
Uno de los nombres que surgen al debatir esta cuestión es el de Ejemplo de Kwame Anthony Appiah, que sostiene, como otros muchos colegas, que las razas son entidades ficticias inventadas que no describen realmente la naturaleza. Más allá de la discusión ontológica de si las razas son reales, hay un debate genético y biológico difícil de comprender para los legos, para la sociedad en general.
Quizá es más sencillo abrir la cuestión a todas las personas tomando un camino paralelo en el debate: independientemente de que existan o no las razas de manera biológica, ¿es apropiado, o merece la pena, utilizar este concepto que, por ejemplo, ha facilitado y hasta justificado el racismo y la desigualdad?
Es una buena manera de acercar a la sociedad el concepto sociológico y filosófico de eliminativismo: podemos obviar el concepto de raza porque no es útil ni tiene lectura positiva, mientras que sí puede ser utilizado de forma negativa. ¿Qué mas da que haya razas, podría pensarse?.
Dejar de lado el naturalismo (quizá acotar este debate a la mera sociología o filosofía, incluso a la ciencia, desligándolo de la sociedad) es una opción, como lo es halar de constructivismo al debatir si mantener o eliminar el concepto de raza. También hay quien defiende la idea de, más allá de la biología, mantener constructo sociales clásicos como sería este concepto de raza, matizándolo y haciéndolo evolucionar hacia una comprensión más apropiada y favorable: por ejemplo, admitir (porque los hay realmente) la existencia de diferentes rasgos genéticos poblacionales, alejándolos del concepto de raza.
Para acabar, una recomendación: el texto Las razas humanas no existen, de Juan Ignacio Pérez Iglesias.
Géneros naturales
Tras las razas, en segundo lugar voy a hablar de los géneros naturales en sí. ¿Los hay reales y convencionales? ¿Existen de verdad? El debate filosófico-científico se pregunta si los géneros naturales son reales, si definen de forma natural y esencial un conjunto de materias, animales o individuos que comparten propiedades compartidas englobables en un mismo término, o si se trata de otro constructo social (uno más) para describir la naturaleza y nuestro entorno.
Cuando hablamos del oro, del agua o de las vacas, ¿son géneros reales? ¿Los hemos creado nosotros para describirlos? Lo primero que se me ocurre pensar es si sabemos y conocemos realmente las características esenciales de algo como para llamarlo natural o real. La ciencia trata de los géneros naturales, así que la discusión podría ser similar a la de la propia concepción de ciencia: ¿estudia la ciencia los fenómenos naturales o sólo los constructos que utilizamos para explicarlos e interpretarlos?
Ian Hacking. |
Quizá una reinvención del concepto de género natural pueda ayudar a mejorar la comprensión social del término, acercándolo al entendimiento de la biología (por ejemplo, más que debatir si existe o no el concepto de raza, se puede debatir la idoneidad o utilidad de utilizarlo, acercándonos a tesis como las de Hacking). Conviene no olvidar que los conceptos de 'real' y 'construido' interaccionan constantemente ('en qué difícil terreno nos adentramos', reconoce Hacking): "las clases pueden interactuar con lo que se clasifica, por lo que la misma clasificación puede ser reemplazada o modificada".
Como sugería Boyd, flexibilizar el concepto de género natural mejoraría su aplicación no sólo a la biología, sino a las ciencias sociales e incluso al acervo popular. De esta manera, con cierto toque constructivista adaptado a diversos tiempos y situaciones sociales, el manejo de géneros naturales podría resultar menos complejo. Quedaría por discernir si este proceso desnaturaliza por completo el concepto de géneros naturales, desmintiéndolo, o sólo lo socializa, flexibilizándolo peor manteniendo cierta esencia real.
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
viernes, 28 de febrero de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (39): filosofía de la ciencia, Programa Fuerte y Sokal
Ya queda menos para que el blog escape de las garras del (trozo de) Máster de Cultura Científica que me estoy metiendo entre pecho y espalda. Seguimos con filosofía de la ciencia y, en esta entrada, voy a desvariar un poco sobre el Programa Fuerte, una corriente de pensamiento que trató de explicar de forma sociológica las creencias científicas, y sobre el escándalo Sokal, que sacudió los principios de los controles para la publicación de estudios científicos.
Principio de simetría
En concreto, la tarea pide comentar en primer lugar las consecuencias del Principio de Simetría, uno de los cuatro principios básicos del Programa Fuerte (junto a causalidad, imparcialidad y reflexividad). Según el Principio de Simetría, las causas sociológicas deberían explicar tanto el conocimiento falso como el verdadero, una lectura que trata de superar creencias previas según las cuales la sociología sólo podría explicar la ciencia falsa o errónea.
Es Principio de Simetría, impulsado en el Programa Fuerte por sociólogos y filósofos como David Bloor, busca imbuir de sociología toda la ciencia, algo razonable partiendo de que la ciencia la hace el hombre y la hace en sociedad y como parte de una comunidad científica (según las tesis de Merton), con todo lo que ello conlleva.
Veo un problema, y es el hecho de que este principio duda de la ciencia 'pura', natural, independiente del contexto social que la rodea, pero no hace lo propio con el concepto de sociología, que también es a su vez un concepto social. Dicho de otra manera, se aplica un constructivismo comprensible a la ciencia, pero éste no se aplica a la sociología.
El Programa Fuerte, que arrinconaba la filosofía de la ciencia por carente de sentido (como explica Dieguez), tiene en su Principio de Simetría una baza difícil de negar: la ciencia no puede explicarse por sí misma. Pero llevar al límite la creencia de que la sociología determina plenamente la ciencia llevaría a pensar que los principios científicos más básicos sólo existen en sociedad, o según las creencias sociales de una época, algo que no parece fácil de defender. ¿Nada tiene evidencia propia, entonces?
Como explica Dieguez, la evolución radical del Programa Fuerte y su Principio de Simetría lleva a pensar no que la sociedad influye a la ciencia, sino que la sociedad es la ciencia; en otras palabras, los factores sociales no influyen desde fuera, sino que construyen desde cero la propia ciencia. Prefiero quedarme con las ideas del Programa Fuerte Original, según las cuales la propia naturaleza tiene una influencia no desdeñable en la construcción de la ciencia y sus conceptos, más allá de las influencias sociológicas.
El engaño Sokal
La segunda tarea trata el conocido escándalo Sokal, el engaño que llevó a cabo el físico Alan Sokal en 1996 al 'colar' en una revista de humanidades, Social Text, un estudio inventado en el que postulaba y concluía, sin ningún sentido científico y mediante burdas reflexiones, que la gravedad cuántica era una creación social.
El engaño de Sokal llevó a un término ridículo algunos de los postulados del relativismo y renovó el debate en torno a las dos culturas, al unir de forma pseudocientífica la ciencia más pura con la sociología. En una época en que se trataba de acercar la cultura científica a terrenos tradicionalmente dominados por las humanidades, Sokal desafió la seguridad y la ética del método científico, logrando que un estudio falso y descabellado pasara la criba de una revista.
No hace tanto tiempo de aquello. No es, desde luego, el único caso en el que una investigación con base científica errónea, o directamente sin ella, se cuela en publicaciones oficiales, pero al hacerlo adrede Sokal demostró que los límites de la publicación científica se pueden transgredir fácilmente. Llevando el tema hasta nuestros días, el engaño Sokal podría producirse de nuevo, aunque ahora la comunidad científica tiene más armas y canales para desmontar posibles fraudes.
La ciencia trata de autoregularse. Igual que el falso artículo de Wakefield sobre vacunas y autismo pasó los filtros y luego se retiró, las revistas y los científicos siguen retractándose de algunas publicaciones. La era digital facilita que la propia comunidad científica localice rápidamente y pida la subsanación de errores, en una suerte de revisión por pares fuera del circuito oficial, como ha sucedido recientemente con algunas investigaciones en torno a la herramienta CRISPR de edición genética, corregidas gracias a la labor altruista de otros científicos.
A la pregunta de si hay falta de criterio o rigor científico en la comunidad académica actual, como en casi tantas otras ocasiones quizá no se puede generalizar. El debate en torno al modelo de publicación científica es uno de los más destacados hoy día, e incluye la posibilidad de mejorar la autoevaluación y autoregulación a la que la ciencia se somete. Cabe citar que bajar el listón de la calidad en publicaciones puede generar beneficios a muchos de los agentes implicados en el proceso, por mucho que dañe a la ciencia en sí.
En el caso del escándalo Sokal, por ejemplo, la revista en la que publicó su farsa no hacía revisión por pares, y tenía cierta política de flexibilizar las normas de publicación para tratar de favorecer la libertad creativa. Esto, mal entendido, puede suponer un coladero y un abono para otro de los grandes problemas actuales, el crecimiento de las llamadas predatory journals. Por no olvidar que la comunidad científica vive inmersa en una cultura de 'publish or perish' que puede facilitar la laxitud de la vigilancia científica y el auge de los conflictos de interés, los fraudes o, sencillamente, la ciencia de poca calidad.
Intereses va a haber siempre en la ciencia. El proceso de publicación, revisión y validación no es perfecto, ni lo será siempre. El open access y la ciencia abierta, y el concepto de Investigación e Innovación Responsable (RRI), por ejemplo, están llegando para aportar nuevos factores a la ecuación. En todo caso, el rigor y los principios tienen un contenido social y sociológico que trata de adaptarse a una de las bases de la ciencia y su método, la reproducibilidad, algo que no se da con todos los estudios publicados.
Hay problemas añadidos. No se trata sólo de vigilar mejor qué se publica, sino de hablar de lo que no se publica, por ejemplo. Las grandes revistas y parte de la comunidad científica prefieren enterrar debajo de la alfombra los resultados negativos obtenidos en las investigaciones, generando vacíos en el método científico y ocultando información útil para el progreso de la ciencia y su transparencia.
La era digital está derribando fronteras. Aun sin ser parte del circuito oficial, Internet y las redes sociales facilitan un circuito oficioso en el que la comunidad científica comparte estudios previos, datos iniciales, reflexiones pre y post publicación... La información se amplía, igual que los canales para garantizar un mayor rigor. La otra cara de la moneda es que esto puede generar más ruido e infoxicación, dificultando la criba de estudios correctos.
Por último, los principios y el rigor tienen en la ética científica uno de sus mayores exponentes con lectura sociológica. La bioética tiene mucho, si no todo, de constructo social, y está emparentada con reflexiones sociológicas, filosóficas, morales y legales. Vivimos una época, como tantas antes, de ruptura de principios considerados éticos, con el ejemplo de los CRISPR babies como uno de los más destacados últimamente. Es un buen punto de partida para introducir en el debate cómo la ciencia 'bien hecha' también puede desencadenar la crítica interna, generando conflictos éticos y hasta legales.
Principio de simetría
En concreto, la tarea pide comentar en primer lugar las consecuencias del Principio de Simetría, uno de los cuatro principios básicos del Programa Fuerte (junto a causalidad, imparcialidad y reflexividad). Según el Principio de Simetría, las causas sociológicas deberían explicar tanto el conocimiento falso como el verdadero, una lectura que trata de superar creencias previas según las cuales la sociología sólo podría explicar la ciencia falsa o errónea.
David Bloor, uno de los impulsores del Programa Fuerte |
Es Principio de Simetría, impulsado en el Programa Fuerte por sociólogos y filósofos como David Bloor, busca imbuir de sociología toda la ciencia, algo razonable partiendo de que la ciencia la hace el hombre y la hace en sociedad y como parte de una comunidad científica (según las tesis de Merton), con todo lo que ello conlleva.
Veo un problema, y es el hecho de que este principio duda de la ciencia 'pura', natural, independiente del contexto social que la rodea, pero no hace lo propio con el concepto de sociología, que también es a su vez un concepto social. Dicho de otra manera, se aplica un constructivismo comprensible a la ciencia, pero éste no se aplica a la sociología.
El Programa Fuerte, que arrinconaba la filosofía de la ciencia por carente de sentido (como explica Dieguez), tiene en su Principio de Simetría una baza difícil de negar: la ciencia no puede explicarse por sí misma. Pero llevar al límite la creencia de que la sociología determina plenamente la ciencia llevaría a pensar que los principios científicos más básicos sólo existen en sociedad, o según las creencias sociales de una época, algo que no parece fácil de defender. ¿Nada tiene evidencia propia, entonces?
Como explica Dieguez, la evolución radical del Programa Fuerte y su Principio de Simetría lleva a pensar no que la sociedad influye a la ciencia, sino que la sociedad es la ciencia; en otras palabras, los factores sociales no influyen desde fuera, sino que construyen desde cero la propia ciencia. Prefiero quedarme con las ideas del Programa Fuerte Original, según las cuales la propia naturaleza tiene una influencia no desdeñable en la construcción de la ciencia y sus conceptos, más allá de las influencias sociológicas.
El engaño Sokal
La segunda tarea trata el conocido escándalo Sokal, el engaño que llevó a cabo el físico Alan Sokal en 1996 al 'colar' en una revista de humanidades, Social Text, un estudio inventado en el que postulaba y concluía, sin ningún sentido científico y mediante burdas reflexiones, que la gravedad cuántica era una creación social.
El engaño de Sokal llevó a un término ridículo algunos de los postulados del relativismo y renovó el debate en torno a las dos culturas, al unir de forma pseudocientífica la ciencia más pura con la sociología. En una época en que se trataba de acercar la cultura científica a terrenos tradicionalmente dominados por las humanidades, Sokal desafió la seguridad y la ética del método científico, logrando que un estudio falso y descabellado pasara la criba de una revista.
No hace tanto tiempo de aquello. No es, desde luego, el único caso en el que una investigación con base científica errónea, o directamente sin ella, se cuela en publicaciones oficiales, pero al hacerlo adrede Sokal demostró que los límites de la publicación científica se pueden transgredir fácilmente. Llevando el tema hasta nuestros días, el engaño Sokal podría producirse de nuevo, aunque ahora la comunidad científica tiene más armas y canales para desmontar posibles fraudes.
La ciencia trata de autoregularse. Igual que el falso artículo de Wakefield sobre vacunas y autismo pasó los filtros y luego se retiró, las revistas y los científicos siguen retractándose de algunas publicaciones. La era digital facilita que la propia comunidad científica localice rápidamente y pida la subsanación de errores, en una suerte de revisión por pares fuera del circuito oficial, como ha sucedido recientemente con algunas investigaciones en torno a la herramienta CRISPR de edición genética, corregidas gracias a la labor altruista de otros científicos.
El físico Alan Sokal. |
A la pregunta de si hay falta de criterio o rigor científico en la comunidad académica actual, como en casi tantas otras ocasiones quizá no se puede generalizar. El debate en torno al modelo de publicación científica es uno de los más destacados hoy día, e incluye la posibilidad de mejorar la autoevaluación y autoregulación a la que la ciencia se somete. Cabe citar que bajar el listón de la calidad en publicaciones puede generar beneficios a muchos de los agentes implicados en el proceso, por mucho que dañe a la ciencia en sí.
En el caso del escándalo Sokal, por ejemplo, la revista en la que publicó su farsa no hacía revisión por pares, y tenía cierta política de flexibilizar las normas de publicación para tratar de favorecer la libertad creativa. Esto, mal entendido, puede suponer un coladero y un abono para otro de los grandes problemas actuales, el crecimiento de las llamadas predatory journals. Por no olvidar que la comunidad científica vive inmersa en una cultura de 'publish or perish' que puede facilitar la laxitud de la vigilancia científica y el auge de los conflictos de interés, los fraudes o, sencillamente, la ciencia de poca calidad.
Intereses va a haber siempre en la ciencia. El proceso de publicación, revisión y validación no es perfecto, ni lo será siempre. El open access y la ciencia abierta, y el concepto de Investigación e Innovación Responsable (RRI), por ejemplo, están llegando para aportar nuevos factores a la ecuación. En todo caso, el rigor y los principios tienen un contenido social y sociológico que trata de adaptarse a una de las bases de la ciencia y su método, la reproducibilidad, algo que no se da con todos los estudios publicados.
Hay problemas añadidos. No se trata sólo de vigilar mejor qué se publica, sino de hablar de lo que no se publica, por ejemplo. Las grandes revistas y parte de la comunidad científica prefieren enterrar debajo de la alfombra los resultados negativos obtenidos en las investigaciones, generando vacíos en el método científico y ocultando información útil para el progreso de la ciencia y su transparencia.
La era digital está derribando fronteras. Aun sin ser parte del circuito oficial, Internet y las redes sociales facilitan un circuito oficioso en el que la comunidad científica comparte estudios previos, datos iniciales, reflexiones pre y post publicación... La información se amplía, igual que los canales para garantizar un mayor rigor. La otra cara de la moneda es que esto puede generar más ruido e infoxicación, dificultando la criba de estudios correctos.
Por último, los principios y el rigor tienen en la ética científica uno de sus mayores exponentes con lectura sociológica. La bioética tiene mucho, si no todo, de constructo social, y está emparentada con reflexiones sociológicas, filosóficas, morales y legales. Vivimos una época, como tantas antes, de ruptura de principios considerados éticos, con el ejemplo de los CRISPR babies como uno de los más destacados últimamente. Es un buen punto de partida para introducir en el debate cómo la ciencia 'bien hecha' también puede desencadenar la crítica interna, generando conflictos éticos y hasta legales.
Forges, gran intérprete de la ciencia. |
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
viernes, 21 de febrero de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (38): realismo científico
Nuevo post sobre filosofía de la ciencia para el Máster de Cultura Científica. En esta ocasión toca hablar en torno al realismo científico. Para quien quiera saber de qué va esta corriente de pensamiento, la Sociedad Española de Filosofía Analítica hace un resumen en este texto.
Nota previa: en esta tarea sólo trato de defender una postura elegida, que más o menos responde a mi manera de pensar; no creo defender la verdadera o la falsa, sólo elegir una para desarrollar el ejercicio. Defender una u otra filosofía de la ciencia con razones válidas requeriria de más tiempo y formación (años) de los que tengo ahora.
1.- La primera de las tareas elegida pide analizar cuáles son los fines o metas de la ciencia, y argumentar si estos objetivos requieren o defender posiciones realistas.
Creo que el fin de la ciencia es tratar de explicar el mundo, definirlo tal y como es y se nos presenta, de la manera más objetiva y verídica posible, estableciendo guías teóricas modificables para comprenderlo y poder estudiarlo mejor. El realismo tiene su mejor argumento en su explicación más básica: el mundo existe independientemente del hombre y de cómo éste lo vea o descifre. Aunque a veces la ciencia extrapole datos, hipótesis o explicaciones para interpretar el mundo y predecir su funcionamiento, siempre se refiere a un mundo real, existente.
El ejemplo de los fenómenos invisibles a primera vista es bueno: micropartículas o ondas gravitacionales. Aunque plasmemos su existencia en estructuras acordes con nuestra manera de interpretar el mundo, que puedan no responder exactamente a una realidad 'invisible', ambos fenómenos existen realmente, porque la ciencia nos ha dado suficientes pruebas de que así es. Las teorías nuevas, que sustituyen a las anteriores, no cambian el mundo, como sugería Kuhn, sino que mejoran nuestra manera de verlo, analizarlo e interpretarlo. El sol siempre fue el centro del Sistema Solar, y no la Tierra, por mucho que durante mucho tiempo se creyera lo contrario. En ambos casos, creyendo una cosa u otra (o incluso una tercera que pudiéramos descubrir), el mundo es como es: cambia nuestra manera de poder verlo.
Si asumiéramos la ciencia como mero modelo para explicar un mundo que no existe como tal y que sólo existe según nuestro pensamiento, y si las teorías sólo valen para "salvar los fenómenos" y adaptarlos a nuestro marco conceptual, creo que la propia ciencia se estaría haciendo trampas al solitario. Perdería su objetivo universal y sólo valdría para ir apoyando las corrientes de pensamiento que se den en cada época de nuestra existencia. Los seres vivos siempre han estado conformados por 'genes' (es el nombre que le hemos puesto al concepto), así que en este sentido el mundo era igual en el siglo XV que en el XXI. Que la representación que hagamos de los genes, los electrones o las ondas gravitaciones no responda exactamente a la realidad no quiere decir que como concepto no existan.
Sí estoy de acurdo en introducir en el realismo científico cierto grado de constructivismo. Por mucho que busque la 'verdad', el ser humano es un ser social y no puede liberarse de esa característica. En este sentido, sucede igual que con las discusiones sobre la objetividad en el periodismo: por una explicación inherente a las propias características del ser humano, nunca podremos hacer un periodismo 100% objetivo, así como la ciencia nunca podrá ser 100% realista (por mucho que el mundo exista como tal).
Igualmente, veo interesante la introducción, junto a ciertas dosis de constructivismo social, de unos toques de pragmatismo científico: no hay que anclarse en la realidad de las entidades científicas, sino acercarse a las consecuencias prácticas del funcionamiento del mundo y de la ciencia.
2.- La segunda de las tareas elegidas pide responder a esta pregunta: ¿Por qué el realismo que los objetos de investigación científica sean independientes de las mentes?
Para responder, parto de la última reflexión de la primera tarea expuesta en este post. El ser humano no se puede liberar de su pensamiento, que es lo que le permite ver, conocer, traducir e interpretar el mundo. Asumiendo cierto grado de constructivismo y pragmatismo, el realismo acierta al ver un solo mundo que, aunque cambie y evolucione, no es diferente en sí mismo cuando cambian nuestras explicaciones sobre él.
Dando la vuelta a la tortilla, si el pensamiento voluble del ser humano rigiera cómo es el mundo, éste sería falso en numerosas ocasiones (Comprendo que esta reflexión mezcla una base realista con el punto de vista de los empiristas, instrumentalistas y constructivistas puros). Dicho de otro modo, si el realismo no defendiera que el mundo es igual independientemente de cómo lo pensemos, se convertiría en su opuesto, en puro empirismo.
Un matiz en esta reflexión. Creo que el realismo puede llevarse bien, o al menos convivir, con el argumento que más se utiliza para negarlo: la meta-inducción pesimista. La ciencia, y una comprensión flexible del realismo científico, deben asumir que las teorías pueden ser provisionales, y que algunas de las teorías actuales -quizá las más nuevas- podrías ser falsas. Asumir esto no va en contra de pensar que el mundo existe en sí, sólo supone considerar que no siempre somos capaces de ver el mundo tal y como es.
En definitiva, creo que el realismo científico es razonable si se comprende no como verdad al 100%, sino como una suerte de verdad hipotética, sujeta a la flexibilidad que la propia ciencia debe tener para irse reconvirtiendo según avanza y gana conocimientos.
Nota previa: en esta tarea sólo trato de defender una postura elegida, que más o menos responde a mi manera de pensar; no creo defender la verdadera o la falsa, sólo elegir una para desarrollar el ejercicio. Defender una u otra filosofía de la ciencia con razones válidas requeriria de más tiempo y formación (años) de los que tengo ahora.
1.- La primera de las tareas elegida pide analizar cuáles son los fines o metas de la ciencia, y argumentar si estos objetivos requieren o defender posiciones realistas.
No siempre vemos lo que miramos, pero es no quiere decir que no esté ahí. |
Creo que el fin de la ciencia es tratar de explicar el mundo, definirlo tal y como es y se nos presenta, de la manera más objetiva y verídica posible, estableciendo guías teóricas modificables para comprenderlo y poder estudiarlo mejor. El realismo tiene su mejor argumento en su explicación más básica: el mundo existe independientemente del hombre y de cómo éste lo vea o descifre. Aunque a veces la ciencia extrapole datos, hipótesis o explicaciones para interpretar el mundo y predecir su funcionamiento, siempre se refiere a un mundo real, existente.
El ejemplo de los fenómenos invisibles a primera vista es bueno: micropartículas o ondas gravitacionales. Aunque plasmemos su existencia en estructuras acordes con nuestra manera de interpretar el mundo, que puedan no responder exactamente a una realidad 'invisible', ambos fenómenos existen realmente, porque la ciencia nos ha dado suficientes pruebas de que así es. Las teorías nuevas, que sustituyen a las anteriores, no cambian el mundo, como sugería Kuhn, sino que mejoran nuestra manera de verlo, analizarlo e interpretarlo. El sol siempre fue el centro del Sistema Solar, y no la Tierra, por mucho que durante mucho tiempo se creyera lo contrario. En ambos casos, creyendo una cosa u otra (o incluso una tercera que pudiéramos descubrir), el mundo es como es: cambia nuestra manera de poder verlo.
Si asumiéramos la ciencia como mero modelo para explicar un mundo que no existe como tal y que sólo existe según nuestro pensamiento, y si las teorías sólo valen para "salvar los fenómenos" y adaptarlos a nuestro marco conceptual, creo que la propia ciencia se estaría haciendo trampas al solitario. Perdería su objetivo universal y sólo valdría para ir apoyando las corrientes de pensamiento que se den en cada época de nuestra existencia. Los seres vivos siempre han estado conformados por 'genes' (es el nombre que le hemos puesto al concepto), así que en este sentido el mundo era igual en el siglo XV que en el XXI. Que la representación que hagamos de los genes, los electrones o las ondas gravitaciones no responda exactamente a la realidad no quiere decir que como concepto no existan.
Sí estoy de acurdo en introducir en el realismo científico cierto grado de constructivismo. Por mucho que busque la 'verdad', el ser humano es un ser social y no puede liberarse de esa característica. En este sentido, sucede igual que con las discusiones sobre la objetividad en el periodismo: por una explicación inherente a las propias características del ser humano, nunca podremos hacer un periodismo 100% objetivo, así como la ciencia nunca podrá ser 100% realista (por mucho que el mundo exista como tal).
Igualmente, veo interesante la introducción, junto a ciertas dosis de constructivismo social, de unos toques de pragmatismo científico: no hay que anclarse en la realidad de las entidades científicas, sino acercarse a las consecuencias prácticas del funcionamiento del mundo y de la ciencia.
2.- La segunda de las tareas elegidas pide responder a esta pregunta: ¿Por qué el realismo que los objetos de investigación científica sean independientes de las mentes?
¿Vemos lo que hay? |
Para responder, parto de la última reflexión de la primera tarea expuesta en este post. El ser humano no se puede liberar de su pensamiento, que es lo que le permite ver, conocer, traducir e interpretar el mundo. Asumiendo cierto grado de constructivismo y pragmatismo, el realismo acierta al ver un solo mundo que, aunque cambie y evolucione, no es diferente en sí mismo cuando cambian nuestras explicaciones sobre él.
Dando la vuelta a la tortilla, si el pensamiento voluble del ser humano rigiera cómo es el mundo, éste sería falso en numerosas ocasiones (Comprendo que esta reflexión mezcla una base realista con el punto de vista de los empiristas, instrumentalistas y constructivistas puros). Dicho de otro modo, si el realismo no defendiera que el mundo es igual independientemente de cómo lo pensemos, se convertiría en su opuesto, en puro empirismo.
Un matiz en esta reflexión. Creo que el realismo puede llevarse bien, o al menos convivir, con el argumento que más se utiliza para negarlo: la meta-inducción pesimista. La ciencia, y una comprensión flexible del realismo científico, deben asumir que las teorías pueden ser provisionales, y que algunas de las teorías actuales -quizá las más nuevas- podrías ser falsas. Asumir esto no va en contra de pensar que el mundo existe en sí, sólo supone considerar que no siempre somos capaces de ver el mundo tal y como es.
En definitiva, creo que el realismo científico es razonable si se comprende no como verdad al 100%, sino como una suerte de verdad hipotética, sujeta a la flexibilidad que la propia ciencia debe tener para irse reconvirtiendo según avanza y gana conocimientos.
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
miércoles, 19 de febrero de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (37): rehacer una noticia sensacionalista
No son pocas las veces que nos encontramos noticias sensacionalistas sobre estudios científicos. Exagerar (incluso tergiversar y falsear), sobre todo en el titular de la noticia, es un mal que no por conocido deja de ser preocupante. Para esta tarea del máster he elegido una noticia que es muy sensacionalista...porque la nota de prensa (no tanto el artículo original) ya lo era en parte.
Las noticias científicas que hablan de un estudio publicado no siempre parten del trabajo original. En muchas ocasiones son las instituciones en las que trabajan los investigadores que han realizado el, trabajo las que distribuyen entre los medios de comunicación una nota de prensa para facilitarles el trabajo y, de paso, lograr que el trabajo de sus científicos tenga repercusión mediática. En la mayoría de casos los medios reproducen casi íntegramente esta nota de prensa.
La noticia de la que hablo es ésta (hubo muchas similares, he elegido una de tantas bastante representativa, con titular especialmente alarmista). La nota de prensa de la que parte la noticia es ésta. Y el estudio científico original del que parten tanto la nota como la noticia es éste. Cabe destacar las diferencias en el titular de las tres.
Antes de rehacer la noticia, unos breves comentarios. El titular de la noticia es absolutamente desafortunado, y su desarrollo no lo es menos. La nota de prensa ya pecaba de alarmista. Para quien no sabe nada o casi nada de disruptores endocrinos y del bisfenol-A, leer esto a pelo puede ser un peligro. El autor principal, Olea, suele pecar de exagerado en sus formas, y no es la primera vez que la universidad se deja llevar por formas excesivas al difundir alguno de sus trabajos.
Los disruptores endocrinos generan algunas dudas, falta de consensos y un gran debate entre la comunidad científica. Sus posibles efectos sobre la salud precisan de más investigaciones y es necesario informar sobre ellos con prudencia, teniendo en cuenta variables importantes como las cantidades de exposición. Al hacer una nota o una noticia sobre disruptores como el bisfenol hay que ser especialmente cuidadoso, y esta noticia es un ejemplo de todo lo contrario.
Vamos al grano. A continuación, la noticia rehecha.
Los tickets de la compra tienen Bisfenol-A...pero no provocan cáncer
Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada ha confirmado que los tickets de la compra contienen bisfenol-A, un disruptor endocrino considerado como potencial carcinógeno. Los posibles efectos del bisfenol-A sobre la salud humana aún se están estudiando, pero la ciencia dice que el manejo de estos tickets es seguro y sin riesgos para la salud, ya que los niveles de exposición existentes están muy por debajo del umbral de riesgo.
Los llamados disruptores endocrinos, como el bisfenol-A, llevan mucho tiempo en la diana de la comunidad científica por su posible influencia en la salud debido al desequilibrio hormonal que pueden provocar. Son sustancias presentes en muchos productos que el ser humano maneja en su día a día: plásticos, juguetes, envases para la comida, recibos de compra, cosméticos...
A día de hoy no hay ninguna evidencia de que los disruptores endocrinos presentes en el día a día de las personas provoquen daños sobre la salud. Las investigaciones continúan y buscan más información 'real' más allá de los datos obtenidos en investigaciones con animales, que sí sugieren una posible relación entre los disruptores y un mayor riesgo de sufrir enfermedades como cáncer, pero muy determinado por los niveles de exposición.
Un nuevo estudio internacional, coordinado desde la Universidad de Granada, ha vuelto a poner este tema sobre la mesa. La investigación, publicada en Environmental Research, confirma la presencia del Bisfenol-A en los recibos de compra que se entregan en las tiendas. Nicolás Olea, investigador principal del trabajo, advierte sobre posibles riesgos para la salud, recomienda no conservar ni manipular los tickets -elaborados con papel térmico- y pide más control sobre este tipo de sustancias.
El estudio liderado por la Universidad de Granada insiste en unos posibles riesgos que la comunidad científica sigue investigando, sin existir aún evidencias en humanos ni consensos clínicos, y que según muchos investigadores y reguladores están controlados. Los niveles de exposición a los que se someten las personas son lo suficientemente bajos -con mucho- para que los tickets de compra y demás productos que contienen Bisfenol-A sean seguros.
Tranquilidad: el riesgo es irrelevante
Pese a las advertencias de Olea, que pueden por forma y fondo generar una alarma social injustificada, las autoridades sanitarias y alimentarias piden prudencia y tranquilidad. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó en 2015 (desde entonces no hay evidencias científicas que refuten su tesis, aunque hay en marcha nuevos estudios) que el Bisfenol-A "no supone un riesgo para la salud humana", y que los niveles de exposición agregados (suma de todo el contacto que las personas pueden tener con productos que contienen este disruptor endocrino) están muy por debajo de los límites a partir de los cuales se podría hablar de riesgo para la salud. Hace dos años, la Comisión Europea publicó este documento con preguntas y respuestas sobre el Bisfenol-A, que reitera la inexistencia de riesgos para la salud de los consumidores.
Los estudios en modelos animales obligan a investigaciones más específicas, al estudio clínico de los niveles de exposición en humanos y al manejo de las diferentes variables que pueden darse en grupos de riesgo como bebés, embarazadas, ancianos y personas con un contacto muy por encima de lo normal con productos que contengan disruptores endocrinos. El estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada sólo ha analizado 112 tickets elaborados con papel térmico procedentes de España, Francia y Brasil, y no tiene en cuenta el nivel real de exposición ni sus efectos, algo que sí han medido otros trabajos que concluyen que la absorción cutánea de estos compuestos es casi insignificante.
Pese a la falta de riesgo, el principio de precaución siempre es una opción. Algunos países han decidido limitar o sustituir la presencia de disruptores endocrinos como el Bisfenol-A en plásticos y otros productos. La EFSA, pese a garantizar la seguridad, reconoce que la falta de datos en la vida real impide concretar los cálculos de exposición humana a los productos que contienen Bisfenol-A. Mientras las investigaciones continúan, la sociedad tiene razones científicas para estar tranquila.
Bien: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20190116/tiques-usados-no-cancer-ejemplo-alarmismo-innecesario/368963518_0.html
Las noticias científicas que hablan de un estudio publicado no siempre parten del trabajo original. En muchas ocasiones son las instituciones en las que trabajan los investigadores que han realizado el, trabajo las que distribuyen entre los medios de comunicación una nota de prensa para facilitarles el trabajo y, de paso, lograr que el trabajo de sus científicos tenga repercusión mediática. En la mayoría de casos los medios reproducen casi íntegramente esta nota de prensa.
La noticia de la que hablo es ésta (hubo muchas similares, he elegido una de tantas bastante representativa, con titular especialmente alarmista). La nota de prensa de la que parte la noticia es ésta. Y el estudio científico original del que parten tanto la nota como la noticia es éste. Cabe destacar las diferencias en el titular de las tres.
Titular para salir corriendo. Sólo les faltó poner 'alarma' y 'vamos a morir todos'. |
Antes de rehacer la noticia, unos breves comentarios. El titular de la noticia es absolutamente desafortunado, y su desarrollo no lo es menos. La nota de prensa ya pecaba de alarmista. Para quien no sabe nada o casi nada de disruptores endocrinos y del bisfenol-A, leer esto a pelo puede ser un peligro. El autor principal, Olea, suele pecar de exagerado en sus formas, y no es la primera vez que la universidad se deja llevar por formas excesivas al difundir alguno de sus trabajos.
Los disruptores endocrinos generan algunas dudas, falta de consensos y un gran debate entre la comunidad científica. Sus posibles efectos sobre la salud precisan de más investigaciones y es necesario informar sobre ellos con prudencia, teniendo en cuenta variables importantes como las cantidades de exposición. Al hacer una nota o una noticia sobre disruptores como el bisfenol hay que ser especialmente cuidadoso, y esta noticia es un ejemplo de todo lo contrario.
Vamos al grano. A continuación, la noticia rehecha.
Los tickets de la compra tienen Bisfenol-A...pero no provocan cáncer
Un estudio internacional liderado por la Universidad de Granada ha confirmado que los tickets de la compra contienen bisfenol-A, un disruptor endocrino considerado como potencial carcinógeno. Los posibles efectos del bisfenol-A sobre la salud humana aún se están estudiando, pero la ciencia dice que el manejo de estos tickets es seguro y sin riesgos para la salud, ya que los niveles de exposición existentes están muy por debajo del umbral de riesgo.
Los llamados disruptores endocrinos, como el bisfenol-A, llevan mucho tiempo en la diana de la comunidad científica por su posible influencia en la salud debido al desequilibrio hormonal que pueden provocar. Son sustancias presentes en muchos productos que el ser humano maneja en su día a día: plásticos, juguetes, envases para la comida, recibos de compra, cosméticos...
A día de hoy no hay ninguna evidencia de que los disruptores endocrinos presentes en el día a día de las personas provoquen daños sobre la salud. Las investigaciones continúan y buscan más información 'real' más allá de los datos obtenidos en investigaciones con animales, que sí sugieren una posible relación entre los disruptores y un mayor riesgo de sufrir enfermedades como cáncer, pero muy determinado por los niveles de exposición.
Un nuevo estudio internacional, coordinado desde la Universidad de Granada, ha vuelto a poner este tema sobre la mesa. La investigación, publicada en Environmental Research, confirma la presencia del Bisfenol-A en los recibos de compra que se entregan en las tiendas. Nicolás Olea, investigador principal del trabajo, advierte sobre posibles riesgos para la salud, recomienda no conservar ni manipular los tickets -elaborados con papel térmico- y pide más control sobre este tipo de sustancias.
El estudio liderado por la Universidad de Granada insiste en unos posibles riesgos que la comunidad científica sigue investigando, sin existir aún evidencias en humanos ni consensos clínicos, y que según muchos investigadores y reguladores están controlados. Los niveles de exposición a los que se someten las personas son lo suficientemente bajos -con mucho- para que los tickets de compra y demás productos que contienen Bisfenol-A sean seguros.
Tranquilidad: el riesgo es irrelevante
Pese a las advertencias de Olea, que pueden por forma y fondo generar una alarma social injustificada, las autoridades sanitarias y alimentarias piden prudencia y tranquilidad. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) concluyó en 2015 (desde entonces no hay evidencias científicas que refuten su tesis, aunque hay en marcha nuevos estudios) que el Bisfenol-A "no supone un riesgo para la salud humana", y que los niveles de exposición agregados (suma de todo el contacto que las personas pueden tener con productos que contienen este disruptor endocrino) están muy por debajo de los límites a partir de los cuales se podría hablar de riesgo para la salud. Hace dos años, la Comisión Europea publicó este documento con preguntas y respuestas sobre el Bisfenol-A, que reitera la inexistencia de riesgos para la salud de los consumidores.
Los estudios en modelos animales obligan a investigaciones más específicas, al estudio clínico de los niveles de exposición en humanos y al manejo de las diferentes variables que pueden darse en grupos de riesgo como bebés, embarazadas, ancianos y personas con un contacto muy por encima de lo normal con productos que contengan disruptores endocrinos. El estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada sólo ha analizado 112 tickets elaborados con papel térmico procedentes de España, Francia y Brasil, y no tiene en cuenta el nivel real de exposición ni sus efectos, algo que sí han medido otros trabajos que concluyen que la absorción cutánea de estos compuestos es casi insignificante.
Pese a la falta de riesgo, el principio de precaución siempre es una opción. Algunos países han decidido limitar o sustituir la presencia de disruptores endocrinos como el Bisfenol-A en plásticos y otros productos. La EFSA, pese a garantizar la seguridad, reconoce que la falta de datos en la vida real impide concretar los cálculos de exposición humana a los productos que contienen Bisfenol-A. Mientras las investigaciones continúan, la sociedad tiene razones científicas para estar tranquila.
Bien: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20190116/tiques-usados-no-cancer-ejemplo-alarmismo-innecesario/368963518_0.html
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
viernes, 14 de febrero de 2020
Aprendiendo sobre comunicación científica (36): introducción a la filosofía, Popper, Kuhn y comunidad científica
Seguimos con mi particular reto, por desconocimiento casi absoluto: la asignatura de Introducción a la Filosofía de la ciencia. Para esta segunda tarea (en la primera hablé sobre falsacionismo y sobre protagonistas femeninas del Círculo de Viena), entre todas las opciones para elegir, me quedo con un análisis sobre la percepción de Kuhn de ciencia basada en paradigmas temporales, enfrentada a las teorías de Popper, y con un comentario sobre su forma de entender el liderazgo epistemiológico de la comunidad científica.
Clase 4, opción 1. Popper VS Kuhn: sobre la ciencia normal, los paradigmas y los dogmas
La denominada ciencia normal de Kuhn supone cierta ruptura con formas previas de entender la ciencia, como el falsacionismo de Popper. Kuhn considera que la ciencia depende de su entorno y de su época, y que, además, precisa de cierto marco de actuación predeterminado que la encauce y la permita desarrollarse. Los llamados paradigmas del modelo de ciencia de Kuhn se sustentan en, como señala Chalmers en su texto, en el conocimiento 'tácito' del científico normal.
Estas tesis acercaron a Kuhn al relativismo, aunque él no estuviera de acuerdo con esa etiqueta. Trató de explicar que su ciencia normal, sus crisis, problemas y revoluciones, no se enmarcaban en una tesis relativista, pero cabe pensar que sus paradigmas se relacionan con un entorno y una mentalidad que modula la ciencia temporalmente, una relación ciertamente aplicable al relativismo.
Popper considera que este marco que Kuhn aplica a la ciencia la constriñe, al considerar que los científicos no podrán aplicar hipótesis o teorías que se salgan del paradigma establecido. Kuhn dibuja una escapatoria al crítica de Popper en forma de problemas que, bajo circunstancias extremas, conducen a una revolución científica que sí permite el avance científico, señalando además que la resolución de problemas dentro del paradigma también supone un desarrollo de la ciencia.
Chalmers considera que la filosofía de Kuhn encierra dos corrientes poco compatibles entre sí, una relativista y otra no relativista. Para no navegar entre dos aguas, cabe alejarse del relativismo, asumiendo que los cambios revolucionarios de paradigma justifican un correcto desarrollo de la ciencia, o adaptar el relativismo a los principios de Kuhn, desarrollando una vía sociológica más allá de lo que éste postuló.
La objeción de Popper podría sortearse si se asume lo antes dicho, que la solución de problemas en la ciencia normal de Kuhn, pese a no cambiar paradigmas, hace evolucionar la ciencia. No parece sencillo reunir ambas formas de ver la ciencia, o llegar a un gris intermedio que convenza a ambos filósofos. Popper no aceptaría un marco tácito y aceptado por la comunidad científica en el que basar toda la ciencia, y Kuhn no entendería ésta sin esos paradigmas que, a su juicio, organizan la ciencia y la hacen más apropiada y legítima. Este concepto, legitimidad, parece clave: la ciencia de Popper deslegitima la de Kuhn, y viceversa. Una de las claves es una pregunta que ronda a esta tribuna que publicó El País hace ya casi 20 años: ¿Hasta qué punto es la ciencia una construcción social?
Clase 4, opción 4. Comunidad científica como autoridad epistémica
Creo que este análisis entronca en cierto modo con el anterior. Asumir la ciencia normal de Kuhn y los paradigmas que la sustentan y acotan conduce a la definición de una comunidad científica afín a estos principios que actúa como reguladora de la propia ciencia. En principio, no es extraño pensar que la autorregulación de una actividad (la ciencia) por parte de quienes más lo conocen y la desarrollan, pueda ser una base apropiada para avanzar. Pero también cabe preguntarse si esto no puede derivar en una ciencia dogmática sólo conducida por los intereses de quienes la sustentan.
Por ejemplo, llevar al extremo el concepto de comunidad científica podría complicar el crecimiento y consolidación de una de las tendencias más buscadas en lo que va de siglo, el desarrollo de una ciencia ciudadana. Incluso podría poner en duda algunos postulados de la ciencia abierta, otra de las vías más valoradas de los últimos años. Por ejemplo, ¿cómo encajarían Popper y Kuhn (y Snow y Brockman, también...) en en su filosofía iniciativas como Ciencia en el Parlamento?
Por otro lado, el concepto de ciencia normal acotada por paradigmas sociotemporales podría llegar a chocar con el de comunidad científica como autoridad epistémica: la interpretación más relativista de Kuhn lleva a una ciencia modelada no sólo por los principios de la propia comunidad científica, sino por el momento histórico, la ideología social y otros factores no puramente científicos. Así, actores como políticos, economistas, sociólogos y filósofos, entre otros, merecerían cierta voz y voto en la conducción de la ciencia. De no ser así, alguien podría preguntarse si una comunidad científica en exceso celosa y autoritaria podría conducir al cientificismo, una ciencia en exceso derivada de llevar a los extremos el empirismo y el positivismo.
Entiendo que la manera de garantizar que una ciencia regida por la comunidad científica se desarrolle de manera justa y efectiva es dotarla de un contenido ético y legislativo. Alguien tiene que controlar a quien controla, o al menos poder modular su control. Por ello, la participación de agentes externos a la comunidad científica, aun asumiendo que ésta es la más preparada y apropiada para liderar la ciencia, sería beneficiosa.
¿Deben los diferentes riesgos y estrategias -los cita Chalmers al analizar a Kuhn para hablar de los paradigmas como algo abierto a diversos enfoques- abrirse a decisiones de fuera de la comunidad científica? Cabría preguntarse si la entrada de estos agentes externos a la comunidad científica podrían, o no, poner en duda el paradigma del que se vale la comunidad científica para 'ordenar' la ciencia.
Comparto con Kuhn que la ciencia precisa de cierto orden y de marcos (flexibles y transformables) que la orienten, pero creo que no es fácil poner puertas al campo en ciencia. Ahí la ética científica tiene mucho que decir, y en estas lecturas no he visto mucho asomo de este concepto en relación con las filosofías de Popper, Kuhn y compañía. Sin ética, la ciencia puede avanzar, pero también perderse.
Clase 4, opción 1. Popper VS Kuhn: sobre la ciencia normal, los paradigmas y los dogmas
La denominada ciencia normal de Kuhn supone cierta ruptura con formas previas de entender la ciencia, como el falsacionismo de Popper. Kuhn considera que la ciencia depende de su entorno y de su época, y que, además, precisa de cierto marco de actuación predeterminado que la encauce y la permita desarrollarse. Los llamados paradigmas del modelo de ciencia de Kuhn se sustentan en, como señala Chalmers en su texto, en el conocimiento 'tácito' del científico normal.
Estas tesis acercaron a Kuhn al relativismo, aunque él no estuviera de acuerdo con esa etiqueta. Trató de explicar que su ciencia normal, sus crisis, problemas y revoluciones, no se enmarcaban en una tesis relativista, pero cabe pensar que sus paradigmas se relacionan con un entorno y una mentalidad que modula la ciencia temporalmente, una relación ciertamente aplicable al relativismo.
Dibujo de Popper (izquierda) y Kuhn (derecha). Créditos: Artículo en Investigación y Ciencia. |
Chalmers considera que la filosofía de Kuhn encierra dos corrientes poco compatibles entre sí, una relativista y otra no relativista. Para no navegar entre dos aguas, cabe alejarse del relativismo, asumiendo que los cambios revolucionarios de paradigma justifican un correcto desarrollo de la ciencia, o adaptar el relativismo a los principios de Kuhn, desarrollando una vía sociológica más allá de lo que éste postuló.
La objeción de Popper podría sortearse si se asume lo antes dicho, que la solución de problemas en la ciencia normal de Kuhn, pese a no cambiar paradigmas, hace evolucionar la ciencia. No parece sencillo reunir ambas formas de ver la ciencia, o llegar a un gris intermedio que convenza a ambos filósofos. Popper no aceptaría un marco tácito y aceptado por la comunidad científica en el que basar toda la ciencia, y Kuhn no entendería ésta sin esos paradigmas que, a su juicio, organizan la ciencia y la hacen más apropiada y legítima. Este concepto, legitimidad, parece clave: la ciencia de Popper deslegitima la de Kuhn, y viceversa. Una de las claves es una pregunta que ronda a esta tribuna que publicó El País hace ya casi 20 años: ¿Hasta qué punto es la ciencia una construcción social?
Clase 4, opción 4. Comunidad científica como autoridad epistémica
Creo que este análisis entronca en cierto modo con el anterior. Asumir la ciencia normal de Kuhn y los paradigmas que la sustentan y acotan conduce a la definición de una comunidad científica afín a estos principios que actúa como reguladora de la propia ciencia. En principio, no es extraño pensar que la autorregulación de una actividad (la ciencia) por parte de quienes más lo conocen y la desarrollan, pueda ser una base apropiada para avanzar. Pero también cabe preguntarse si esto no puede derivar en una ciencia dogmática sólo conducida por los intereses de quienes la sustentan.
Imagen: Shutterstock. |
Entiendo que la manera de garantizar que una ciencia regida por la comunidad científica se desarrolle de manera justa y efectiva es dotarla de un contenido ético y legislativo. Alguien tiene que controlar a quien controla, o al menos poder modular su control. Por ello, la participación de agentes externos a la comunidad científica, aun asumiendo que ésta es la más preparada y apropiada para liderar la ciencia, sería beneficiosa.
¿Deben los diferentes riesgos y estrategias -los cita Chalmers al analizar a Kuhn para hablar de los paradigmas como algo abierto a diversos enfoques- abrirse a decisiones de fuera de la comunidad científica? Cabría preguntarse si la entrada de estos agentes externos a la comunidad científica podrían, o no, poner en duda el paradigma del que se vale la comunidad científica para 'ordenar' la ciencia.
Comparto con Kuhn que la ciencia precisa de cierto orden y de marcos (flexibles y transformables) que la orienten, pero creo que no es fácil poner puertas al campo en ciencia. Ahí la ética científica tiene mucho que decir, y en estas lecturas no he visto mucho asomo de este concepto en relación con las filosofías de Popper, Kuhn y compañía. Sin ética, la ciencia puede avanzar, pero también perderse.
Periodista. Leer y escribir. Salud y ciencia. Rock y basket.
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